No es la primera vez que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez es abucheado públicamente, ignorado, e inclusive, insultado. Quizá su familia o colaboradores, o su jefe político, el presidente de la República, le digan que va bien, que es honesto y el mejor gobernador que ha tenido Veracruz. Varias veces ha comprobado esa falsedad.

Esas expresiones las ha enfrentado en la inauguración del remodelado estadio de beisbol “Beto Ávila” cuando una silbatina general lo recibió al anunciarse su presencia, o cuando ha caminado por las calles en la capital del estado y nadie se acerca a saludarlo, aunque eso podría tener una explicación en la desmedida seguridad que lo rodea e impide que alguien se le acerque; se le ha visto sentado solitario en una silla del aeropuerto internacional “Heriberto Jara”, sin que alguna persona se le acerque.

En un video que grabó el año pasado, o el antepasado, en una carretera de la zona norte del estado, levantó la mano y la agitó para saludar a un conductor que circulaba por esa vía en ese momento y éste le respondió con un recordatorio alvaradeño. Así lo tratan. Es el trato que se ha ganado de los veracruzanos. Otros mandatarios, inclusive al siempre malhumorado Agustín Acosta Lagunes, a quien con toda razón fue llamado “Disgustin”, las personas trataban de saludarlo, de hablar con él, tomarse una foto como recuerdo.

Con el actual Ejecutivo estatal no sucede. No hay obra que identifique a su gobierno: una nueva carretera que comunique a puntos importantes para servir no sólo a los citadinos sino a todos los veracruzanos que la utilicen, algún bulevar, puentes o pasos a desnivel.

Nada, excepto las remodelaciones de los estadios de beisbol y futbol. Al ingeniero García se le va a recordar más por devolver miles de millones de pesos del presupuesto de Veracruz a la Tesorería de la Federación, en lugar de aplicarlos en la construcción de obras, o por irse a chapear, guisar, andar en bicicleta, bailar, pero no por atender los asuntos importantes que interesan a los ciudadanos, inseguridad, por ejemplo, que echó raíces en todo el estado con asesinatos diarios, masacres, cobro de piso, secuestros, robos, extorsiones; creación de nuevos empleos; resolver la crisis del agua que afecta a las grandes urbes, como Xalapa y Veracruz-Boca del Río, pero también a muchos pueblos, como en Emiliano Zapata que llevan años quejándose de la autorización indiscriminada de nuevos fraccionamientos.

Un sinfín de problemas sin resolver. De ahí que no extrañe ese abucheo que recibió el lunes 7, frente a su jefe político, el presidente Andrés Manuel López Obrador, en la ceremonia conmemorativa de los Mártires de Río Blanco.

La clase obrera respondió con una silbatina y gritos de “¡¡¡fuera!!!” al mencionarse su nombre y después en la fugaz intervención en la ceremonia. Así anda su impopularidad, y acéptese o no, esa factura los veracruzanos se la van a pasar a MORENA en la elección que viene, que va a cargar la candidata del partido oficial, la señora Norma Rocío Nahle García, aparte de la gran loza que significa ser originaria de Zacatecas y querer gobernar Veracruz por decisión del mismo que le sigue levantando el brazo al gobernador Cuitláhuac García y afirma que Veracruz es uno de los estados más seguros del país. 
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