EN CRISIS PERMANENTE

  • Salma Teodosio

Todas las semanas hay nuevos temas que poner sobre la mesa, pero hay uno que siempre está presente esperando a ser tratado: la sequía en México, una crisis que se está volviendo permanente. El norte y centro del país registran zonas en sequía extrema y más de la mitad del territorio nacional se encuentra en estado de sequía severa según la CONAGUA ¿cuándo vamos a empezar a preocuparnos? ¿Cuándo lleguemos al día cero?

Otro lunes de mayo sin que las autoridades, las empresas y la sociedad civil se involucren para mejorar las condiciones ambientales de nuestro país. Es cierto, hay muchos temas que tratar en la agenda diaria, sin embargo, hay que tener presente que existimos gracias a las condiciones que el planeta ofrece para nuestra supervivencia. Arrancamos a la madre Tierra todo lo que creemos necesario sin preocuparnos por los excesos, explotamos los recursos como si nos pertenecieran y nos olvidamos constantemente de que somos uno más en la cadena. Esta actitud irresponsable y antropocentrista nos dejará pronto sin recursos naturales y sin medios para nuestra existencia. Por lo pronto, no estamos quedando sin agua, el líquido indispensable para la vida en la Tierra.

Entonces, ¿qué hacemos? ¿La solución es dejar de tener hijos? ¿Empezamos a darnos duchas de tres minutos? El problema es mucho más grande y por lo tanto requiere una solución mayor a reducir el tiempo que utilizamos para asearnos, aunque hacerlo también ayudará, tengámoslo presente. La cura tampoco recae en dejar de tener hijos y satanizar a aquellos que deciden ser padres y madres; odiar a las infancias, y más aún a las infancias de familias de clase baja, por creer que su presencia en el planeta es la base del problema solo refleja la gran ignorancia que se tiene en torno a este tema.

 

Vamos a desmenuzar el asunto.

Es una realidad que el crecimiento desmedido de la población ha generado un impacto de gran tamaño en la explotación de los recursos naturales, entre más personas habitan el planeta son necesarios más recursos para satisfacer sus necesidades, entonces ¿la culpa si la tiene la gente que tiene hijos? Pues no.

Cuando se trata de buscar al culpable los primeros en ser señalados son los pobres, seguido de una frasecita clasista que dice: “no tengan hijos si no van a tener como mantenerlos”. Otro lunes hablamos de la desigualdad en el reparto de la riqueza, por ahora vamos a lo que nos truje. El problema principal no es que haya humanos, el problema es que hay muchos humanos inconscientes.

El consumo de agua se divide en: uso doméstico (8%), agricultura y ganadería (70%) e industria (22%). 

Darnos duchas más cortas solo beneficiará a ese 8% que no se compara en nada con el 70% que consume la agricultura y la ganadería. Ese 70% representa varios problemas, el primero de ellos es una sociedad que no limita su consumo de carne cuya producción implica emisiones enormes de gas metano y daña los suelos, sin olvidar que involucra la muerte de animales que son maltratados durante toda su vida y asesinados severamente. Agreguemos a esto el problema de los fallos en la infraestructura de los sistemas de riego que generan desperdicio de agua. 

Vayamos con la industria. Todos los días consumimos productos que proceden de fábricas que contaminan el agua, volviéndola tóxica e imposible de reciclar. Si el agua no sigue su ciclo, no llueve, los suelos se secan, la vida no se da. El agua que la industria está utilizando para generar los productos que todos los días consumimos desmedidamente, no puede volver a usarse. La solución no es dejar de consumir, sino consumir de manera consciente, evitando los productos con empaques que se degradan difícilmente dañando al agua, al suelo y a la fauna marina al ser arrojados al mar. 

La alimentación sustentable es un tema que debe volverse popular en las familias, las escuelas y los centros de trabajo. Las personas tienen derecho a ejercer su sexualidad de manera libre, pero también hay un derecho humano al agua y a un ambiente sano, aprendamos a aplicar el ejercicio de nuestros derechos en la vida cotidiana, sin olvidar que formamos parte de una comunidad y que nuestras acciones generan consecuencias para otros y otras, de la misma especie y del reino animal y vegetal.

Que la irresponsabilidad, la indiferencia y la inconsciencia no perduren en nuestra especie, heredemos a las futuras generaciones reflexión, revolución y resistencia. Que el cuidado ambiental sea nuestra lucha permanente.