PENSIONES…

  • Gabriel Reyes Cardoso
Llegar a viejo da miedo. Pánico a muchos.

Vivimos más tiempo y no podemos festejarlo.

Los alquimistas de la edad media nos dejaron de tarea descubrir ese ¨elixir de la vida ¨que haría inmortales a todos. A veces pensamos que estamos cerca, pero no sería suficiente porque vivir más no siempre equivale a vivir mejor.

Todos queremos llegar a viejos para disfrutar la vejez. No es fácil, tiene que ver, la capacidad económica de cada uno, la forma de pensar de la sociedad en la que se vive, la cultura que sobre la vejez tenga cada uno y la solidaridad que nos motive pues luego ninguno te entiende ni atiende.

La moral actual y la ética contemporánea nos han imbuido la cultura de que cada uno tiene que diseñar su propia vejez, prevenir la enfermedad, atenderse oportuna y suficientemente, educarse y asegurar los ahorros para el retiro, pero poco nos deja ver sobre la solidaridad, ya sea laboral o social.

La vejez cuesta dinero y exige tiempo y voluntad. no es redituable en términos de productividad y en una sociedad pobre como la nuestra es otra carga adicional a los jóvenes que ni trabajan ni estudian.

Una vejez digna debe ser interés de todos y por supuesto atenderse con una política pública, inteligente, científicamente eficaz pero sobre todo solidariamente activa. 7 de cada 10 viejos no han sido atendidos por un sistema medico y de asistencia social y por lo tanto no tendrán dinero seguro para su vejez.

Y no es justo que para los que si tuvieron un trabajo formal y sostenido, los métodos de asegurar su pensión para el retiro, por enfermedad o por vejez, estén sujetos a criterios poco éticos de que cada quien debe proveerse su propia pensión y menos en sistema donde las afores, consumen una elevada porción de lo ahorrado.

El secretario de Hacienda del gobierno de la 4a. transformación ha sugerido que los adultos deberían ahorrar más y que como no hay dinero en el gobierno, la edad para el retiro debe ser mayor. No me parecen valores moralmente válidos para una transformación social, porque condena el retiro a la capacidad de ahorro de los viejos que tienen trabajo e ignora la de quienes no tienen un empleo ni formal ni seguro. La transformación nacional no debe construirse sobre el desprecio y la ingratitud. Es cierto que la mayoría de mexicanos no tendrían recursos que aportar por vivir en la pobreza extrema, pero no solo se necesitan recursos, también una educación de los no viejos para diseñar una vejez solvente, apreciada, respetada y respaldada.

Si el actual gobierno lucha contra los sistemas neoliberales debe demostrarlo, no en sugerir tibiamente disminuyan las comisiones de las afores. Debe eliminarlas y asegurar multipliquen rendimientos y para los demás debe crear la pensión universal. 

Es cierto que a varios, ya les dan una lanita, pero falta asegurar servicios médicos de calidad en donde viven y fomentar valores de corresponsabilidad y respeto. Fifís o no, los viejos lo merecen, porque con valor han soportado una economía nada social y al menos nos han enseñado a construir sueños para acabar, algún día, con la pobreza y la marginación. ( reyescardoso.com )