Osorio Chong, el líder vulnerable
- Roberto Rock
Hay algo enigmático en la decisión de nombrar entre los constructores del futuro del PRI al ex secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, cuando se trata de uno de los personajes más emblemáticos de un gobierno y de un orden de cosas (si así se le puede llamar) que resultaron aplastados en los comicios generales de este mes.
El político hidalguense conducirá una bancada de 13 integrantes, apenas 10% de los 128 que formarán la cámara alta. Eso permitiría calcular que tal grupo estará condenada a ser irrelevante en la vida parlamentaria, política y partidista del país. Pero ese no es su riesgo mayor.
El señor Osorio Chong se halla al centro de señalamientos sobre casos de corrupción, lo que se extiende a integrantes de su familia, en particular a su hermano mayor, Eduardo Osorio. Se trata de historias que han despertado inquietud en autoridades de diversos ámbitos. Y no sólo en México, también en el extranjero.
Es difícil imaginar un liderazgo opositor más frágil que aquel cuya cabeza se halle en el puño del grupo dominante, que tendrá alcance de la mano, de un giro simple del dedo pulgar, la posibilidad de hacerle caer encima una tormenta política o peor, judicial.
El equipo del señor Osorio Chong ha difundido en los comederos políticos y periodísticos que se trata de una figura que puede subordinar a los nueve senadores de la próxima bancada del Partido Encuentro Social (PES), a uno del Partido Nueva Alianza y atraer hacia un bloque opositor a legisladores del PAN (con 23 senadores), el PRD (que tendrá 15) y de Movimiento Ciudadano (con siete).
Tal escenario luce altamente improbable ante la fortaleza del bloque que encabeza Morena y dadas las negociaciones que están en marcha desde hace semanas para ser sus dirigentes y no los del PRI, quienes logren ejercer mayor atracción. La pregunta es: ¿Quién tendrá más que ofrecer, Osorio o López Obrador?
Adicionalmente, la bancada del PRI deberá arrastrar el también maltrecho prestigio de otros de sus integrantes, reflejo de al menos tres vertientes que pesaron en los ciudadanos a la hora de expresar con su voto un profundo y largamente incubado malestar: corrupción, sistema anquilosado y tecnocracia incompetente.
Tome usted el caso de Nuvia Mayorga, ligada a manejos financieros del señor Osorio Chong desde que fue gobernador de Hidalgo (2005-2011). Ella será senadora pese a que fue derrotada en ese mismo estado que por décadas fue considerado granero electoral del PRI. Alcanzó escaño bajo el principio de primera minoría.
Los virtuales senadores Osorio (por representación plurinominal) y Mayorga son la cabeza de un poderoso clan político en Hidalgo. Desde que salieron del Palacio de Gobierno en Pachuca, hace más de siete años, han ejercido una influencia caciquil sobre las administraciones de sus sucesores, José Olvera y el actual, Omar Fayad.
Tal preeminencia mostró un lado flaco durante la reciente cita con las urnas. Morena obtuvo 43.8% de los sufragios emitidos en la entidad, mientras que el PRI únicamente acumuló 15.55%. El tricolor no ganó ni siquiera en la casilla electoral en la que votaron Osorio y Mayorga. Ella lo hizo en la 934. De los boletas emitidas por senadores, el PRI recibió 503; Morena, 2,700.
Sobra decir que el Institucional fue arrasado también estatalmente en la contienda por diputados federales y locales. Los resultados limitarán enormemente el margen de maniobra del gobernador, el priísta Omar Fayad, que aún no cumple el primer tercio de su gestión.
Es obligado destacar también en el grupo de próximos senadores del PRI al dirigente de la vetusta CTM, Carlos Aceves del Olmo, de 77 años, tres veces legislador federal, incluso recientemente senador (2006-2012), sin que se tenga noticia de que haya tenido aportaciones relevantes en esas posiciones, que algún líder del PRI aceptó que más bien eran “posesiones” de los sectores del nonagenario partido.
Otra integrante de obligada referencia en la integración de la próxima bancada del tricolor en el Senado es Vanessa Rubio, de quien no se conoce actividad política alguna salvo su tarea en la malograda campaña de José Antonio Meade, de la que fue una colaboradora indispensable al paso de su equipo durante el actual sexenio, lo mismo en Cancillería que en las secretarías de Desarrollo Social y de Hacienda. “Es una burócrata de estilo aristocrático cuya única aportación a los priístas fue despreciarnos”, dijo a este espacio un dirigente de larga trayectoria.
Bajo este criterio, parece razonable establecer que la bancada del PRI en el Senado ha determinado escoger en el señor Osorio Chong un liderazgo vulnerable y, quizá, fugaz. Tan fugaz como tres meses. Acaso después del primer día de diciembre, ya sin el presidente Peña Nieto en Los Pinos, los priístas reclamen baraja nueva. ([email protected]).
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Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Fue Subdirector Editorial de El Universal y Director Editorial General de El Gráfico y de El Universal. Actualmente, es vicepresidente de la Comisión Contra la Impunidad de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).