¿Un nuevo modelo de #ComunicaciónPolítica?
- José Antonio Sosa Plata
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha cambiado en forma significativa la forma de hacer comunicación política. Su estilo personal —y el conflicto que tiene con varios medios de su país— lo han llevado a establecer un nuevo modelo en la relación cotidiana del poder político estadounidense con la ciudadanía.
El cambio que ha promovido significa una evolución.
Tal vez sin proponérselo, el presidente Trump ha puesto al descubierto algunas debilidades que tienen los medios tradicionales, sobre todo frente a la velocidad, finalidad y alto impacto social que caracterizan a la comunicación digital.
Twitter es su medio preferido.
Y lo ha convertido en una herramienta para generar noticias importantes. También para entablar, cuando le conviene, un diálogo directo con aliados y adversarios. Aún más, de manera indirecta le dio un respiro financiero a la plataforma en lo que parecía una #crisis, ante la caída en el valor que ha registrado durante los últimos dos años.
Al presidente no le preocupa el cuidado de las formas.
A pesar de todo, en la Casa Blanca saben del gran poder que tiene la red social. Tanto así, que el mismo Donald Trump se siente confiado porque, cuando lanza un tuit, sabe que el contenido se convertirá rápidamente en noticia de alcance mundial.
Los periodistas lo saben.
Por eso, minuto a minuto miles de ellos están pendientes de sus cuentas: @potus y @realDonaldTrump. Lograr la primicia de sus declaraciones se ha convertido en reto para un gran número de programas noticiosos de la radio y la televisión.
El presidente Trump genera polémica todos los días.
El conflicto es esencial en su comunicación y resulta fácil caer en la provocación. Podría decirse que lo importante “es que se hable de él, aunque sea bien”.
Pero el resultado no siempre le favorece.
Si bien el estilo personal de comunicar del presidente es atractivo para millones de usuarios, también resulta interesante observar la manera en que los errores de comunicación de él y su equipo cercano han dañado su popularidad.
Convertir conflictos en pleitos personales no es la mejor idea.
Tampoco lo es bloquear a algunos de sus críticos. Pero menos cuando se trata de ciudadanos que ejercen la libertad de expresión y saben que es normal la conversación horizontal y el cuestionamiento directo en las #RedesSociales.
El problema ya pasó al ámbito jurídico.
El Instituto Knight para la Primera Enmienda de la Universidad de Columbia —junto con siete ciudadanos afectados— demandaron al presidente Trump por esta acción que consideran inconstitucional.
La razón central de los abogados se sintetiza así:
La cuenta en Twitter del presidente “es un foro público” que tiene las mismas características de las “juntas de cabildos abiertos y las reuniones escolares”.
El mismo gobierno del presidente Trump les dio la razón.
El secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, afirmó que los mensajes de la cuenta personal del presidente también pueden ser considerados declaraciones oficiales de la Casa Blanca.
¿De qué otra forma podría ser?
La separación del rol personal del institucional es imposible, sobre todo cuando se trata de un personaje de poder que tiene uno de los mayores niveles de atención por parte de los medios en todo el mundo.
El problema legal no pasará a mayores.
Sin embargo, lo tenemos que analizar con mucho cuidado por las implicaciones que tendrá en el futuro cercano de la comunicación política. Por un lado, en las reglas y protocolos a las que podrían estar sujetos los personajes públicos. Por el otro, en la dinámica del poder político con los medios tradicionales.
En los altos niveles la relación aún es confusa.
Hoy los medios tradicionales conviven o cohabitan con las redes sociales, de manera particular #Facebook y #Twitter. Las transmisiones en vivo y el uso del hashtag han convertido en hábito el uso del multimedia para muchos consumidores.
La noticia tiene un nuevo rostro.
Las características que tenía la red social hace apenas una década se modificaron sustancialmente, de manera particular en los últimos años. La dinámica de las campañas, el desarrollo acelerado de tecnologías y técnicas de los medios digitales impactaron la forma en que se generan los contenidos y la manera en que se ejerce el periodismo.
En Estados Unidos la evolución es más acelerada.
La libertad de expresión y el ejercicio amplio del derecho a la información están muy adelantados en relación con el resto de los países de América Latina y de muchos de Europa.
En México transitamos a un ritmo más lento.
Si comprendiéramos mejor las ventajas que nos ofrece el actual ecosistema de comunicación, se reducirían los temores injustificados que aún tienen muchos personajes políticos. Sería una formula de ganar—ganar que le daría un valor agregado a la democracia.
Es momento de atreverse a dar el paso.
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El autor es José Antonio Sosa Plata, especialista en información noticiosa, comunicación e imagen política. Como consultor político ha realizado investigaciones profesionales, asesorías y entrenamiento en medios a más de 650 personajes de primer nivel en El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Chile, Brasil, Perú, España, Estados Unidos y en más de 20 estados de la República Mexicana. Coordinador académico de los diplomados en Estrategias de Comunicación Política, Comunicación de Gobierno, Manejo de Conflicto y Crisis y Redes Sociales 2.0 (Universidad Iberoamericana). Director de Apoyo, Asesoría en Comunicación Política, S.C.