Cuco: 4 años de vivir junto a la muerte
- José Luis Ortega Vidal
La familia de Gabriel Manuel Fonseca -el joven acayuqueño enlistado entre los más de 15 periodistas muertos o desaparecidos- apenas sobrevive con lo que resta de fe
Por Fabián Antonio Santiago Hernández *
Acayucan, Ver.- Mira al infinito, su rostro refleja la tristeza, el dolor y la angustia.
¿Cree que su hijo esté con vida? Cuestiona el reportero.
"Es muy difícil", dice con voz entrecortada…
Viste pantalón de mezclilla -deslavado por paso del tiempo- cinturón negro, playera azul cuello redondo con publicidad de un centro botánico, zapatos negros; cubre su cabeza con un pequeño sombrero que muestra la huella del tiempo. A su lado una silla deteriorada, un banquito de madera y su caja de bolear.
Es don Juan Fonseca Aguirre, padre del reportero Gabriel Manuel Fonseca, desaparecido el 17 de septiembre de 2011 sin que, hasta la fecha, su familia tenga noticias de su paradero.
Con 61 años de edad, don Juan señala: "nadie nos informa, no sabemos nada, es angustiante”.
Gabriel Manuel Fonseca, joven humilde, tenía 19 años el día de su desaparición desde su natal Acayucan, al sur de Veracruz, el estado que más de 15 periodistas muertos o desaparecidos durante los últimos 10 años.
La pobreza en la que Cuco –sobrenombre con el que se hizo popular- nació, creció y se desarrolló lo obligó a trabajar desde niños; en lo que fuera, la intención era ganarse unos centavos para contribuir a la sobrevivencia familiar.
Su contacto con el periodismo fue durante su niñez, al convertirse en acompañante de una vecina que trabajaba como corresponsal de un periódico –El Liberal- editado en Coatzacoalcos.
También fue repartidor de periódicos y revistas hasta que le dieron la oportunidad de aprender el oficio.
Su pasión eran "las exclusivitas jefecito"…
Se emocionaba cuando veía publicada una nota suya que otros medios no tenían.
Era un chamaco noble, con deseos de superación: "jefecito ayudame, quiero estudiar, y algún día quiero ser licenciado y ganar mucho dinero, para ayudar a mi familia, a mi papá, a mi mamacita y a Ricardo, mi hermano", comentó a este reportero alguna vez, durante aquellos inicios que fueron su final…hasta la fecha.
El día que se inscribió para estudiar en la UPAV en Soconusco, lucía contento, alegre; hubo quienes le apoyaron para la inscripción y las libretas.
A cuatro años de la desaparición de Gabriel Manuel Fonseca, ocurre el diálogo con su papá: don Juan.
La entrevista se genera en el lugar donde labora lustrando calzado, sobre la calle Hidalgo en el centro de Acayucan.
¿Cómo ha sido la vida de su familia, tras la desaparición de Cuco?
"La vida ha sido muy triste; la que sufrió fue mi señora; por su dolor, se le fue la mente de tanto pensar…
Yo, gracias a Dios no caí. Me duele mucho porque es mi hijo, pero sigo de pie, lo sigo sintiendo porque aquí lo traigo, dice al momento de tocarse el corazón.
Yo necesito estar fuerte, necesito trabajar para mi famili,… qué voy a hacer, necesitamos recursos, no puedo seguir buscando…
¿Cuándo lo encuentro? Si las autoridades no lo han encontrado, yo solo menos.
Don Juan evoca con tristeza, el día en que ya no regresó a casa.
"El siempre salía a trabajar: llevaba una mochilita, su libreta, su cámara; siempre me visitaba aquí donde trabajo, donde boleo; siempre venía y me preguntaba cómo estaba, me dejaba 50 o 100 pesos para mi material de trabajo y se iba.
Aquel día -17 de septiembre del 2011- le dio un beso a su madre y se fue; siempre regresaba entre 10 y 11 de la noche, pero aquella noche ya era tarde y no regresaba.
Fui a la carretera a esperarlo pero él nunca llegó.
Los minutos, las horas pasaban y la desesperación aumentaba, no sabíamos nada de él; salí a buscarlo, un tío suyo me dijo que lo había visto por Súper Ahorros…
Fui a la inspección de policía y me dijeron que no sabían nada; luego fui al Ministerio Público a presentar la denuncia; quedaron de investigar pero no pasó nada.
Un día Cuco -como le decíamos- nos dijo que ya estaba cansado de trabajar como reportero, que estaba por entrar a otro trabajo…
"Luego les digo donde", fue la expresión que Gabriel Manuel Fonseca tuvo para comentar a sus padres el hartazgo de ser reportero.
Don Juan, tras la desaparición de Cuco: ¿qué les han dicho las autoridades?
"No me han dicho nada, sólo que están investigando; en ocasiones van y me preguntan: ¿qué me dicen? ¿qué me cuentan?
Pero nada en concreto, no me han comentado nada", explica con profunda tristeza.
"El MP quedó de resolver la investigación, pero nada”..
¿Lo han puesto frente algún cadáver?
"No, en realidad no, sólo (en) dos ocasiones nos tomaron muestras para el ADN, nos dijeron que en tres meses tendríamos respuesta, pero hasta ahorita nada.”
Cuando aparecieron muchos cuerpos en el Rancho de René Reyes "La Sota de Oro" un amigo me avisó, me dio 20 pesos para mi pasaje y fui.
Había un portón, estaba la marina y mucha gente.
Yo pedí permiso para entrar, pues dije que tenía un hijo perdido.
Pude ver como sacaban muchos cuerpos; apestaba el lugar pero no pude encontrar nada, me retiré…
En la agencia primera del ministerio público se inició la investigación ministerial 621/2011, donde se consigna que Cuco y "El Tegogolo" fueron vistos por última vez por "Súper Ahorros", un centro comercial ubicado frente a la terminal de autobuses de Acayucan.
En torno a este expediente ministerial declararon varias personas: una reportera con la que había una fuerte convivencia que no aportó información; otro reportero y editor a cargo del periódico “El Mañanero” para el que trabajaba Gabriel Manuel Fonseca en Oluta, quien sólo dijo desconocer el problema, y también declaró que Cuco no era reportero de esa casa editorial.
La investigación 621/2011 fue turnada a Xalapa, a la Fiscalía especializada, donde se supone que le darían seguimiento pero hasta el momento nada se sabe.
Incluso el Gobierno del Estado encomendó a la doctora Mireya Toto que se encargara del seguimiento pero el resultado es el mismo: nada de noticias sobre el reportero desaparecido desde hace cuatro años.
Una versión –no confirmada- apunta que tiempo después de la desaparición de "Cuco", en un rancho del municipio de Soconusco, bajo el amparo de la oscuridad, se reportó la presencia de unos cuerpos calcinados, metidos en un tambo que alrededor y al fondo tenía huecos.
Hasta el lugar del hallazgo habrían acudido la marina, el ejército, la policía del Estado y un oficial secretario de la Agencia Primera del Ministerio Público de Acayucan.
El levantamiento fue sigiloso, con hermetismo, sin permitir el acceso a la prensa, se afirma.
Otra fuente hace una revelación: en el tambo habría restos humanos que no lograron calcinarse, así como pedazos de ropa y un zapato deportivo (tenis), idénticos a los qu, justamente días antes, Gabriel Manuel Fonseca Hernández había comprado en abonos con una dama acayuqueña y que unas amigas reporteras le ayudarían a pagar.
Sin embargo, hasta el momento nada se sabe en concreto, no hay noticias de nada con firmeza.
Incluso los periodistas acayuqueños planean ir a la ciudad de Xalapa y realizar un protesta en la plaza Lerdo, al cumplir cuatro años de que el "jefecito" desapareció.
Mientras tanto don Juan, su esposa doña Candelaria y su hijo Ricardo siguen viendo al infinito en espera de saber algo…
Por momentos pierden la fe, por momentos les atormenta esta situación, pero al final saben que Cuco sigue en el corazón de todos los que tuvimos la fortuna de conocerlo.
Don Juan dice que la comisión para los periodistas le estaba “mandando un dinerito”, pero ´desde el tiempo de la política´ no le han mandado nada, lo que hace más difícil la situación.
Sobre todo que "se enfermó mi esposa, luego de la pérdida de nuestro hijo, como cinco o seis meses estuvo muy mal y para controlarla tuvimos que ponerle ampoyetas recarisimas; aparte 700 pesos por cada consulta; ella perdió la razón por tanto pensar en su hijo", sostiene.
Doña Candelaria ve la foto en la pared; eso hace que su estado emocional cambie, se pone depresiva. Ricardo, está mal, quiere ver a su hermano.
Cuatro años de angustia y dolor, cuatro años de continuo silencio, que no solo tiene perdido a Cuco, sino que también robó la tranquilidad de su familia.
Cuatro años que al burocratismo no le han sido suficientes para dar resultados.
Cuatro años que, en Veracruz, han servido para evidenciar que ser periodista es vivir junto al peligro cotidiano, vivir con la muerte.
*Premio Nacional de Periodismo