México: el presente doloroso de un pasado lacerante... ¿Y el futuro?

  • José Luis Ortega Vidal

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Confundimos los momentos electorales con las ambiciones electorales.

Confundimos las fallas en estructuras de seguridad o financieras con circunstancias políticas y ambiciones personales o de grupo.

Confundimos la agresión a la sociedad en general con el ataque a grupos de interés o grupos de presión.

Confundimos la atención a la presión mediática con la obtención de objetivos generales y específicos.

Confundimos las necesidades históricas con la manipulación que conduce al fracaso.

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Lo descrito líneas atrás es un problema nacional pero también estatal y municipal.

Los mexicanos conformamos una sociedad proclive a la confusión y ésta, muchas veces, es real y otras tantas la inventamos porque nos encanta agarrarnos de tontos entre nosotros mismos.

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El momento electoral de Veracruz dará inicio al finalizar el 2015 y se concretará a la mitad del 2016.

A nivel federal, el relevo Presidencial ocurrirá en el 2018.

Sin embargo, los propios grupos en el poder se encargan de “alborotar” el gallinero, de “jugar al tapado”, de apostar a la prolongación de su poder más allá del período que la Ley les delimita.

Carlos Salinas de Gortari y su sueño por controlar en el poder en México por 20 años; Fidel Herrera Beltrán con su protagonismo sexenio tras sexenio o sexenio tras bienio; Enrique Peña Nieto "orillado" a frenar la ´elección´ de sucesor desde hoy y entre su equipo de confianza: el mismo al que se le escapó el “Chapo”, el mismo al que se le cae el peso frente al dólar; el mismo al que las Reformas Estructurales nomás no le cuajan en el bolsillo del ciudadano común.

A todo ello se suma la ambición, la desesperación, así como la confusión de quienes, entregados al poder como un modelo de vida, se empeñan en controlar su propia circunstancia y olvidan a Nicolás Maquiavelo y sus lecciones sobre: Fortuna y Virtud:

 

“muchos tenían y tienen la opinión de que las cosas del mundo son gobernadas de tal forma por la fortuna y por Dios, que los hombres con su prudencia no pueden corregirlas, e incluso que no tienen ningún remedio (…) Esta opinión está más acreditada en nuestros tiempos a causa de las grandes mudanzas que se  vieron y se ven todos los días, fuera de toda conjetura humana (…) Sin embargo, como nuestro libre albedrío no está anonadado juzgo que puede ser verdad que la fortuna sea el árbitro de la mitad de nuestras acciones, pero que también ella nos deja gobernar la otra mitad, aproximadamente, a nosotros (…) la fortuna demuestra su dominio cuando no encuentra una virtud que se le resista, porque entonces vuelve su ímpetu

hacia donde sabe que no hay diques ni otras defensas capaces de mantenerlo (…) el príncipe que se apoya por entero en la fortuna cae según ella varía [en cambio] es feliz aquel que armoniza su modo de proceder con la calidad de las circunstancias”

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Cuando han ocurrido crímenes –muchos sin resolver- contra periodistas, las instancias oficiales montan operativos de respuesta inmediata para “resolver el caso”…

Al mismo tiempo “evalúan daños”…políticos.

Al mismo tiempo montan teatros para disminuir los efectos colaterales contra su circunstancia política…

La experiencia de los últimos años en Veracruz, nos indica que los procesos de prevención del delito, así como la procuración y aplicación de justicia en torno a los periodistas quedan al margen del manejo político que se da a estos casos.

En política nada es primero que la política: ni la justicia, ni la eficiencia administrativa, ni el desarrollo, ni la sociedad…

La misma lógica se impone en temas financieros: de ahí que la falta de planeación genere endeudamientos históricos como el de Veracruz y noticias que sacuden el presupuesto de todo el país como la pérdida de 84 mil 600 millones de pesos sufridos por PEMEX en el segundo trimestre del 2015 ante la baja en los precios internacionales del petróleo.

Si, que baje el precio del petróleo no es culpa de nuestros funcionarios federales; pero elaborar un presupuesto con expectativas que no prevén un golpe tan severo, no obstante que el mercado energético es sumamente volátil, sí constituye un error atribuible a nuestro gobierno.

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El fin de semana pasado Veracruz ha vivido un momento grave en materia de inseguridad: 16 cadáveres arrojados en distintos puntos de la entidad sólo entre sábado y domingo; más 3 aparecidos el martes.

Son cadáveres de seres humanos. No olvidemos eso: su condición humana al margen de sus errores o sus aciertos.

Ayer, también se anunció la captura de una banda de secuestradores en Poza Rica, a la cual se le acreditan 16 plagios.

En Minatitlán se detuvo a un líder de taxistas acusado –junto con su hijo, ya preso- del secuestro y asesinato de un abogado, meses atrás.

La enorme cantidad de información policiaca pone en evidencia una falla estructural en materia de prevención del delito y un saldo en contra en materia de procuración y aplicación de justicia.

Es decir, en números, 19 asesinatos en cuatro días se contraponen a la captura de un plagiario en el Sur y una banda presuntamente responsable de 16 secuestros en el norte de la entidad.

La estadística de delitos como asesinatos y secuestros a lo largo del 2015 se ubica muy por encima de los números de casos resueltos.

Es importante reconocer el trabajo de la Fiscalía con casos como los del secuestrador de Minatitlán y la banda de plagiarios de Poza Rica.

Ocurre, empero, que los delincuentes trabajan mucho más y sucede que las condiciones para que estos ataques a la sociedad -la falta de empleo, la insuficiencia educativa, la inestabilidad política, los errores macro y micro económicos- siguen ahí y se incrementan día con día.

La delincuencia no es producto de un juego de buenos y malos. Se trata, lo sabemos, de un tema ligado a estructuras sociales fallidas, entre otras variables.

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Estos datos duros contrastantes y dolorosos…

Esta mega inversión del tiempo de nuestros funcionarios públicos en temas electorales cuando estamos en época de trabajo, de búsqueda de soluciones a nuestros problemas financieros, de empleo, de salud, de seguridad….

Este exceso de circo, maroma y teatro, frente a la escasez de resultados tangibles, nos conducen a observar una falla grave: México es –hoy- un país de presente lacerante y vinculado a prácticas políticas y sociales de un pasado doloroso.

En consecuencia, padecemos un retraso histórico en el que –lamentablemente- podría fincarse nuestro futuro.