Economía veracruzana: su rescate

  • J. Enrique Olivera

Difícilmente se contaría con argumentos sólidos para cuestionar información, análisis y comentarios sobre el comportamiento tanto de la economía estatal como de la situación que guardan las finanzas públicas en la entidad, que periódicamente publica el Dr. Hilario Barcelata Chávez, Coordinador del Doctorado en Finanzas Públicas de Facultad de Economía de la Universidad Veracruzana.

Es tal su contundencia y acierto, que el gobierno del estado con su silencio lo reconoce y avala o, a lo más, intenta desvirtuarle con el manido discurso triunfalista sin sustento.

A partir de la información y análisis, en su artículo “Un plan de rescate económico para Veracruz” Barcelata Chávez nos dice: “Veracruz requiere urgentemente un plan de rescate para resolver la profunda crisis económica y social en que se encuentra actualmente”. Nadie podría refutarle, la necesidad de rescate a que hace referencia es más que evidente, necesaria y urgente, empero, cabe preguntarse si para ello es procedente un plan, o como señala el senador presidente de la Comisión de Hacienda y Crédito Público del Senado, José Yunes Zorrilla, un conjunto de proyectos estratégicos regionales que de manera integral contribuyan a detonar nuestra estancada economía.

A mi juicio y a como están las cosas en los tres órdenes de gobierno, si bien un plan integral alimentado con proyectos regionales estratégicos podría contribuir al rescate, difícilmente sería la solución tendiente a enderezar el entuerto. Plan y proyectos con propósitos, objetivos y metas por alcanzar tanto en rentabilidad económica como social, toparían con el nudo gordiano de la política política.

Estimo que en la coyuntura no es la economía lo determinante. Es la política política la que acota rumbo, destino y manera de hacer las cosas, estableciendo límites y topes en el difícil arte de conjugar lo deseable con lo posible a partir de lo disponible.

Sin un cambio substancial en la vida política de la nación y de la entidad veracruzana en lo particular, la racionalidad y rigor técnico tanto de planes, programas o proyectos estratégicos, toparía con pared. Ni está en los planes del Sr. Peña Nieto someter al país a un plan nacional de desarrollo cuya integralidad contemple abatir desigualdad, pobreza y exclusión, ni la administración pública veracruzana está en condiciones, hoy y en el mañana cercano, de sanear y racionalizar su quehacer en favor del desarrollo regional compartido. El propio Dr. Barcelata Chávez, así lo deja entrever en sus comentarios.

Quizá por ello el senador Yunes Zorrilla, no hable de un plan de rescate; se queda en la necesidad de implementar proyectos estratégicos regionales, focalizados y sujetos tanto a la capacidad de emprendimiento de actores públicos y privados como al libre juego del mercado, sin un marco referencial de complementariedad determinado por las condiciones de desigualdad económica y social regional y microregional, que si necesariamente se contemplaría en un plan estatal de desarrollo que iría más allá del protocolario e inservible mamotreto que el Congreso local aprueba a cada gobernador en turno.

No hay la voluntad política para un esfuerzo real y sistemático de rescate. Todo mundo lo sabe y todo mundo está consciente  de que tanto la conducción económica como la administración del presupuesto, está en manos de la corrupción impune. Amén de que la política política está permanentemente orientada al juego electoral y no a las tareas del desarrollo y bienestar de la gente. Obstáculo insalvable que confronta el interés individual de unos cuantos con la racionalidad de un proceso estratégico integral de planificación del quehacer de los veracruzanos.

Rescate sí, es ineludible pensar en ello y actuar en consecuencia, pero desde abajo, construyendo un esquema de presupuesto ingreso-gasto participativo, que micro regional y sectorialmente  sume recursos, atienda necesidades y tareas del desarrollo con pleno conocimiento de causa, participación, responsabilidad compartida, así como supervisión, control y evaluación  por parte de todos los sectores de la población involucrados.

La pregunta obligada: ¿Estaría nuestra clase política dispuesta y preparada para ello?

Sin el concurso de todos, el rescate y reencauzamiento de la economía veracruzana, es utopía.

Hojas que se lleva el viento

Con el sensible fallecimiento del Maestro Guillermo Héctor Zúñiga Martínez y la situación no prevista institucionalmente de quién habría de sucederle en el cargo de rector de la Universidad Popular Autónoma de Veracruz, el forcejeo por la sucesión viene a confirmar tanto el carácter personal del proyecto de institución de educación superior forjado en la mente del ilustre xalapeño, como el poco aprecio del gobierno estatal para una modalidad pedagógica única en su género en la entidad.

De ahí que de subsistir la institución poco o nada quedará de los propósitos, objetivos y metodología concebidos e impulsados por su creador. Para eso se necesitan tamaños, visión de futuro, conocimiento, compromiso para con Veracruz y voluntad de servir a  quienes le apuestan a mejorar sus condiciones de vida mediante la educación y la cultura. Virtudes que por lo que  se ve actualmente en la entidad, no se dan en maceta. La institución se burocratizará y terminará en el baúl de los recuerdos que como legado nos dejara el Maestro Zúñiga. Al tiempo.

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Suele reventarse el hilo por lo más delgado y, paradójicamente, una entidad federativa rica en recursos naturales y humanos, bendecida geográficamente con una posición geoeconómica envidiable, esto se confirma. El régimen político vigente, agotado y vencido por sus propias contradicciones se desmorona en Veracruz. El deterioro es tal y el hilo es tan delgado, que no se avizora salida en el corto y mediano plazo a su miseria moral y política. Los veracruzanos, sin merecerlo, son testigos mudos del derrumbe.

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J. Enrique Olivera

Como reportero laboró en los diarios, “Tiempo” y “El Imparcial de Xalapa”, del que fuera jefe de redacción. Fundando más tarde el boletín diario de noticias “Correo de la Noche” y la revista “Análisis”, en la capital veracruzana.  

Se incorporó a la Confederación Nacional Campesina, participando como delegado del CEN en el Plan Chontalpa, Tabasco. En el sector público federal prestó sus servicios como Sub residente de promoción social y económica de la Comisión del Grijalva en el Plan Balancán-Tenosique; Subdelegado de organización de la SRA en Quintana Roo y Yucatán; Supervisor técnico en el sureste del Fideicomiso de Organización y Capacitación campesina del BANRURAL; Jefe de la Unidad de Supervisión y control de la Delegación de la Secretaría de Programación y Presupuesto en Yucatán; Director de Evaluación Regional en la Subsecretaría de Evaluación de la SPP; Gerente del Banco Nacional Pesquero y Portuario para los estados de Yucatán y Quintana Roo; Delegado federal de Pesca en Quintana Roo; Responsable de promoción de proyectos productivos pesqueros, en la Comisión Intersecretarial para la atención de La Chontalpa y Región Lagunar del Estado de Tabasco. 

También se desempeñó como Jefe de la Unidad de Supervisión del Comité Promotor de Desarrollo de Yucatán, Director de Fomento Industrial en el gobierno del estado de Yucatán, y como Secretario Estatal de Pesca en el de Quintana Roo.

Retomando el periodismo actualmente edita el Semanario en línea Pulso crítico y como articulista independiente  sus colaboraciones se publican en diversos medios digitales en el internet.