Veracruz: crisis y percepción

  • J. Enrique Olivera

Nada es verdad, nada es mentira todo depende del color del cristal con que se mira, reza desde tiempos remotos la conseja popular; todo es relativo cuando de conocer la realidad real se trata, dice el acucioso filósofo. Lo cierto es que en ausencia de lo absoluto, entre medias verdades y medias mentiras, se construye en el imaginario popular una percepción colectiva que en política pesa y, en algunos casos, determina el curso de los acontecimientos.

Y en tratándose de Veracruz, y siempre dentro del contexto de descomposición que en todos los órdenes se vive en México, la percepción que anida en amplios sectores de la población es de desastre; trátese del comportamiento de la economía o de la vida social y política, para el caso es lo mismo: estancamiento, retroceso y deterioro en ascenso es la constante, sin visos a la vista de que existan respuestas viables para abatir rezagos que, como carga histórica, se hacen descansar ya no sólo sobre las espaldas de los sectores más vulnerables, también en las de unas clases medias empobrecidas y obligadas a hace malabarismo para sostener estatus económico y social.

Las causas de tal estado de cosas son diversas y van de lo simple a lo complejo, empero en el imaginario colectivo la percepción dominante gira en torno al desempeño negativo de la administración pública, tanto estatal como municipal, incapaz de encauzar a Veracruz por el camino de la estabilidad y  progreso sostenido, así como de brindar seguridad, transparencia, honestidad y rendición de cuentas en el manejo de recursos públicos, o como la anhelada tranquilidad y certidumbre a la gran familia veracruzana.

El descontento y malestar que deriva de la percepción popular, lo mismo sustentada en hechos concretos que en opiniones calificadas surgidas del seno del pueblo, se expresa en forma abierta lo mismo en las redes sociales que entre amigos y familiares en público o en privado.

Ya no sólo se trata del evidente deterioro del poder adquisitivo de un salario devaluado que semana con semana merma la economía  familiar generando incertidumbre, o de la pésima respuesta de las autoridades a los problemas urbanos y rurales que afectan la vida cotidiana en lo local, también y con mayor énfasis el entorno nacional sumido en un proceso galopante de descomposición que alcanzando y afectando a todos, pesa en el ánimo de la población fortaleciendo pérdida de confianza y credibilidad en los tres niveles de gobierno. Si le va mal a México le va mal a Veracruz, como apuntan datos duros oficiales, responsabilizándose  a una administración pública torpe, ineficiente y corrupta de la que la veracruzana es parte activa.

El triunfalismo oficial no para, poniéndole más leña al fuego. En medio de una crisis evidente y conocido ya el recorte presupuestal que negativamente incidirá en la entidad afectando empleo, producción y consumo de bienes y servicios, el discurso no varía:

Veracruz avanza sin tropiezos por el camino de la prosperidad; Lo mismo destaca en el orden nacional e internacional por su moderna infraestructura, que por una seguridad pública que da marco propicio para el impulso a la inversión, productividad, competitividad y sano esparcimiento para propios y extraños. Una administración pública previsora, ordenada y sana en sus finanzas, lo sustenta.

Aunque la realidad real más allá del aplauso mediático, desmintiendo la palabra oficial se imponga, la verborrea simplista no cesa dando motivo a más desconcierto y descontento en una población que expresa su hartazgo pidiéndole a Dios que el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa concluya cuanto antes se mandato.

Hoy miércoles, tras escuchar el anodino rollo del duartista y flamante delegado de la Secretaría de Economía en Veracruz, invitado por la Asociación Otero Ciudadano para informar sobre el comportamiento económico en la entidad, uno de los asistentes cuyo nombre omito, expresó su desencanto diciendo en corto que lo más grave del gobierno de Fidel Herrera Beltrán fue el haber impuesto a su delfín. De ese tamaño.

Lo que viene

No hay esperanza cierta de un cambio de ruta en Veracruz y lo porvenir en materia económica y descomposición social no es nada optimista. Y en este clima de incertidumbre en la entidad se da ya un ríspido debate en torno al sufragio. Votar o no votar; sufragar por los candidatos o por el partido que les respalda; voto de castigo sufragando a favor de candidatos independientes o voto nulo, retornando el fantasma del “gato Moris” que sospechosamente invita a trivializar el ejercicio de un derecho conquistado e irrenunciable.

Y no es para menos, cuando la oferta electoral para junio próximo apunta a favor de los mismos para más de lo mismo, en el marco de la democracia representativa secuestrada por el grupo de notables que, al fin dueños de las canicas, establecen sus propias reglas para que prevalezca en el juego el atole con el dedo, como si el horno estuviera listo y dispuesto para bollos.

Todo cambia para mal es la percepción que domina en el imaginario colectivo, en tanto que lo mismo para el gobierno en sus tres vertientes y niveles que para la insensible mal llamada clase política, la crisis es oportunidad para hacer de las medias verdades y medias mentiras cortina de humo tras la cual ocultar improvisación, desacierto y corrupción impune. Nada es absoluto, todo es relativo y en este contexto, la percepción que anida en el imaginario popular coloca en la misma canasta lo mismo el mal desempeño económico, inseguridad pública, pérdida del poder adquisitivo que el pésimo gobierno que hoy por hoy padece Veracruz.

Cómo pesara esta percepción frente a las urnas en junio próximo, es la pregunta obligada. Empero, no puede dejarse de lado que, pese a todo, la compra de votos y de conciencias también juega y juega bien en el perverso escenario electoral.

Hojas que se lleva el viento

El desplante mediático para anunciar las 8 medidas adoptadas por el presidente peña para combatir la corrupción en la administración pública, más que generar aceptación y el aplauso que hubiera dejado satisfecho al Sr. peña, fue tomado como insensible burla. Los malandros investigando a los malandros en el reparto del botín sin incurrir en conflicto de intereses. Con esto, ahora sí el gobernador de Veracruz se quedó corto y eso, ya es mucho decir.- Xalapa, Ver., 4 de febrero de 2015.

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J. Enrique Olivera

Como reportero laboró en los diarios, “Tiempo” y “El Imparcial de Xalapa”, del que fuera jefe de redacción. Fundando más tarde el boletín diario de noticias “Correo de la Noche” y la revista “Análisis”, en la capital veracruzana.  

Se incorporó a la Confederación Nacional Campesina, participando como delegado del CEN en el Plan Chontalpa, Tabasco. En el sector público federal prestó sus servicios como Sub residente de promoción social y económica de la Comisión del Grijalva en el Plan Balancán-Tenosique; Subdelegado de organización de la SRA en Quintana Roo y Yucatán; Supervisor técnico en el sureste del Fideicomiso de Organización y Capacitación campesina del BANRURAL; Jefe de la Unidad de Supervisión y control de la Delegación de la Secretaría de Programación y Presupuesto en Yucatán; Director de Evaluación Regional en la Subsecretaría de Evaluación de la SPP; Gerente del Banco Nacional Pesquero y Portuario para los estados de Yucatán y Quintana Roo; Delegado federal de Pesca en Quintana Roo; Responsable de promoción de proyectos productivos pesqueros, en la Comisión Intersecretarial para la atención de La Chontalpa y Región Lagunar del Estado de Tabasco. 

También se desempeñó como Jefe de la Unidad de Supervisión del Comité Promotor de Desarrollo de Yucatán, Director de Fomento Industrial en el gobierno del estado de Yucatán, y como Secretario Estatal de Pesca en el de Quintana Roo.

Retomando el periodismo actualmente edita el Semanario en línea Pulso crítico y como articulista independiente  sus colaboraciones se publican en diversos medios digitales en el internet.