Por: Harmida Rubio Gutiérrez
Mujeres de la calle, esta es una frase utilizada para referirse generalmente de manera despectiva a mujeres que se dedican a la prostitución, quienes trabajan en la calle porque es el escenario en el que ofrecen sus servicios. Hoy en día es muy difícil que esta frase se interprete de otra forma, por lo menos en sociedades hispanoamericanas. Al parecer esta sentencia únicamente puede admitir que las mujeres pertenezcan a la calle si se dedican a esta actividad. Sin embargo, cada vez más, las mujeres salimos a la calle, y más aún, la hacemos nuestra y nos mezclamos con ella, unificándonos.
La calle no es sólo un espacio sino un suceso, uno de los más importantes de la ciudad. Es lugar de encuentro, de esparcimiento, de manifestación, de búsqueda de identidad, no únicamente espacio de circulación.
Vendedoras ambulantes, policías, mensajeras, periodistas, arquitectas, artistas urbanas, ciclistas, maestras y demás mujeres viven la calle día con día no sólo como parte de su trayecto, sino como el ámbito de su trabajo mismo, como su forma de vida. Pero también hay otro tipo de mujeres de la calle, que luchan por ella, porque cada vez la calle sea un lugar libre, seguro y placentero para nosotras.
La activista política canadiense Jane Jacobs es una de las más emblemáticas. Jane salía todos los días a la calle para vivirla y entenderla, observaba sus secuencias, sus actores, sus escenas; se pasaba horas mirando los ires y venires de la calle para poder después decir algo de ella. Jane defendió la calle como una guerrera, se enfrentó con puertas cerradas, dificultades y negativas, pero siguió en la lucha, siendo crítica y propositiva. Como herencia de ella, cada año en primavera se realizan paseos-caminatas locales en distintas ciudades del mundo, con el fin de que los habitantes reconozcan la ciudad como un espacio de todas y todos; estos itinerarios se han nombrado “Los paseos de Jane”.
Pero en cada ciudad existen varias como Jane. Mujeres que de manera individual o colectiva se cuestionan el uso que actualmente tiene la calle, las condiciones de su barrio, su colonia, su ciudad. Mujeres que luchan desde el activismo político y social, desde la sociedad civil, desde su vecindario, desde su trinchera, para defender y recuperar lo que es suyo, la calle. Esa calle en la que antes se podía andar en bicicleta, subirse a los árboles, quedarse horas platicando afuera con las vecinas, jugar a la pelota, correr o caminar tranquilamente por la noche para poder tener un momento de paz con nosotras mismas.
Es precisamente a partir de la calle que podemos recuperar la ciudad, reconstruirla, reinventarla. Es justamente la calle el mejor muestrario de lo que la ciudad es y puede ser, la calle es la platea y el escenario al mismo tiempo.
Así que, la próxima vez que escuchemos eso de “una mujer de la calle”, recordémosle a esa persona que en eso estamos trabajando las Mujeres de la calle, en convertir ésta en “La calle de las mujeres”.