30 de marzo. Día Internacional de la Empleada del Hogar
- Mujeres Que Saben Latín
Yadira Hidalgo González /
Las empleadas del hogar han sido y son fundamentales en la vida de muchas personas. Yo entre ellas. Crecí junto a ellas y gracias a ellas, pues muchas veces mi madre se vio en la necesidad de dejarnos bajo su cuidado y protección. Nunca le fallaron, ni mi madre a ellas. De ese ejemplo aprendí que el trabajo que hacían esas mujeres en mi casa, debía ser debidamente pagado y ellas respetadas, queridas y bien tratadas. Una vez escuché una plática que una de ellas tenía con otra chica que trabajaba en la casa vecina quien se quejaba de los malos tratos de su “patrona”. Amy, que así se llamaba la joven que trabajaba en mi casa, le contestó que ella había tenido “muy buena suerte” al haber entrado a trabajar con la maestra, o sea mi mamá.
Eso pasó hace 30 años y, hasta la fecha, parece que la suerte sigue siendo a lo único que estas mujeres pueden seguirse encomendando cuando salen a buscar empleo, en lo que representa uno de los trabajos fundamentales para que no sólo el país, sino el mundo avance cotidianamente.
El trabajo en el hogar es el trabajo que se realiza en casas (una o varias) y que comprende actividades como limpiar, lavar, cocinar, planchar, hacer la compra de víveres, así como el cuidado de adultos mayores, niños y mascotas, por el cual se recibe un pago por una jornada (muchas veces indefinida), que muchas veces no está regulado, depende de la benevolencia y el sentido común de quien emplea y no otorga ningún beneficio a quien trabaja.
Actualmente se estima que a nivel mundial, más de 52 millones de personas mayores de 15 años se emplean en el trabajo en el hogar, de ellas el 83% son mujeres y constituyen el 7.5% de la fuerza de trabajo femenino asalariada en el mundo. En México, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, casi el 10% de las empleadas del hogar son menores de 20 años y entre las problemáticas que enfrentan, además de la discriminación, explotación y racismo que viven todas en general, las más jóvenes padecen del acoso sexual, la prohibición de acceder a la escuela o de tener actividades de esparcimiento o diversión.
Todo lo anterior tiene relación directa con la desvalorización que en general se manifiesta por el trabajo en el hogar. La forma más común de verbalizar ese desprecio, viene en los nombres peyorativos que mucha gente emplea para designar a las personas que se dedican al empleo doméstico y las comparaciones clasistas y racistas que se hacen a través de chistes y burlas.
¿De dónde viene ese desprecio por un trabajo que mueve al mundo? El trabajo doméstico es considerado una tarea propia de mujeres, por lo que no es valorizado como un trabajo real. Aunado a esto, al ser un trabajo que en su mayoría realizan mujeres rurales, indígenas o mujeres urbanas empobrecidas que no han tenido acceso a la educación media o media superior, se le considera una actividad de menor valía y propio de la población marginada.
La falta de formalidad en la contratación, que por lo regular es sólo verbal, permite que estas personas laboren sin ninguna prestación: 73% de ellas no recibe pago de aguinaldo, el 92% no recibe pago por tiempo extra, el 86% no disfruta de vacaciones pagadas, el 90% labora en días de asueto obligatorio, el 98% no recibe permiso por maternidad y el 63% ni siquiera tiene derecho a tomar un tiempo para descansar durante su jornada laboral, aunque ésta sea mayor a las 8 horas. 51% manifiestan ser discriminadas por dedicarse al empleo doméstico, un 40% no recibe un buen trato en las casas donde trabajan y 46% reciben como pago menos de un salario mínimo en general. El 96% de ellas considera el empleo doméstico como un trabajo digno e importante para la sociedad.
El 30 de marzo, es reconocido por diversos organismos internacionales, como el Día Internacional de la trabajadora del hogar. Igual que muchos otros días, es una fecha para conmemorar, no para celebrar. Este día podemos reflexionar sobre el trato que brindamos a quienes nos apoyan con las labores del hogar, así como nuestra participación en la falta de regulación laboral y legal de esta importante actividad. Es un día para hacer conciencia y empatía con esas mujeres, y cada vez más varones, gracias a quienes nos evitamos hacer doble jornada diaria; algo que ellas y ellos, no pueden decir.