• Veracruz

Sin empleo fijo, María gastará 3 mil pesos en útiles en Xalapa

  • Francisco de Luna
María limpia casas en Xalapa y su esposo es cajero; ambos buscan adquirir los útiles escolares para Ian y Alexa.

Xalapa, Ver.- María García Carmona y su esposo gastaran aproximadamente 3 mil pesos en útiles escolares para sus dos hijos; Alexa Mirel e Ian Daniel, en la ciudad de Xalapa, capital del estado de Veracruz. 

María tiene un trabajo temporal como empleada de limpieza en hogares. Aunque no siempre hay empleo fijo, cada ingreso contribuye a cubrir gastos esenciales como transporte, lonches y comida para sus hijos.
Los tenis escolares les costaron mil 500 pesos para ambos, pero aún falta adquirir el calzado diario, el uniforme completo y los materiales escolares. La suma total supera los tres mil pesos, monto que deben reunir en poco tiempo.

Los útiles escolares para Alexa están valuados en unos 800 pesos, mientras que los de Daniel rondan los 700. La familia calcula gastos por los que tendrán que seguir ahorrando, sin considerar imprevistos de salud o manutención cotidiana.

El esposo de María trabaja como cajero en una cadena de tiendas de autoservicio. Juntos, sostienen a sus hijos, quienes tuvieron que ser cambiados a una escuela con mejores servicios, luego de años en planteles con condiciones precarias.

Alexa Mirel entrará a tercero de secundaria, mientras que Ian Daniel comenzará quinto de primaria, ambos con la intención de continuar con estudios del nivel básico.

María y su familia viven en la colonia Humberto Aguirre Cruz, a las orillas de la ciudad de Xalapa, que a pesar de los límites económicos, con su esposo acordaron que los dos menores de edad que tienen, no iniciará sin que ambos cuenten con lo necesario para seguir regresar a clases el próximo lunes primero de septiembre, según lo indica el calendario escolar de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Escuelas de láminas y paredes de lona

Los primeros años de estudios de Alexa y Daniel transcurrieron en escuelas con techos de lámina, paredes de lona y bancas improvisadas; el preescolar “Berenice Bonilla López” y la primaria “Manuel Serrano Vallejo”. Allí, también funciona la secundaria “Manuel Hernández Pasión”.

Estas escuelas fueron construidas con materiales básicos, aún conservan lonas con el lema gubernamental “Vamos para adelante” del sexenio priista del entonces gobernador priista Javier Duarte de Ochoa, entre 2010 y 2016. 

Los salones, a una década de ser construidos, continúan con pisos de tierra. Las bancas son sillas recicladas y donadas, donde un tronco tiene la función de pilar, y sostiene el techado. En ese entorno, ambos menores iniciaron su formación escolar; enfrentando frío, calor y apagones eléctricos constantes.

“Cuando llueve, el agua se mete a los salones y cuando hace calor, por las lonas, es hasta asfixiante”, cuenta la señora María García.

Entre las defiendas se suma carencia de maestros y por ende, suspensión de clases, generando que Alexa y Daniel le pidieran a sus papás cambiar de escuela, pero le guardan cariño a colonia que los ha apoyado en otras etapas de su vida escolar.

Ian Daniel padece alergias que se agravaban por el polvo en los salones. Ese fue otro motivo para cambiar de plantel, en busca de un entorno menos perjudicial para su salud.

La nueva escuela está cerca de la avenida Enrique C. Rébsamen, pero el cambio implicó nuevas dificultades; no hay transporte urbano desde la colonia Humberto Aguirre Cruz, y para llegar, deben pagar taxi; un gasto adicional para la familia.

Sin carro propio, los menores -en algunas ocasiones- se ven obligados a recorrer hasta dos horas de ida y vuelta a pie entre monte y brechas. En días lluviosos, deben caminar sobre el lodo y sortear charcos para llegar a clase.

De gasto semanal llegan a gastar -en taxis- 400 pesos, así que María y su esposo hacen un esfuerzo más para cubrir ese costo, pues no hay alternativas viables de transporte en la zona que se ubica rumbo al sur de la capital veracruzana.

Vivir entre carencias

La colonia Humberto Aguirre Cruz se sitúa en la periferia del municipio, en una zona con escasa infraestructura, sin calles pavimentadas, carencia de drenaje, de agua entubada y con fallas en la señal de la telefonía celular.

El agua potable llega sólo mediante pipas con una asignación limitada: 500 litros por familia de hasta 4 integrantes.

A un mes del regreso a clases, Alexa quiere convertirse en médico forense y su hermano Ian sueña con ser odontólogo. A pesar de las dificultades, ambos mantienen firme su aspiración de alcanzar una profesión que les permita aportar a su comunidad.

Ante ello, María y su esposo trabajan con esmero para que sus hijos vayan a la escuela con útiles completos y la motivación intacta por continuar su preparación académica.