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Corazones de laboratorio: tecnología para probar medicamentos en humanos

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Científicos australianos han desarrollado una nueva forma para crear tejidos cardíacos que imitan corazones adultos.

Suena a ciencia ficción, pero ya es una realidad en el laboratorio: un grupo de investigadores australianos ha creado pequeños corazones humanos que laten, se contraen y responden a medicamentos como lo haría un órgano adulto. Estos “mini-corazones” podrían cambiar radicalmente la forma en que se prueban fármacos y se estudian enfermedades cardiacas genéticas.

Durante años, los científicos lograron fabricar tejido cardiaco a partir de células madre, pero con un problema: esas células se comportaban más como un corazón fetal que como uno completamente desarrollado. Latían rápido, eran débiles y no reaccionaban bien a los medicamentos.

Ahora, gracias a un protocolo llamado “maduración dirigida”, los investigadores lograron que los organoides cardiacos se comporten casi como corazones adultos. La clave estuvo en activar de forma precisa dos proteínas, AMPK y ERR, que funcionan como interruptores biológicos del desarrollo celular.

Usaron dos compuestos químicos aplicados en el momento justo, y el resultado fue un tejido más fuerte, lento en su ritmo y estructuralmente más cercano al músculo cardíaco maduro. Estos mini-corazones no son simples cúmulos de células. Están formados por una mezcla completa de tipos celulares: músculo, vasos sanguíneos, fibroblastos y más.

Eso los hace especialmente útiles para estudiar enfermedades complejas, donde no solo un tipo de célula está involucrado, sino toda una red que interactúa como en un corazón real.

Además, tienen un metabolismo similar al de un adulto: consumen grasa para generar energía, lo que los hace más resistentes y estables, a diferencia del metabolismo azucarado de los tejidos fetales. También presentan un ritmo cardíaco firme y más lento, ideal para analizar arritmias o efectos adversos de ciertos medicamentos.

Una de las pruebas más importantes fue la modelación de una enfermedad genética llamada miocardiopatía, provocada por una mutación en el gen DSP. Al crear mini-corazones con células de un paciente real, los científicos observaron que el tejido mostraba rigidez y cicatrización, justo como ocurre en los pacientes humanos. (EP)