Veracruz, Ver.- “Yo me compraba dos bolsitas, me duraba solo la madrugada, cuatro a cinco horas, pero eso depende qué tanto te metas (...) no es que haya una medida exacta, depende la adicción de cada persona cuánto te dura la bolsita”, dice un ex adicto a quien llamaremos José.

El estudiante de la Universidad Veracruzana (UV) es una persona rehabilitada tras sufrir una adicción a la metanfetamina, una droga que le causó paranoia, ansiedad y un deterioro físico crítico.

Consumir metanfetamina se convirtió en un problema de salud pública, pues, de 2017 a 2022, creció en 218 por ciento. Los jóvenes en edad universitaria, de 18 a 25 años, son los principales consumidores.

En Veracruz, el problema ya fue detectado por la Universidad Veracruzana (UV). Los datos se dieron a conocer a través de la publicación del estudio “Consumo de metanfetaminas en estudiantes universitarios: prevalencia y factores asociados”, realizado por el área de Ciencias de la Salud de la UV.

Las metanfetaminas tienen muchas variables. En las calles se puede encontrar de varios tipos y nombres: “cristal”, “crico”, “azul”, “hielo”, “anfeta”, “meta”, “ice” y “speed”.

Estas drogas son particularmente peligrosas debido a que son sumamente adictivas, casi como el fentanilo, de acuerdo con los expertos.

Jorge Sánchez Mejorada Fernández, coordinador del Centro para el Desarrollo Humano e Integral de los Universitarios (Cendhiu) de la UV, afirmó que los estudios demuestran que el tiempo de una persona que consume metanfetamina es muy corto para convertirse en adicto. Por ejemplo, la adicción al alcohol puede llevar unos años, pero con la meta es cuestión de semanas. 

“Es un riesgo alto. Está muy disponible en todos lados esta droga y se conjugan las características; alta disponibilidad, el tema del adolescente que busca nuevas experiencias o una curiosidad natural”, dijo.

Sin embargo, Sánchez Mejorada aseguró que tal vez el factor más trascendental en la adicción a las drogas, en general, es la edad y ahí, justamente es donde el problema se agudiza entre estudiantes universitarios.

“Entre más joven es la persona más riesgo de desarrollar adicción, por eso está desaconsejado incluso el consumo del alcohol neuropsicológico antes de los 20 años”, comentó. 

La metanfetamina es una droga relativamente menos costosa, comparada con otras como la cocaína. Su consumo tiende a darse más en sectores económicos desfavorecidos. Aunque también se consume en sectores medios y altos. 

El costo de la bolsita de cristal varía entre los 300 a 500 pesos. Su costo depende de la calidad; la de mayor es considerada pura, pero es menos probable encontrarla. 

EFECTOS DE LA METANFETAMINA

El cristal, por ejemplo, se puede inhalar o se funde para consumo humano.
“Cuando lo inhalas, se siente como raspa todo por dentro la nariz, es feo, y pues ya si lo fundes es inyectado, pero ahí gastas más en las jeringas”, explicó José.

Aseguró que la metanfetamina te pone paranoico, además de que quita totalmente el hambre.
“Ves visiones, no tanto como el LSD, pero es más fuerte la meta (...) te deja sin comer o dormir por varios días, por eso se dice que los cricosos están flacos, porque es una dependencia muy cabrona”, comentó.

Uno de sus conocidos le contó cómo, después de consumir cristal, empezó a ver alucinaciones, y esto lo hizo saltar de una altura muy considerable, porque estaba alucinando que lo estaban persiguiendo. 

“El joven empieza mucho a ser disfuncional, cambiar horarios, dejar serie de actividades, tener alteraciones en los patrones de sueño muy fuertes y caer en este tipo de cuadros psicóticos, delirio de persecución y el cambio es notable y así se enteran los padres”, afirmó el coordinador del Cendhiu. 

José pudo dejar esta adicción a tiempo, pues no consumió en muchas ocasiones, pero sí notó las consecuencias que tenía en otros amigos.

“Siempre andaba ansioso, tenía una conducta muy colérica sobre todo cuando no se metía (...) no salía mucho a la calle de día porque le lastimaba la luz, y se la pasaba encerrado, sin comer, sin dormir, lo veías y parecía un enfermo terminal siempre estaba aletargado”, relató al describir cómo veía a sus amigos.

Su boca y sus dientes comenzaron a verse secos, y su aspecto físico empeoró, pues además de perder mucho peso, su piel y cabello presentaron resequedad.

El titular del Cendhiu explicó que la parte más difícil para un adicto en recuperación es superar lo que se llama “crave view”: el deseo ansioso e imperioso de consumir la droga.

“Las drogas, esta, en particular (metanfetamina) se apodera del cerebro y se convierte en necesidad de consumo. Se necesita tratamiento intenso, multidisciplinario, prolongado. Se puede salir, pero no es sencillo, ocupa tiempo, trabajo personal del chico, familia y acompañamiento”, infirió.

LOS DATOS

Recientemente se publicó un estudio entre estudiantes de la Universidad Veracruz, en donde, la muestra estuvo conformada por 211 estudiantes. El 1.10% reportó haber consumido metanfetamina alguna vez en la vida; 0.39% en el último año; y 0.18% en los últimos 30 días. 

Del total, 72.99% informó que la edad de inicio del consumo fue entre los 18 y los 24 años, 21.80% antes de los 18 años, y 5.21% después de los 25 años. De este, 51.66 por ciento fueron hombres, 44.55 por ciento mujeres, y 3.79 por ciento no respondió.

El área académica a la que pertenecían los estudiantes que consumieron fueron; 30.33% se adscribió al área Económico-Administrativo, 26.07% a Ciencias de la Salud, 18.01% al área Técnica, 12.80% a Humanidades, 10.90% al área Biológico-Agropecuario y 1.90% a Artes. 

El 61.61% cursaba los primeros semestres, mientras que el 36.49% estaba en semestres más avanzados.

De los estudiantes que reportaron consumo de metanfetamina, se realizó un análisis para indagar qué otras drogas consumían; 96.68 por ciento dijo que alguna vez en la vida había usado marihuana, 57.35% cocaína, 27.49% crack/piedra, 64.93% alucinógenos, 12.80% solventes inhalables, y 2.37% heroína.

Además, el estudio reportó que encontraron que existen factores psicosociales en los estudiantes consumidores de meta, asociados como síntomas de depresión y ansiedad, contaban con niveles de autocontrol y autoestima bajos, disfunción familiar grave, uso de su tiempo libre de riesgo durante el fin de semana para la realización de actividades que potencialmente implican el consumo de sustancias, por ejemplo; ir con amigos al antro o a algún bar.