Pedro Amador Delfín volvió a recaer en el alcohol. Hace poco, intentó rehabilitarse en un centro especial para personas con adicciones, pero decidió interrumpir su recuperación porque no estaba de acuerdo con el costo tan elevado que le cobraban.

Él consideró que la atención era como una “mafia”, así que tomó su antigua guitarra y volvió a las calles del centro histórico del puerto de Veracruz, a hacer lo que más le gusta: cantar y tocar su instrumento.

Sentado en una vieja y oxidada silla de ruedas, que avanza lento con cuatro ruedas rechinantes, el hombre de 70 años recorre las calles del primer cuadro de la ciudad en busca de algún café o restaurante donde le permitan hacer música para ganar unas monedas.

Aseguró que, en su juventud, su amor por la música, lo llevó a grabar discos en el extranjero. Fue baterista y vocalista de una agrupación local muy famosa a finales de los setenta y principios de los ochentas.

“Soy compositor, hace mucho tiempo grabamos discos en Estados Unidos, tengo registradas canciones de inglés, grabé con una banda de aquí, que el dueño era malo, la Banda Cristal del puerto de Veracruz, fue en el 79, en el 80 apenas salió nuestro acetato. En estos tiempos no había teléfonos, ni celulares”, recordó.

Uno de sus más grandes éxitos fue un cover en español de la famosa canción “Aline” del artista francés Christophe.

“Grabamos la canción de Aline, fue un exitazo, Aline la canción. Yo la grabé con mi voz, era baterista, la original es francesa con Christophe, ahí le pueden bajar la original. ¡Qué bonita canción!”.

La fama se acabó y de ella solo le quedan los recuerdos.

 

 

 

 

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Pedro reconoció que después de estar nueve meses en un centro de rehabilitación, volvió a recaer en el alcoholismo.

“Yo canto y tocó donde se pueda, nada más que ahorita recaí, la verdad, tenía un año que no tomaba. Por eso me encerré en Alcohólicos Anónimos, pero son puros ratas, cobran cinco mil pesos, pero les pegan a los alcohólicos. La terapia no me gustó y los chamacos que ahí entran salen peor”.

Por azares del destino, este compositor terminó en la calle, sobreviviendo de la música a cambio de unas monedas.

Sin hogar para vivir, Pedro terminó en las calles del puerto de Veracruz. Con el paso del tiempo, cualquier rincón se convirtió en su cama para pasar las noches.

“Ahorita me quedo dónde sea, nada más que por aquí hay muchas lacras, muchas ratas. No sé cómo la gente lo permite”.

Actualmente, está a la espera de que una conocida suya le consiga un cuarto para vivir, en el que le cobrarán 400 pesos a la semana.