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Estos son los viacrucis más extremos de México y el mundo

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Durante Semana Santa, los viacrucis se festejan en México y el mundo; algunos de estos rituales datan desde el siglo 16.

Durante el periodo de Semana Santa se realizan en México y el mundo una serie de viacrucis, representaciones que dramatizan la Pasión de Cristo, que ponen a prueba el físico de sus participantes, que llegan incluso a perder sangre o clavar sus manos a cruces de verdad.

En algunos sitios del país estas tradiciones católicas consisten en largas procesiones donde los participantes caminan kilómetros con los pies descalzos sobre calles empedradas, cargando cadenas pesadas e incluso recibiendo golpes en la espalda.

Pese a que son consideradas tradiciones arraigadas en algunos lugares, muchas de ellas causan polémica por el extremo al que algunos feligreses llevan su cuerpo al tratar de materializar la devoción y adoración que tienen por la fe católica y las enseñanzas de Jesús Cristo.

Los 6 rituales católicos más extremos del mundo

Cristo en Iztapalapa, Ciudad de México

Este viacrucis ya tiene 182 años; realizan una representación de la Pasión de Cristo, pero en el Cerro de la Estrella de Iztapalapa.

Los aspirantes a representar a Jesucristo se preparan mental y físicamente durante más de un año. Deben ser personas esbeltas y deportistas para completar el recorrido planeado.

Entre los lineamientos para obtener el libreto del protagonista, los hombres no deben consumir drogas o alcohol, ser oriundo del lugar, medir más de 1.75 metros y tener buena resistencia física, ya que deben caminar más de 10 kilómetros entre golpes, sol y más de 2 millones de espectadores.

Procesión de los Flagelantes y el crucificado en Taxco, Guerrero

La procesión se realiza en total silencio y es considerada como un rito extremo porque los creyentes cargan fardos de ramas espinosas sobre sus hombros que pesan entre 50 y 100 kilos.

Los crucificados se autoflagelan mientras caminan, llevan el torso desnudo, el rostro cubierto con una capucha y una corona de espinas. El azotarse con una vara o sogas con púas representa el arrepentimiento extremo.

Engrillados de San Francisco en Atlixco, Puebla

Los 35 representantes en este año simulan el dolor de Jesucristo mediante un ritual que consiste en caminar descalzos por más de tres kilómetros con una corona de espinas y cargando cadenadas de hasta 30 kilos en hombros. Recorren las calles con espinas clavadas en brazos y piernas.

Los participantes llevan un proceso de preparación previa antes del viacrucis que implica trabajo espiritual y físico, así como el acto de confesión para recibir la eucaristía. Esta tradición cumple más de 100 años en el municipio.

Las crucifixiones reales en Filipinas

Como parte de la conmemoración del Viernes Santo, en Filipinas —país de Asia con más fieles católicos— se conmemora la Pasión de Cristo con representaciones extremas. Llevan a la realidad las crucifixiones, con flagelaciones y una larga procesión.

Las crucifixiones se llevan a cabo en la localidad de San Franciscodonde varios filipinos clavan sus manos en cruces de madera con ayuda de martilleros como acto de devoción a la religión católica.

Las crucifixiones en Filipinas representan una de las tradiciones del mundo más peculiares en Semana Santa, donde son realizadas públicamente y observadas por extranjeros y oriundos del lugar.

Latigazos del pecado, El Salvador

Los ‘talcigüines’ o ‘endiablados’ son hombres vestidos con túnicas y capuchas rojas que representan a diablos encargados de propinar latigazos a las personas por sus pecados.

Después de finalizar una misa en la iglesia de San Esteban, los talcigüines salen a la plaza de TexistepequeEl Salvador, con látigos para azotar a las personas del lugar. El castigo termina al medio día con la llegada de Jesucristo.

La tradición empieza desde el Lunes Santo y termina con la llegada de Jesucristo, que representa el triunfo del bien contra el mal.

Los Picaos de España

En España un grupo de personas identificados comolos picaos se flagela con una madeja de 60 centímetros y un peso de 850 a 950 gramos para cumplir un rito que data del siglo XVI.

Los participantes ocultan su identidad. Solo pueden integrarse varones mayores de edad y católicos que presenten un certificado de su párroco que acredite su creencia religiosa.

Las flagelaciones se realizan con la espalda desnuda y pueden alcanzar millares de golpes durante los 45 minutos que dura la procesión. Posteriormente, son picados en la zona lumbar con un objeto en forma de estrella para evitar que la espalda se hinche y descartar molestias. (JRLM)