Veracruz, Ver.— Fracisco Ávalos y Rodolfo Ruiz se han adentrado en el mar los últimos 10 años para cazar a una especie exótica que invade el Parque Nacional Sistema Arrecifal Veracruzano (PNSAV) desde el 2011: el pez león. 

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Para ello, estos pescadores se han vuelto expertos usando el arpón, la única herramienta con la que se puede capturar a este pez debido a su peligrosidad. En el pueblo, solo 50 personas que saben maniobrar con esta punta de hierro.

Aunque intentan escapar del veneno, narran que han recibido algunas picaduras de este ejemplar originario del océano Indo-Pacífico, llevándolo a los paladares de quienes visitan Antón Lizardo, en Alvarado, en forma de ceviche, minilla, empapelado o frito, contribuyendo así a regular su invasión en la costa.

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Estudios revelan que el pez león —llamado así porque sus aletas en forma de abanico recuerdan la melena del rey de la selva— tiene 18 espinas venenosas. Sus aletas dorsales, anales y pélvicas están cubiertas de glándulas que producen toxinas proteicas, las cuales utiliza como defensa contra depredadores. 

Al contacto con la piel humana, estas toxinas pueden causar dolor extremo, náuseas, fiebre, vómitos, sudoración, dificultad respiratoria e incluso parálisis. Francisco Ávalos cuenta que ya lleva, al menos, una decena de picaduras.

“Duele muchísimo una picadura, ya me ha pasado entre 10 y 12 veces. Primero, el piquete se siente como una aguja hipodérmica que te quema. Depende de la resistencia de cada quien, pero yo enseguida me muerdo y me aprieto el lugar donde me picó”.

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“Cuando subo a la lancha, todavía me duele, el dolor dura uno o dos días, pero luego desaparece. Sin embargo, el malestar queda, y algunos han terminado en el hospital. Puedes estar cerca de él y anda como un guajolote esponjado, pero no lo toques”, explicó.

Invasión y control

Inicialmente, ambos pescadores comenzaron con la captura de ejemplares en apoyo a las universidades del estado de Veracruz, que realizaban estudios sobre el hábitat y la invasión del pez león en aguas del PNSAV. En aquel entonces, esta especie ya era famosa por ser un gran depredador que arrasaba con todo a su paso.

“Se come lo que encuentra, todo: puro pez y huevecillos de otros peces. Al principio los hallábamos en aguas poco profundas, pero muy lejos; después los encontramos en aguas más profundas en grupos de 10 a 12 animales, y cada vez estaban más cerca”, comentó Rodolfo.

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Estos peces tienen la capacidad de liberar una masa gelatinosa con huevecillos que viaja por las corrientes marinas, facilitando su expansión. Se cree que el pez león llegó al sureste del Atlántico hace más de 40 años a través del comercio de acuarios y que, años después, fue liberado en el Golfo de México, expandiéndose hacia el Caribe y la costa este de Estados Unidos.

Desde su aparición, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) ha difundido los riesgos de esta especie y promovido diversas acciones para su control:

• Pláticas de concienciación sobre la biología del pez león en Marinas y Cooperativas Pesqueras.
• Campañas de difusión mediante trípticos y pósters.
• Torneos de pesca de pez león.
• Programas de Empleo Temporal (PET) para la captura del pez león en el Área Natural Protegida.

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Del mar a la mesa

Francisco Ávalos y Rodolfo Ruiz aprendieron que solo con un arpón es posible capturar al pez león sin manipularlo directamente y exponerse a una picadura. Para ello, se sumergen varios metros, localizan al ejemplar en el fondo del mar, le apuntan y disparan el arponazo.

“Yo llego y lo agarro con la varilla del arpón para matarlo, porque donde te toca, te pica. Entonces, con la aguja de acero, lo golpeo en la cabeza, luego le meto la mano por debajo y le doy la vuelta, le meto la aguja de acero y lo arrojo a la boya”, explicó Francisco.

El pescador cuenta que el ejemplar más grande que ha cazado pesó 2 kilogramos con 300 gramos y midió más de 40 centímetros.

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Cuando las universidades dejaron de solicitar sus servicios, estos experimentados pescadores encontraron una forma de ganarse la vida capturando pez león para consumo humano, lo que a su vez ayudó a reducir su población en el Parque Arrecifal.

“Por eso no se ha incrementado tanto su cantidad, porque los sacamos nosotros. De hecho, los hemos capturado tanto para consumo como para venta”, dijo Rodolfo.

Agregó que otro factor que ha reducido la reproducción del pez león es la presencia de depredadores naturales en las costas de Antón Lizardo, como morenas, cabrillas y barracudas.

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Rodolfo Ruiz explicó que, al capturar un ejemplar, es necesario retirar sus 18 espinas con mucho cuidado para evitar alguna picadura. El trabajo de captura no es muy bien pagado como en otros lugares, pues el kilo de carne de pez león se vende por más de 100 pesos.

“Cuando son muy grandes, los vendo en filete. En Veracruz te lo pagan barato, como a 120 pesos el kilo, pero en Cancún hace seis o siete años estaba a 350 pesos el kilo de filete”, detalló.

Luego, viene la preparación al gusto: frito, empanizado, al mojo de ajo, enchilpayado, empapelado, en ceviche o en minilla.

“Su carne es riquísima, es un filete blanco, suavecito. Se ha demostrado que es exquisita, sobre todo en el Caribe, donde lo comen en ceviche. Yo lo he probado frito y en minilla, y es muy sabroso”, comentó.

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Señaló que los restaurantes de Antón Lizardo no han querido aventurarse a venderlo, por lo que las ventas son principalmente a compradores foráneos.

“Mucha gente seguro ha comido carne de pez león sin saberlo, porque se mezcla con otros filetes”, concluyó.

Rodolfo destacó que el sabor de este pez es muy especial y tan proteico como otras especies, por lo que invita a probarlo.