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Muertes maternas, evitables mediante partos humanitarios
Xalapa, Ver.- En los últimos seis años, el estado de Veracruz ha estado en el top 5 de muertes maternas y en los primeros lugares de violencia obstétrica, ejercida principalmente por personal de salud en centros y hospitales públicos.
La principal causa de muertes maternas es la hemorragia, según el informe semanal de la Secretaría de Salud Federal, que contabiliza los fallecimientos de mujeres que tienen un parto. En 2018 y 2019, la entidad se colocó en tercer lugar con 38 y 48 muertes, respectivamente.
En 2020, Veracruz ocupó el quinto lugar con 39 muertes; en 2021 se registraron 71, regresando al tercer lugar; mientras que en 2022, aunque las muertes disminuyeron a 44, Veracruz se posicionó en segundo lugar. En 2023, el estado se mantuvo en el mismo puesto con 39 fallecimientos.
En 2024, Veracruz ocupó el quinto lugar a nivel nacional con 31 muertes. De estas, 19 ocurrieron en hospitales del SESVER, cuatro en el IMSS, una en IMSS-Bienestar, otra más en un hospital privado, cuatro sin atención médica, una en un hospital de Pemex y otra en el ISSSTE.
En México, las muertes durante el embarazo, parto o puerperio afectan principalmente a mujeres pobres, indígenas y urbano-marginales, según el informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Esto evidencia que el acceso a la salud está directamente relacionado con la capacidad adquisitiva de las mujeres.
Las muertes maternas han llevado a las autoridades de salud a implementar programas que reduzcan estos casos, como la incorporación de la partería en los servicios públicos. Este modelo, considerado una medida de justicia y equidad social, enfrenta retos debido a los cambios en la administración estatal.
Cada gobierno prioriza programas distintos, y en Veracruz, de 2015 a 2024, ha habido tres cambios de administración y partidos políticos, cada uno con sus propias prioridades.
Las Posadas AME: un proyecto desdibujado
Durante la administración de Javier Duarte de Ochoa, se crearon las Posadas AME, espacios cercanos a hospitales con atención obstétrica para mujeres que requieren cuidados especializados durante el embarazo, parto o puerperio. Estos espacios estaban diseñados para mujeres de localidades alejadas con difícil acceso a servicios de salud.
El objetivo inicial era que las mujeres fueran atendidas por parteras tradicionales y profesionales con estudios de licenciatura. Sin embargo, este programa se ha desdibujado con el tiempo. Según información de la Secretaría de Salud de Veracruz (SESVER), las Posadas AME pasaron al IMSS-Bienestar.
Algunas se convirtieron en albergues, mientras que otras ahora funcionan como bodegas o residencias médicas. Actualmente, solo permanecen operativas las de Tantoyuca, Córdoba, Playa Vicente, Oluta, Minatitlán y Tonalapan.
Partería, una opción para evitar muertes maternas
Rafaela López, integrante de la colectiva Cueva Matriz, es una partera que forma parte de una red de más de 30 parteras –tradicionales y con formación académica– en todo el estado de Veracruz. Desde hace ocho años, tras graduarse de la Escuela Formadora de Parteras en el Estado de Guerrero, ha apoyado a mujeres embarazadas, enfrentando obstáculos impuestos por las autoridades de salud que intentan limitar su labor.
“La partería va más allá de recibir a un bebé. Es un acompañamiento integral durante el embarazo, el parto y el posparto, donde se prioriza el bienestar físico y emocional de la madre”, explica Rafaela.
Para la presidenta del Colegio de Enfermería y catedrática de la Universidad Veracruzana (UV), Gloria López Mora, la principal causa de las muertes maternas está relacionada con la calidad de la atención que reciben las pacientes durante el embarazo, parto y puerperio.
“A pesar de que existen guías de práctica clínica y protocolos de atención, muchos médicos no los siguen, lo que pone en riesgo a las pacientes”, señala.
En la Facultad de Enfermería de la UV, se han implementado experiencias educativas como el parto psicoprofiláctico, buscando capacitar a los estudiantes para prevenir la violencia obstétrica.
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), si las parteras profesionales estuvieran disponibles y fueran accesibles, se podrían evitar dos tercios de las muertes maternas y la mitad de las muertes de recién nacidos.
Una experiencia humanizada
En 2017, Laura Luz tuvo su primer parto en un hospital público de Coatzacoalcos. Aunque en un principio normalizó el maltrato que recibió, después identificó que había sido víctima de violencia obstétrica.
“Me pusieron oxitocina, rompieron la bolsa y no me explicaron nada. Cuando pedí ayuda al doctor, me ignoró. Fue una experiencia traumática”, relata.
Fue por eso que en su segundo embarazo buscó el acompañamiento de una partera, Rafaela, quien la acompañó desde los primeros meses de su embarazo hasta el puerperio. Calificando esta experiencia como humana, ya que en todo momento las emociones de ella y su bebé fueron priorizadas, así como el ritmo de su cuerpo.
Laura Luz pudo tener a su segundo hijo en su casa, sin la presión de la oxitocina irrigando su cuerpo para darle prisa su parto, también pudo tomar la mano de su pareja cuando las contracciones agudizaban, su hija pudo vivir la experiencia de ver la llegada su hermano menor y juntas cortaron el cordón umbilical.
Con el apoyo de la partera no hubo presiones, ni comentarios para que pujara fuerte, tampoco el dolor de una cortada vaginal innecesaria o médicos practicantes viéndola con las piernas abiertas, como lo que vivió en su primer parto.
“El trato fue muy humano, muy cálido, pudo estar mi familia, mi esposo, mi mamá, y mi hija. Hubo cantos, hubo flores, desayune superrico, fue toda una experiencia fuerte, pero te apapachan. Pude comer, me dieron masajito, mi esposo ahí, el poder abrazarlo y sentir juntos ese dolor” narra Laura Luz.