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Tenemos miedo: Frida, trabajadora sexual trans hostigada por policías
Xalapa, Ver. - La primera vez que Frida fue víctima de hostigamiento policial tenía 22 años. En las llamadas redadas nocturnas, elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de Veracruz llegaban a la avenida Lázaro Cárdenas durante la madrugada, mientras varias de sus compañeras y ella trabajaban ofreciendo servicios sexuales, las subían a una patrulla y las llevaban al Cerro de Macuiltépec. En el lugar, los policías la agredían psicológicamente, torturaban y violaban. Eran finales de los 90’s, pero las circunstancias siguen siendo casi las mismas.
“Les tenemos más miedo a los policías que a otra cosa”, narra Frida, una mujer trans que ahora tiene cerca de 50 años y quien en los últimos tres años presentó por lo menos seis denuncias ante diferentes instancias por los abusos policiales que vive cada noche que sale a trabajar.
Frida es una mujer alta, de carácter fuerte, que le ha servido para enfrentar a los elementos cuando intentan extorsionarla o detenerla sin argumentos a ella o a sus compañeras de esquina en la avenida Lázaro Cárdenas. La trabajadora sexual es quien ha solicitado audiencias con los altos mandos de la SSP para denunciar a los uniformados o quien públicamente ha expuesto las agresiones que sufren.
El hostigamiento policial que sufren las mujeres trans sexoservidoras en Veracruz es un problema alarmante que refleja una profunda desigualdad y violación de derechos humanos. En esta región de México, las mujeres trans que trabajan en la industria del sexo enfrentan un entorno extremadamente hostil y peligroso, exacerbado por la conducta abusiva de las autoridades policiales.
Las denuncias y testimonios de estas mujeres trans revelan un patrón sistemático de acoso, extorsión y violencia por parte de la Policía Estatal. Las mujeres trans sexoservidoras son frecuentemente objeto de redadas arbitrarias en las que los agentes, en lugar de cumplir con sus deberes de protección, las someten a humillaciones públicas, agresiones físicas y psicológicas. Esta situación se agrava cuando las mujeres son arrestadas bajo cargos falsos o desproporcionados, lo que las deja en una posición aún más vulnerable.
Una de las formas más comunes de hostigamiento es la extorsión. Las policías estatales suelen exigir sobornos a cambio de no arrestarlas o de no confiscar sus pertenencias. La falta de recursos y el miedo a represalias hacen que muchas de ellas se vean obligadas a cumplir con estas demandas, perpetuando un ciclo de abuso y explotación.
El acoso también se manifiesta en la forma en que las autoridades tratan a estas mujeres en situaciones cotidianas. Las mujeres trans a menudo son sometidas a registros invasivos y a comentarios degradantes, que refuerzan la discriminación y el estigma que enfrentan en la sociedad. Este trato despectivo y la falta de respeto hacia su identidad de género contribuyen a un entorno de inseguridad y marginación.
“Ninguna tiene vida, las ven en las calles y la misma sociedad es quien las margina, las juzga, por eso ellas no denuncian. Nadie nos apoya porque somos las putas, las prostitutas, quien va a defender eso en una sociedad tan discriminatoria”, explica Frida.
Además, las mujeres trans sexoservidoras enfrentan grandes obstáculos para acceder a justicia y protección debido a la desconfianza hacia las instituciones policiales. Muchas de ellas temen reportar abusos por miedo a represalias o a ser denunciadas, lo que impide que los casos de hostigamiento sean investigados y que los responsables rindan cuentas.
Frida y su lucha
A los 13 años, Frida decidió huir de su pueblo ubicado en el municipio de Juchique de Ferrer cuando su papá se dio cuenta de sus preferencias sexuales y le apuntó con un arma.
“Me dijo que prefería tener un hijo muerto a un hijo homosexual”, relata.
Fue así como Frida adquirió este nombre y huyó a la capital de Veracruz. A los 22 años, después de ser corrida de su empleo por homofobia, se introdujo en la prostitución, en ese momento las mujeres sexoservidoras iniciaban una lucha por su permanencia en la avenida Lázaro Cárdenas. Las autoridades locales pretendían quitarlas de la zona y el hostigamiento policial y sus redadas eran la principal estrategia para que se fueran.
“Nosotras dijimos que nos pueden quitar de ahí, nos querían mandar a otro lugar allá por El Lencero, pero no nos dejamos, nos asesoramos y nos amparamos, nos dimos cuenta que era una avenida en una carretera federal donde el ayuntamiento no podía intervenir y logramos que nos dejaran”, recuerda.
Aunque las trabajadoras sexuales lograron su permanencia, el hostigamiento policíaco continúa, las patrullas son estacionadas en lugares en las inmediaciones y cuando logran hacer el trato y se suben a los autos de sus clientes estos son interceptados unas cuadras adelante por los policías, les toman fotografías y les amenazan con que serán exhibidos si no acceden a darles cantidades de entre 800 y dos mil pesos. Cuando los clientes o ellas se niegan son detenidos por cargos y llevados a los separos.
Frida tiene cinco procesos administrativos en Asuntos Internos de la SSP y uno en contra de la Guardia Nacional; cuatro contras la SSP son por extorsión y un intento de privación ilegal de la libertad. El caso en contra de elementos de la Guardia Nacional es por privación ilegal de la libertad.
Hasta ahora, en ninguno de ellos ha conocido si la SSP efectuó algún tipo de sanción en contra de los elementos que están plenamente identificados o si por ser delitos como privación ilegal de la libertad fueron turnados a la Fiscalía General del Estado (FGE).
El papel de las autoridades
El mismo número de quejas que presentó en asuntos internos es el que Frida interpuso ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), organismo que hasta mayo de 2024 recibió 18 quejas en contra de elementos de la SSP por agredir a las trabajadoras sexuales, de acuerdo con el registro de la quejosa.
La titular del organismo autónomo, Namiko Matzumoto Benítez, indicó el pasado 18 de agosto que tienen el conocimiento de estas quejas y que Derechos Humanos ha intervenido en mesas de diálogo entre la SSP y las trabajadoras sexuales, además de atender las quejas que lleguen de manera independiente.
“Hemos dado infinidad de acompañamiento incluso hemos propiciado mesas de trabajo, hay incluso una persona por parte de seguridad pública que sirve como enlace para evacuar este tipo de quejas eso es independientemente de que se concrete un hecho especifico que vulnere los derechos de estas trabajadoras y que puedan poner quejas en la comisión”, respondió Matzumoto Benítez.
Para Frida, quien estudia diplomados en Derecho, la situación de las mujeres trans sexoservidoras en Veracruz es un reflejo de una problemática más amplia que afecta a diversas comunidades en México y en el mundo.
Para ella, abordar esta crisis es fundamental que se implementen reformas en el sistema de justicia y se promueva la capacitación de las fuerzas del orden en temas de diversidad y derechos humanos. Además, es crucial que se fortalezcan las redes de apoyo y protección para estas mujeres, y que se asegure un entorno seguro y respetuoso para todas las personas, independientemente de su identidad de género.
“El cambio comienza con el reconocimiento de la magnitud del problema y con la voluntad de trabajar hacia una sociedad más inclusiva y equitativa”, añade.