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Las hermanas de la Cruz: el calvario de buscar a sus hijos desaparecidos
Coatzacoalcos, Ver.- “Cuando yo me voy a búsqueda y ellas no van, yo voy por tres”, dice Hilda a un lado de Marilú y Aurelia. Son las hermanas de la Cruz Alonso y comparten el mismo dolor: la desaparición de un hijo.
Originarias de Coatzacoalcos, municipio ubicado en el sur de Veracruz, aseguran que la necesidad de saber el paradero de sus hijos las llevó a convertirse en buscadoras.
Los casos se presentaron en años y condiciones diferentes que les dejaron llanto y recuerdos dolorosos. Pese a los años y a las búsquedas, no tienen respuestas concretas de donde están sus hijos y sobrinos.
BUSCA A AZAREL
Marilú fue la primera en experimentar lo que, asegura, es el dolor más grande para una madre: un grupo de sujetos ingresaron a su vivienda en 2009 y se llevaron por la fuerza a su hijo , de entonces 16 años.
Desde entonces transcurrieron 14 años sin que sepa dónde está Azarel ni por qué se lo llevaron. La madre y su familia fueron amenazados por los mismos sujetos, por lo que no denunció pese a la impotencia y el dolor que sintió, dice.
Fue hasta 2019 que, siguiendo el ejemplo de sus hermanas, interpuso la denuncia correspondiente y se integró a los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas.
“Es lo más triste porque no sé dónde está, no sé dónde lo tienen, si es que está vivo, o si lo mataron, no sé dónde lo enterraron.
Yo sé lo que ellas viven lo que sienten por sus hijos. Yo quiero que me lo entreguen, si sabe alguien donde está que me diga, es lo único que quiero”, comenta.
BUSCA A GERARDO
Marilú no le desea lo que vivió ni a su peor enemigo, pero dos años después de la desaparición de su hijo Azarel, su hermana Aurelia vivió el mismo calvario. Desde 2011, Aurelio no sabe nada de su hija Gerardo Sánchez de la Cruz, quien tenía 22 años al momento de desaparecer.
Las condiciones en las que desapareció aún no son claras. Según Aurelia, el concuño de su hijo era policía y siempre lo perseguía en una camioneta, situación que lo orilló a que se fuera de Coatzacoalcos. Tiempo después, Gerardo regresó a la ciudad, pero ya no supo más de él.
Aurelia no puso la denuncia correspondiente en ese año, pero en 2019, cuando la mujer con la que su hijo vivía le confirmó que lo asesinaron, acudió a la fiscalía y se integró a los colectivos.
“Nos tocó vivir esta triste realidad, desde que supimos del primero sentimos algo feo, algo horrible porque es nuestra sangre, luego el mío prácticamente no saber dónde está, hasta que me dijeron que se le hizo fácil a alguien matarlo.
La muchachita con la que vivía me dijo que su hermano le dijo que lo habían matado y ese muchacho estuvo en el Cereso y supuestamente las autoridades le iban a pedir información y nada hasta ahorita”, menciona.
BUSCA A MIGUEL ÁNGEL
Cinco años después de la desaparición de Gerardo, a Hilda le tocó vivir lo mismo que a sus hermanas. Su hijo Miguel Ángel León de la Cruz desapareció en 2016 cuando viajaba a Donají, en el estado de Oaxaca.
Desde hace siete años no sabe qué pasó con su hijo, quien tenía 26 años; tampoco sabe si desapareció en Oaxaca o Veracruz. Ella decidió interponer la denuncia de inmediato, incluso, fue la primera de las hermanas en accionar de esta manera.
En Veracruz no le aceptaron la denuncia, porque el joven informó que viajaría a Oaxaca. Viajó al estado vecino para interponer la denuncia y buscarlo; tiempo después también logró interponerla en la fiscalía de Veracruz y comenzó en el Colectivo Madres en Búsqueda Coatzacoalcos.
“Cuando ya me pasó a mí, yo fui la que me atreví a poner mi denuncia y la que llevo más tiempo buscando, he visto cosas en este andar, pero sin perder la esperanza de encontrarlos.
Yo no ando buscando culpables, no ando buscando quién lo hizo, ya no, ya no, ya quiero solamente terminar con esto”, expresa Hilda.
BUSQUEDA EN VIDA Y MUERTE
Los buscan en vida y muerte. Para las hermanas de la Cruz Alonso, lo más difícil es entrar a los ceresos, porque llegan con las esperanzas de verlos y abrazarlos, pero al salir regresa la incertidumbre, el dolor y la tristeza.
A sus posibilidades, ellas siguen buscando a sus hijos. Excavan en la tierra, recorren reclusorios, hospitales y un sinfín de lugares. Lo que padecen, afirman, es doloroso y agotador, sin embargo, no pierden la esperanza de encontrarlos.
“Aunque han pasado los años, nuestra cara, nuestro cuerpo va cambiando no sé, pero su imagen de ellos la tengo en mi mente, como la imagen de mi hijo”.
En su búsqueda, dieron con personas que saben qué pasó con sus hijos, pero a las que no tuvieron acceso es porque las autoridades no se los permiten.
Lamentan que las autoridades se encarguen de recrudecer su dolor, por no realizar el trabajo que les compete y porque les insinúan que sus hijos eran delincuentes.
“La gente va a opinar en qué andaban metidos, nosotros no sabemos, pero para eso están las leyes, no para hacernos sentir lo que estamos viviendo de no saber si están vivos o muertos”, señala Aurelia.
Juntas unen esfuerzos para seguir buscando hasta encontrarlos y piden el apoyo de la ciudadanía para que, si saben algo de Azarel, Gerardo y Miguel Ángel, se los hagan saber para que puedan llegar a ellos.
Las tres hermanas no pierden la esperanza de volverlos a abrazar en cualquier condición, pues dicen que eso es mejor a seguir viviendo con el tormento de no saber nada.