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Alcoholismo y depresión llevaron a Jorge al escuadrón de la muerte en Veracruz
Veracruz, Veracruz.- Jorge Capetillo despertó bajo la copa de un árbol en el parque Zaragoza del puerto de Veracruz, con una severa resaca y sin un peso en la bolsa para "curarla". El hombre, desempleado y quien se reconoce como alcohólico, pasó los últimos días bebiendo licor de caña.
Jorge, quien fuera alguna vez capitán de meseros en los restaurantes más reconocidos de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, pasó a formar parte del llamado escuadrón de la muerte hace seis meses. Lo ves en el parque Zaragoza, ubicado en el cruce de la avenida Juan de Dios Peza con la calle Ignacio de la Llave.
Aunque no existe un censo oficial, se cree que en el parque Zaragoza, ubicado en el centro de la ciudad de Veracruz, viven unas 10 personas en situación de calle; Jorge es uno de ellos.
Los problemas económicos, la falta de empleo y su alcoholismo lo orillaron a buscar refugio en el parque hace seis meses. Los vecinos le dieron una vieja colchoneta y en ocasiones los locatarios del mercado Zaragoza le regalan fruta para comer.
Duerme a la intemperie, ya sea sobre el pasto sintético o encima de las bancas y, en caso de que haya lluvia, se refugia bajo las cornisas del mercado. El parque es su casa y sus camaradas del escuadrón de la muerte su familia.
La mañana de este jueves 18 de abril despertó bajo la copa de un árbol junto a su amigo "El Nano", otro hombre alcohólico que también terminó en la calle a causa de su adicción. Lo primero que Jorge hizo al abrir los ojos fue pegarle un trago a un clamato rancio que tenía a la mano, para apaciguar la resequedad en la boca y el sabor amargo que le dejó el licor.
Jorge conserva a su lado una reja de madera con naranjas, tortillas echadas a perder y un envase vacío de licor de caña, es decir su comida, su desayuno y su cena del día.
Sobrevive de la caridad de la gente que de vez en cuando le regala una moneda, aunque también a veces la hace de franelero o incluso lava las patrullas de la caseta de policía que se ubica en el parque.
Recostado sobre su vieja colchoneta, Jorge recuerda que fueron sus problemas económicos y familiares los que lo orillaron a refugiarse en el trago, sin embargo, la muerte de sus dos hijos varones lo hizo caer en una severa depresión de la que no puede salir.
"Mis hijos ya no están, mis dos hijos, uno de 32 y uno de 28. A la que tengo es a mi hija, a quien precisamente tengo que ir a verla porque cumple 11 años hoy 18 de mayo", dice.
Sobre las causas de muerte de sus hijos no abunda ni da mayores detalles, sólo recuerda que uno de ellos murió a consecuencia de la adicción a las drogas; del otro prefiere no acordarse.
"Mis hijos andaban en malos pasos, uno murió de sobredosis y el otro... no quiero ni acordarme porque me da tristeza", comenta entre lágrimas.
Sin tener a donde ir, este excapitán de meseros no sabe cuánto tiempo permanecerá en el parque. Por ahora, lo único que le preocupa es salir a las calles a pedir dinero para poder desayunar y echarse unos tragos de licor.