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Irma, Mamá Tortuga: 29 años protegiendo a tortugas en Tecolutla

  • Mónica Tejeda Hernández
Irma Galván Tejada es responsable del campamento tortuguero Vida Milenaria, que fundó junto a su esposo Fernando Manzano, Papá Tortugo

Tecolutla, Ver.- Irma Galván Tejada se levanta todos los días muy temprano para checar los pendientes del campamento tortuguero Vida Milenaria, cuyo logro es incrementar que la población de tortugas marinas tras varios años expuestas a un sinfín de peligros.

Estudió Antropología, pero el amor por la naturaleza le hizo querer hacer algo más por la población de tortugas marinas que tardan hasta 20 años en regresar a las playas de Tecolutla para anidar y poner sus huevos. Muchos no lograban llegar a su término debido a que la gente los vendía para su consumo debido a que creen que son afrodisíacos.

El amor por la naturaleza le hizo coincidir con Fernando Manzano, quien tuvo la visión de proteger a las tortugas antes de que terminaran por extinguirse. Entonces, creó el campamento tortuguero Vida Milenaria. En él compartieron la gran responsabilidad de proteger a las tortugas, a sus huevos y concientizar a la población para que dejara de atentar contra ellas.

Pasaron 29 años desde que Irma decidió dejarlo todo en su ciudad y mudarse a Tecolutla, donde compartió una vida con Fernando Manzano, mejor conocido como "papá tortugo", quien era su esposo y falleció en 2021. Junto con su familia, luchó por rescatar a las tortugas marinas que regresaron cada vez más a las playas de Tecolutla. La gente de la comunidad le puso a Irma el apodo de “mamá tortuga”.

Para Irma, el ser llamada "mamá tortuga" es un honor”. Representa "el reconocimiento de la gente, por el trabajo que hago, por la responsabilidad que tiene cuidar a las tortugas marinas", comenta.

"Mamá Tortuga" además de ser la protectora de las tortugas que llegan a Tecolutla, es madre de familia. Enseñó a su hija Aurora el amor por la naturaleza y sobre todo, por la fauna de Tecolutla. Junto con ella y su esposo, Fernando, trabajó y trabaja en la asociación civil Vida Milenaria logrando lo que, en un principio, solo parecía un sueño: salvar a las tortugas de su posible extinción. 

Después de la muerte de Fernando Manzano, Irma se hizo responsable completamente del campamento. A su cargo tiene a voluntarios que día y noche esperan a que lleguen las tortugas para cuidarlas mientras desovan y, después, protegen sus nidos con mallas para evitar que sean invadidos por los depredadores.

Luego, hacen un mapa de localización y un calendario. Deben estar pendientes del tiempo de incubación para posteriormente volver por las tortuguitas, resguardarlas y liberarlas en la playa para que inicien su camino natural hacia la playa de la que vino su mamá. Solo una de cada 20 logrará reencontrarse con su familia y después de dos décadas volverá a Tecolutla para dejar sus propios huevos.