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Entre insultos, riesgos y discriminación, Nayely es taxista en Córdoba

  • Analuz Medina
Debido a que no encontró trabajo como criminóloga, Nayely decidió seguir los pasos de su tía Rosy: ser taxista en Veracruz

Córdoba, Ver.- Cada mañana, Nayeli Rivera se alista para tomar el volante y “corretear la chuleta” como conductora de un taxi en el municipio de Córdoba, Veracruz. A la mujer, de 32 años, la motiva su hija pequeña, de seis, pese a los riesgos que enfrenta arriba de la unidad.

En la antesala de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, este miércoles 8 de marzo, la joven, vecina del fraccionamiento Valle Dorado, comparte a e-consulta Veracruz que, como muchas mujeres, tuvo experiencias amargas en el ámbito laboral.

Aun cuando Nayeli se convirtió en profesionista, se topó con lo que ella califica como una cruel realidad: la falta de oportunidades laborales y pasar a ser parte de una larga lista de mujeres desempleadas en Veracruz y en el país.

Egresó de la carrera universitaria de Criminalística y Criminología en 2013. Intentó colocarse en algún trabajo de acuerdo con su perfil profesional, pero no tuvo éxito, por lo que aceptó un empleo como jefa de almacén en una bodega de azúcar. Sus compañeros hombres no aceptaron que una mujer les diera indicaciones.

“Salí de la universidad, pero no había tanta oportunidad o no tuve las palancas ni me llevé con la gente ´indicada para que tuviera una oportunidad dentro del ámbito judicial para poder entrar a trabajar a una dependencia de gobierno como la fiscalía”, expresa. 

En esa bodega se enfrentó a los desaires de sus colaboradores y hasta a groserías que la orillaron a renunciar. Tras dos intentos por incursionar en la iniciativa privada en dos empresas en las que fue supervisora, volvió a toparse con un ambiente laboral hostil, al que no quiso volver. 

“Los compañeros que tenía, lejos de solucionar los problemas, los complicaban. Yo me preguntaba por qué actuaban así. Mientras yo trataba de resolver, pero qué necesidad de estarlos reportando a Recursos Humanos o al director general. Y así era siempre, por eso mejor renuncié”, señala. 

 

DE CRIMINÓLOGA A TAXISTA

A punto de rendirse y casi caer en la depresión por no hallar un empleo acorde con sus estudios, Nayeli decidió convertirse en taxista en el último año. La joven sigue los pasos de Rosy, su tía materna, ante la sorpresa de su mamá, quien tiene miedo debido a las noticias frecuentes sobre asaltos, homicidios, encajuelados y hasta por privación ilegal de la libertad en contra de conductores de taxis.

“Un buen día le dije a mi mamá ´me voy a ir de taxista´ y ella me dijo que como yo viera, aunque un tanto preocupada. Yo de por sí aprendí a manejar desde chica. Ahorita ya llevo un año en este trabajo, donde ¡hay de todo!”, comparte mientras conduce por las calles de Córdoba. 

Aunque poco a poco se acopla en la atención al cliente, conocer las rutas, tomar atajos y conducir con responsabilidad, Nayeli también suma malas experiencias a bordo de su taxi, pero que le sirven para estar más atenta, pues, así como hay compañeros que la orientan, hay otros que actúan bruscamente cuando la topan.

“Hay compañeros que te orientan, te ayudan por el hecho de ser mujer, pero hay quienes sí hasta te avientan el carro y no les importa si eres mujer, te tratan como un hombre más, pero a todo se adapta uno. Al principio me daba bastante pena, porque yo estudié una licenciatura, me preparé y terminé manejando un taxi”, dice.

A 12 meses de portar un uniforme y reportarse a diario a su base, la joven profesionista y hoy conductora de taxi confiesa que con el tiempo aprendió a asimilar que no se puede tener todo en la vida y tampoco se puede quedar esperando que llegue una mejor oferta de trabajo.

“Lo que me gustó de este empleo es que tú manejas tus horarios, como yo que tengo una niña, sé a qué hora tengo que ir a dejarla a la escuela, a qué hora tengo que recogerla, estar en las actividades que ella tiene y no tengo pretexto de decir ´no puedo´, pero esa es una de las ventajas que le encontré a este oficio. Su papá no está con nosotros, pero los fines de semana me ayuda con ella para que yo pueda trabajar”, relata.

 

MALAS EXPERIENCIAS

Nayely Rivera ha pasado momentos bochornosos, pero asegura que su formación profesional le permite mantener la calma, ya sea ante un cliente desesperado por llegar a su destino o un compañero taxista que le presiona para conducir.

“En cuanto a compañeros, pues luego te gritan. Por decir, si te pasas en alguna avenida, porque te equivoques; porque todo mundo se equivoca, me gritan tonta o groserías más fuertes y en cuanto a clientes te dicen: ´¿no es usted taxista? Debe de saber a dónde voy´, pero Córdoba ya es grande y no te puedes saber todas las calles”, narra. 

A propósito del Día Internacional de la Mujer, Nayeli recuerda que las mujeres no pueden quedarse cruzadas de brazos, sino que, deben buscar la forma de subsistir y demostrar la capacidad con la que se cuenta

“Tenemos que buscarle, porque tenemos hijos, tenemos familia y tenemos que chingarle, dijeran vulgarmente. ¡Sí se puede mujeres!”, enfatizó.

 

CON LA BENDICIÓN DIVINA

Cada día, Nayely piensa si llegará un día en que ya no regrese a casa, por eso siempre se encomienda a Dios Todopoderoso, con la esperanza de que pueda abrazar otra vez a su hija y estar con ella. 

“Me pongo a pensar si ya no podré volver a casa un día de estos por tanta inseguridad que hay. Trato de visualizar a las personas que levanta uno, cómo visten, cómo actúan. Es muy arriesgado mi trabajo, pero ni modo, hay que hacerlo. 

Ser mujer es un cargo bien difícil, pero satisfactorio, la recompensa que tenemos es a veces ser mucho más ´luchonas´ que hombres y saber llevar un hogar, con varios puestos: somos administradoras, personal de limpieza, psicólogas, maestras a veces. Somos un conjunto de varias profesiones, entonces ¡es una satisfacción ser mujer!”, concluye.