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Perder la vista: Jesús, de hacer tatuajes a vender correas para operarse

  • Carlos Navarrete
El joven veracruzano hacía tatuajes, pero abandonó el negocio debido a la pérdida de visión por diabetes y daño neurológico

Veracruz, Ver.- La vida de Jesús Edgar Salazar, originario de Veracruz, cambió hace aproximadamente un año, cuando comenzó a perder la vista de manera gradual y a presentar daño neurológico a causa de la diabetes, lo que alejó de su pasión: los tatuajes.

Jesús Édgar cambió las agujas y tintas por correas para perros que él mismo elabora y vende para recaudar fondos para operarse los ojos y mantener a sus perros, El Negro y El Güero, sus dos fieles mascotas de la raza pitbull.

Al joven, de 39 años, conocido entre la flota como El Barney o El Gordo no le iba nada mal antes de padecer problemas de la vista, “estaba en mi apogeo, la verdad”. Era considerado como uno de los mejores tatuadores del puerto de Veracruz, solicitado en varios estados de la república.

El Barney se interesó por los tatuajes cuando tenía 24 años, pero le entró de lleno al negocio en 2013, cuando puso su local y se hizo popular entre la flota, como él les llama a sus clientes en el puerto de Veracruz.

Su piel está tatuada por imágenes que él mismo se grabó. Cada imagen tiene un significado distinto. Uno de los tatuajes que más le gusta presumir es el de “Ron”, un perro que murió hace tiempo, pero al que le guarda mucho cariño.

Su situación es distinta hoy. Vendió casi todas sus pertenencias, gastó sus ahorros y tuvo que irse a vivir con su familia a una casa de la colonia, porque le resulta complicado valerse por sí solo. Su hermano Irving se convirtió en sus ojos, es quien lo guía y lo acompaña a caminar por la ciudad para que pueda repartir las correas.

El problema de la vista para Jesús Édgar comenzó en marzo de 2022 a causa de un daño neurológico agravado por la diabetes que padece. Desde entonces, tiene problemas para leer mensajes de WhatsApp y para ver con claridad los rostros de las personas

De acuerdo con Jesús Édgar, a pesar de que ya presentaba problemas en la vista, en julio de 2022 hizo un último viaje fuera de la ciudad de Veracruz, en compañía de su padre. Fue un tour por varias ciudades, al que describe como muy emotivo.

“Me fui a un viaje que le prometí a mi papá, fue un tour, lo fui pagando y me lo llevé a varios lados, a Cozumel, a varios lados, a Yucatán, a Belice, pero un ojo ya me andaba fallando”, relata.

Cuando regresó del viaje en agosto de 2022, su situación se complicó debido a que su visión disminuyó todavía más. Un oftalmólogo le dio un diagnóstico poco alentador, porque el problema en sus ojos empeoró en un período muy corto.

“Me dicen que eso del cerebro me afecta mucho, porque me pusieron muchas ventosas y mucha sangre que me sacaron para varios estudios, lo principal fue la diabetes, tengo algo raro que ellos dicen que se me dispara y en cuestión de horas o días mi glucosa vuelve a estabilizarse”, dice.

Se trasladó a la Ciudad de México, donde algunos especialistas le practicaron varios estudios. La retina de su ojo izquierdo se desprendió, lo que le dio todavía menos esperanzas de poder recuperar la visión.

Los especialistas le recomendaron operar de emergencia el ojo derecho para salvarlo, sin embargo, cuatro días antes de recibir la intervención quirúrgica se le desprendió la otra retina.

“Una mañana me despierto y le digo a mi amiga ‘oye ya casi no te veo, se asustó y me llevó al hospital, donde resultó que se me había desprendido la otra retina, cuatro días antes de que me operaran”, cuenta.

 

 

RECUPERAR LA VISIÓN, UNA ESPERANZA MÍNIMA

El Gordo dice que la luz intensa lo hace ver sombras, sabe que alguien está frente a él porque distingue las siluetas. Pone atención para escuchar bien y cuando necesita ayuda, le habla a su hermano Irving.

Los médicos fueron sinceros con él, le dijeron que en caso de operarse existen pocas probabilidades de que recupere la visión

“Me dijeron ‘te vas a operar, pero yo no te garantizo absolutamente nada de vista; si no tienes las posibilidades económicas, no gastes tu dinero, si vas a operarte, opérate y si no, para qué te operas”.

A pesar del pronóstico poco alentador, El Gordo está seguro de querer operarse “para no quedase con la idea de ver qué hubiera pasado”. Asegura que necesita entre 35 y 45 mil pesos para la operación de la vista.

 

LUCHA POR SUS PERROS

El Güero y El Negro, de ocho y cinco años, respectivamente, lo acompañan a vender correas. Aunque no los ve, logra sentir su presencia porque no se alejan de él ni un solo momento. Parte de lo recaudado con la venta, lo utiliza para comprar el alimento y los medicamentos de sus mascotas.

Las correas son tejidas y El Gordo las elabora con sus propias manos, él hace las trenzas, las amarra y pueden ser tanto para lomitos grandes y chicos.

“Apenas se me ocurrió elaborarlas porque no tenía como sacar lana. Mis perros se me enfermaron y necesitaba dinero. Yo ya sabía hacerlas desde hace tiempo y así comencé, tomé unos ahorros y ahí he vendido dos que tres, pude comprar medicamento para mis perros. El dinero es para mí y para mis perros”, comenta.

Jesús Édgar ya se olvidó de los tatuajes, pues sabe que no podrá volver al negocio. Aún tiene la idea de enseñar a nuevos talentos a tatuar.

Para más informes, puso a su disposición el número de celular 229 108 1147 y su cuenta de Facebook, en la que aparece como “Edgar Salazar (juaquin)”.