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Restauración de San Juan de Ulúa, promesa de AMLO con Veracruz
Veracruz, Ver.- Los muros de piedras de coral que se levantan en el islote frente al malecón de Veracruz, contrastan con las grúas de las empresas portuarias que mueven los contenedores sobre los grandes buques que entran y salen del puerto.
Se trata de la fortaleza de San Juan de Ulúa, construcción con 300 años de antigüedad que será entregada a la Secretaría de Marina-Armada de México para que realice la restauración del inmueble en conjunto con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La noticia fue anunciada por el presidente Andrés Manuel López Obrador en la conferencia mañanera que encabezó este 5 de octubre en la ciudad de Veracruz, en donde indicó que se realizaría una reconstrucción del "castillo".
Por su historia, la fortaleza de San Juan de Ulúa es uno de los sitios más representativos para los veracruzanos y uno de los lugares que se convierte en una visita obligada para los turistas.
A lo largo de tres siglos el sitio fue utilizado como una cárcel, una base militar, el punto de descarga de mercancía que se enviaba a Europa y el último reducto de la corona española en México.
RECORRIDO EN SAN JUAN DE ULÚA
De acuerdo con Mario Gaspar Covarruvias, historiador y especialista en fortificaciones militares, la fortaleza de San Juan de Ulúa formó parte de un proyecto de construcción militar que inició en los primeros años de la conquista española frente a la ciudad de Veracruz y se prolongó durante 200 años.
La primera obra que se construyó en la fortificación fue un muelle frente a la ciudad, que hoy se conoce como el muro de las argollas por los aros de metal que servían para amarrar los antiguos navíos provenientes de España.
Desde el muro de las argollas los visitantes pueden apreciar en todo su esplendor el casco antiguo de la ciudad de Veracruz, desde la bahía que se encuentra frente al paseo del malecón.
Junto con este punto, los baluartes de San Petro y San Crispín, fueron los primeros elementos que dieron forma a la fortificación entre 1535 y 1782; y que tuvo su última intervención arquitectónica para 1844, de acuerdo con el especialista.
Destaca la luz que baña el horizonte todas las noches desde el Faro de San José, el más antiguo de Iberoamericana todavía en funcionamiento, construido en 1804, construido por el Consulado de Veracruz.
El ingreso a la fortaleza se hace caminando sobre un puente de madera, que entre las rendijas permite observar los erizos de mar clavados en las rocas del fondo que parecen cambiar de dimensión con el movimiento del agua cristalina.
La primera impresión al ver la construcción es la de un castillo europeo, pero partes de los muros carcomidos muestran los esqueletos de los corales en la piedra muca características de las edificaciones que se pueden encontrar en el Centro Histórico de Veracruz.
Aperturas en los bordes de la muralla que bordea el inmueble permiten ver el grosor de las paredes, de entre 2 y 4 metros, por donde ingresa el viento del mar para recorrer la explanada central y los inmuebles al rededor, como la Casa del Gobernador y las cámaras que sirvieron primero como cuartel y después como prisión.
El primer inmueble es una casona vistosa, con detalles finos en su fachada y en el interior un museo de sitio que cuenta con salas de exposición en dos niveles abiertos al público que visita la fortaleza de San Juan de Ulúa.
En la construcción ubicada frente al museo, al fondo de las cámaras que fueron utilizadas como calabozos a penas se puede ver la luz que ingresa en el techo y las ranuras de las paredes que transportan el aire hasta el interior.
Las gotas de agua que se acumulan por la humedad van cayendo del techo de manera lenta a los pequeños charcos que se forman en el piso, mientras que el salitre forma estalactitas que dan una idea del ambiente lúgubre que hubo en la cárcel.
Fuera de las mazmorras, atravesando el patio central desde la entrada principal, se llega a una serie de arcos cuya simetría en el horizonte pareciera que se trata de un reflejo que se repite una y otra vez en dos espejos.
Mario Gaspar Covarruvias detalló que el diseño arquitectónico es una Traza Italiana, diseñada para permitir la defensa militar de la ciudad de Veracruz de invasiones de piratas o posibles ejércitos de naciones extranjeras.
A pesar de sus características y la importancia militar que adquirió por años, el especialista afirmó que la fortaleza de San Juan de Ulúa no fue concebido como un proyecto bélico o militar, sino que sus características iniciales permitieron el desarrollo de actividades comerciales al ser utilizado como el primer puerto de Veracruz.
LUGAR DE HECHOS HISTÓRICOS
El recorrido en la fortaleza de San Juan de Ulúa permite ubicarse en un lugar donde ocurrieron hechos históricos que impactaron en el contexto nacional, lo mismo en capítulos de la defensa nacional que en invasiones extranjeras.
Uno de los primeros eventos históricos ocurridos en la fortificación militar que vienen a la mente del antropólogo Guillermo Macías, es la caída del último reducto de la corona española luego de consumarse la Independencia de México
Entre 1822 y 1824 soldados españoles se acuartelaron en el lugar, hasta que al terminarse sus suministros y víveres declararon su rendición.
"Así como fue el sitio de entrada de la colonización española, también fue el último reducto que tuvo la corona de España, antes de reconocer la Independencia de México", cuenta el guía de turistas.
La construcción estratégica de la fortaleza no solo permitió a los soldados españoles resguardarse por dos años, sino que fue clave para enfrentar la invasión francesa de 1838, así como el embate del ejército de los Estados Unidos, España e Inglaterra en 1847 y 1864.
En sus muros se resguardó en dos ocasiones, brevemente, la presidencia de la República, primero durante la guerra de Reforma con Benito Juárez, y en una segunda ocasión durante la Revolución Mexicana, con Venustiano Carranza.
Otros personajes míticos, presentes aún en el folclore jarocho, pueden nombrarse como huéspedes distinguidos de la cárcel de San Juan de Ulúa, como Laurens Cornelis Boudweijn de Graaf, conocido como "El Pirata Lorencillo", lo mismo que "Chucho El Roto", bandido mexicano del que se cuentan historias similares a la de Robin Hood.