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¿Has escuchado sobre las cooperativas de bicis y cómo hacer una?
Imagina esta situación: vas pedaleando por la calle y sufres una falla en tu bici; necesitas ayuda urgente, pero el taller está lejos de tu colonia y además no llevas dinero. Solo te queda pedir un taxi que te lleve a casa o empujar tu bici todo el camino de vuelta.
Pero ¿te imaginas que cada colonia tuviera un taller pequeño, con piezas donadas y con precios bajos o incluso gratis? De esto tratan las cooperativas de bicis.
Una cooperativa de bicicletas, también conocidas como talleres cooperativos o de barrio, son negocios formados por vecinos o ciclistas de una comunidad cercana, como una colonia o pueblo pequeño.
Estos talleres tienen una forma especial de operar: la mano de obra y componentes de bicicleta se aportan en su mayoría de forma voluntaria.
Los talleres de barrio y cooperativas son negocios, sin embargo, debido a su naturaleza comunitaria, de donación de piezas semi nuevas y su integración con la comunidad, mucha de su operación es de bajo costo, lo que permite a más personas acercarse y recibir servicio.
Incluso, otra ventaja de las cooperativas es que el mismo ciclista puede realizar las reparaciones necesarias en el taller, pero usando las herramientas prestadas.
Muchas veces, ciclistas entusiastas de la mecánica y modificaciones montan un pequeño taller en sus casas, en donde reciben bicicletas de vecinos o amistades, y se realizan reparaciones dentro del alcance de las capacidades del propietario.
¿Cómo formar un taller de barrio?
El núcleo de una cooperativa es el taller, el mecánico de cabecera y las herramientas, por lo que lo primordial es contar con una persona con conocimientos de mecánica de bicicletas, quien puede realizar las reparaciones.
En algunos lugares como en Estados Unidos, grupos de ciclistas juntan dinero, rentan un local y montan dentro el taller, el cual se mantiene con donaciones de los mismos miembros, el cobro de los servicios y la venta de productos o accesorios para bicicletas.
Incluso, algunas cooperativas se asocian con pequeños restaurantes o cafeterías, en donde el ciclista puede esperar a que su bici esté reparada, mientras come o consume algo dentro del local.
En caso de existir un grupo de "bicicleteros" pueden votar y designar al compañero o compañera con más experiencia en mecánica y comprar o donar herramientas para cubrir todas las necesidades del grupo.
Las cooperativas ciclistas pueden operar de dos formas, por medio de una membresía mensual o como clientes.
Si es por membresía, los miembros puede acudir al taller, utilizar las herramientas y recibir reparaciones en cualquier momento, asimismo, pueden tomar piezas de la "caja de partes".
Las personas que no se afilien a la cooperativa pagan de forma normal, por cada servicio, sin acceso a las herramientas y pagando por piezas que se le cambien a la bicicleta, aunque en su mayoría a menor costo.
Cooperativas como constructoras de comunidad
En algunas ciudades, los talleres comunitarios y cooperativas se vuelven lugares para crear comunidad. Ciclistas de varias partes del barrio o de la zona urbana se conocen, intercambian experiencias y consejos.
Asimismo, algunas cooperativas organizan eventos, rodadas o carreras, para incentivar la unión entre las personas que se mueven en bici, y de igual forma, se promocionan para atraer más clientes.
Además, se vuelven lugares de intercambio de piezas, por lo que un ciclista interesado en mejorar su transporte puede acudir a su cooperativa cercana y tomar componentes para instalar en su bici, con la promesa de dejar otra pieza a cambio, si son miembros, o pagar por las piezas.
Algunas cooperativas mantienen programas de donaciones, en donde los miembros entregan bicicletas antiguas o en desuso, las cuales son restauradas y entregadas a niños y niñas de escasos recursos.
Esto también se realiza con cuadros antiguos o bicicletas abandonadas en las calles, las cuales reciben una manita de gato para ser donadas a familias donde algún miembro necesite una herramienta de trabajo o de transporte de bajo costo.