- Veracruz
Tenemos que salir para poder comer: Antonia, vendedora
Boca del Río, Ver. - “La necesidad nos obliga a trabajar”, dice Antonia, artesana originaria del estado de Puebla.
La mujer de 50 años, corta con un cuchillo afilado los pedazos de palma que sobran de uno de los petates que trajo a vender.
Bajo la sobra de una casa a medio construir en una calle del municipio de Boca del Río, su esposo y ella acomodaron en hilera sus artesanías de palma y alguno que otro artículo navideño, desde hace 15 días viajan por diferentes pueblos y ciudades vendiendo sus canastos, petates y cestos, la gran mayoría elaborados por ambos.
“A veces salimos 15, 20 (días) o hasta un mes, dependiendo de cómo venda uno la mercancía y ya nos regresamos otra vez a volver a trabajar en el rancho”, contó Antonia.
Originarios de Tlacotepec de Benito Juárez, el longevo matrimonio asegura que la necesidad los obliga a salir cada quince días de su pueblo, para llevarle un sustento a sus dos hijas, una de 12 años y la otras de 15.
“No valoran nuestro trabajo”
Debido a que en su comunidad estas artesanías no son valoradas y las tienen que vender a bajo costo, prefieren salir a las ciudades, donde pueden darlas a un precio más elevado, aunque esto signifique poner en riesgo su vida y contraer el covid.
Ambos están conscientes que por su edad (60 y 50 años) se encuentran en el sector de riesgo, pero no tienen otra opción más que salir a las calles a vender sus productos.
Pese a que sus ventas se encuentran bajas por la pandemia, el poco trabajo que hay, aunado a un mal sueldo que reciben laborando para otras personas en su pueblo, los obligan a salir de su hogar.
Para la elaboración de un petate Antonia invierte todo un día tejiendo, además de la materia prima que es la palma, la cual tienen que comprar en 40 pesos el manojo, por lo que afirma las ganancias que obtienen son ajustadas.
Aunado a eso tienen que lidiar con el “regateo” de las personas y alguno que otro abuso de las autoridades, quienes les exigen cuotas para dejarlos transitar por algunos lugares donde se instalan.
“Todo el día nos la llevamos trabajando y aquí los venimos a vender y apenas nos pagan 150 pesos y se les hace que está bien caro, pero igual le sacamos más trayéndolo aquí, porque en el pueblo yo hago uno de estos (petate) y me lo pagan en 20 o 30”, comentó.
Covid los mantuvo en resguardo obligatorio por cinco meses
Después de haber permanecido resguardados en su casa por cinco meses, ya que comenta Antonia, en su pueblo no los dejaban salir a otras ciudades por la pandemia, la necesidad los obligó a retomar actividades.
"La situación se pone cada vez más dura, con qué vamos a comer, con qué vamos a sobrevivir, no hay con qué, así que hay que salir", dice Antonia.
La mayoría de los habitantes de Tlacotepec obtienen su principal ingreso de la fabricación de artesanías de palma, de la cuales son vendidas entre los pobladores y otras las distribuyen a otros estados cercanos.
Durante los meses que estuvieron sin poder salir, Antonia y su esposo tuvieron que dedicarse a trabajar realizando los techados de las palapas, pero afirman ese trabajo no es remunerado, debido a que las mayores ganancias las obtienen las personas que realizan los contratos para la venta de los techos.
“Nos pagan muy poquito y a veces como te digo la necesidad nos obliga a trabajar, si no se puede salir pues por lo menos ahí, aunque sea va saliendo un poquito para la comida”, dijo Antonia.