Los papás de Charo Rodríguez vivían, desde noviembre del año pasado, en el asilo público Ensanche Vallecas, en Madrid, España; él de 87 y ella de 85 años, compartían habitación. 

Todo cambió con llegada la pandemia de coronavirus (covid-19) al país europeo. El 25 de marzo, Charo recibió una llamada del asilo, era su padre. Ella notó que se ahogaba mientras hablaba por teléfono. 

Charo se comunicó con los responsables del asilo para decirles que su padre se ahogaba al hablar, fueron a verle y le pusieron oxígeno, según relató a El País. 

Al día siguiente le dijeron que su padre estaba mal, que podían ir a recogerlo y llevarlo al hospital, porque si ellos pedían una ambulancia no iban a mandarla, ella les dijo que sola no podía moverlo. 

El sábado le volvieron a llamar para comunicarle que su padre había muerto.

Los padres de Charo habían estado aislados en su habitación por la cuarentena, sin embargo, su padre no se levantaba de su cama. El personal del asilo sólo les tomaba  la temperatura, pues la fiebre es uno de los tantos síntomas del covid-19, pero él nunca tuvo.

Lo que sí presentó fueron problemas respiratorios, otro síntoma de coronavirus, pero nunca le realizaron pruebas, murió sin saber si estaba contagiado o no.

Charo supo que había casos de coronavirus en el asilo, las autoridades del lugar tiene prohibido informar del número de muertes. Los estiman al menos 36 fallecidos.

Tras la muerte de su padre, Charo acudió con su hermana al asilo para llevarse de ahí a su madre.

De acuerdo con el diario español, entre Madrid y Cataluña, más de mil familiares han ido a asilos para recoger a sus adultos mayores en medio de la pandemia.

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En España, las noticias comenzaban a ser alarmantes sobre fallecimientos de ancianos en asilos. Sin embargo, aún no hay datos oficiales y concretos sobre el número total de muertos en este tipo de lugares.

En Cataluña hay más de 500 ancianos retirados de asilos, en Madrid son más de 700 los que regresaron a sus casas, no solo en centros de mayores, también de discapacidad o salud mental. De ellos, 90 ancianos estaban en asilos de financiación pública. 

En casa, el estado de salud de la madre de Charo se complicó, comenzó a tener fiebre. Llamó al teléfono del coronavirus, le recetaron paracetamol y la temperatura empezó a bajar.

Luego Rodríguez comenzó con síntomas, dolor en el cuerpo y cansancio, pero sin fiebre. Quizá fue el covid-19, no lo sabe. Su salud mejoró. 

La retirada de adultos mayores de los asilos no está exenta de riesgos. 

"Debe garantizarse la seguridad de las familias acogedoras y de los residentes: ambos pueden ser transmisores", advierte José Manuel Ramírez, presidente de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales.

Entrevistado por El País, pide apoyo para los familiares que cuidan en casa. 

La diputación de la ciudad española de  Gipuzkoa anunció ayudas de hasta 424 euros en función del grado de dependencia, pero en Madrid y Cataluña no hay.

Con información de La Silla Rota