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“De haber gritado los ayudamos, pero los amordazaron antes de matarlos”
Xalapa, Ver. – María se lamenta entre llantos por no haber escuchado los gritos de auxilio de su nieto Ismael y de su esposa Lizbeth, quienes fueron degollados con un cuchillo de cocina mientras dormían. “De haber gritado los ayudamos, pero los amordazaron”, dice la mujer a unos metros de la escena del crimen.
Uno de los familiares de Ismael y Lisbeth, de 22 y 23 años de edad, le muestra a María las fotos de lo que fue uno de los homicidios más sanguinarios en Xalapa, en el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez.
María contempla la saña de los agresores desde la pantalla de un celular y pierde el control de su cuerpo. “Tráiganle alcohol. ¡Córranle!”, pide un joven que sostiene a la mujer de los hombros.
De acuerdo con información incluida en la carpeta de investigación 3974/2019, los dos jóvenes fueron sorprendidos en su domicilio la madrugada de este 29 de junio cuando aún dormían. Los agresores tuvieron tiempo para atarlos de manos, amordazarlos con trapos, y darles muertes en el piso de su vivienda.
“Uno de mis nietos fue a verlos en la mañana porque necesitaba unos documentos de ‘El Isma’, pero le tocó un buen rato la puerta y nadie contestó. Luego se asomó por un hoyo de la lámina y lo vio ahí tirado con harta sangre”, dice María con la voz entrecortada.
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Los asesinos de Ismael y Lizbeth cerraron con candado la casa después de cometer el crimen. Fue necesario que la familia de las víctimas consiguiera con vecinos martillo y cincel para abrir la puerta de lámina de asbesto.
Sobre el piso de azulejos color marrón yacían los cuerpos de los dos jóvenes. Ismael tenía una camisa de rayas sobre su boca; Lizbeth una sudadera negra. La blusa de tirantes color roja de la víctima lucía destrozada. Su pecho estaba semidesnudo. Ambos fueron privados de la vida con cortes finos a la altura de sus cuellos.
La última vez que fueron vistos con vida –relata María- fue el 28 de junio, caminando por la calle empedrada de la colonia Prolongación Nuevo Renacimiento. “Poco estaban en la casa. Se la pasaban fuera. Ayer nomás Isma me dijo ‘Hola, mami’ y se metieron a su casa”.
Ismael y Lizbeth recién habían iniciado una vida como pareja, tenían en común el gusto por “los toquines” y la música rap. El 22 de diciembre de 2018 fueron invitados a una fiesta de música en vivo de bandas locales. “Ahí estaremos”, publicó Tania Lizbeth.
El perfil de Ismael H. es privado, se hacía llamar psiconauta. Ella gustaba de publicar fotografías en su muro de Facebook, en el cual destaca una imagen como fotografía de portada que dice “Alguien como tú no puede tener dueño, le perteneces a la vida, le perteneces a tus sueños, a lo mucho que necesitas un compañero de vuelo, con quien compartir la vida, con quien disfrutar del cielo…”.
Sobre la vida de los dos jóvenes finados, María asegura que sus intenciones eran graduarse como contadores; que poco hablaban y que hacían todo juntos, imagen que perduró hasta la madrugada en que fueron asesinados.
A María sus familiares la vuelven a tomar del brazo y le piden que entre a su casa para preparar el lugar donde más los cuerpos serán velados. “Ya déjalo así, ma”, la aconsejan.
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Antes de marcharse, a la mujer se le cuestiona si desea justicia por el crimen que recién ha presenciado. Ella, se lleva las manos a la cara y responde, “No, no, no. De eso ya no queremos ya no queremos saber nada, ni quién fue. Tengo fe que de eso se encargará el de arriba”.
La mujer camina hacia su vivienda y pregunta si ya han limpiado el piso embarrado con rojo escarlata, si recogieron las pertenencias de los suyos, si completaron para comprar sus féretros. Con esa escena concluye un doble asesinato en el barrio solitario de la Calle Agustín Lara, autor de la canción “Veracruz”.
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