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Así plagió la Policía de Veracruz a Hugo Murrieta, taxista de Coatepec
Xalapa, Ver. – A unos metros del Palacio Municipal de Coatepec, el taxi de Hugo Murrieta Sánchez fue cercado por tres patrullas de la SSP. Lo que parecía una revisión de rutina en el primer cuadro de la ciudad fue el génesis de una desaparición forzada, la primera de 16 en el año 2013, confesa por un expolicía de Veracruz.
E-Consulta Veracruz tuvo acceso a la declaración de un expolicía estatal, quien declaró haber participado en la desaparición del joven de 22 años de edad, cometida la tarde del jueves 16 de abril, a cargo de dos grupos de Fuerzas Especiales de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP).
Con base en el testimonio identificado como 003/2017, incluido en la investigación ministerial 288/2013/COA-04, el Grupo de Reacción -al que él perteneció- arribó al municipio de Coatepec con nombres de personas escritos en una lista, que eran señalados como supuestos vendedores de droga o informantes del Cartel de Los Zetas.
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El reloj de la parroquia de San Jerónimo marcaba las 16:30 horas, cuando una cuadrilla de policías intervenía a un taxi que llevaba como pasajeros a un adulto y dos menores de edad. Los oficiales de la unidad 1593 cuestionaban al ruletero mientras otras dos patrullas, la 1426 y 1388, resguardaban el perímetro.
Uno de los uniformados, Alberto “N”, gritó repentinamente que a ese sitio se aproximaba un segundo taxi, el 505. Acto seguido el comandante del Grupo de Reacción, Alejandro Trujillo Rivera (hoy prófugo de la justicia) ordenó que se agazaparan contra dicha unidad manejada por Murrieta Sánchez, apodado “El Billy”.
El joven fue interrogado por el comandante Trujillo, alias “El Cyber” mientras las otras dos patrullas resguardaban el lugar desde la esquina Arteaga y Rebolledo, y en las inmediaciones del templo católico San Jerónimo.
Murrieta Sánchez fue esposado y posteriormente montado, en contra de su voluntad, a la batea de la camioneta 1593, que era conducida por Norberto “N”, apodado “La Momia”. Allí el taxista fue custodiado por otros dos elementos Alberto “N” y Domingo “N”, este último conocido como “El Pedorrín”.
En los otros dos vehículos oficiales se distribuyeron: Cirilo “N”, Silvano “N”, alias “El Escorpión”, Daniel “N”, “El nariz”, Nicanor “N”, “El Quijamón”, Darío “N”, y Santiago “N”, “El Golpeador”. Mientras que Luciano “N”, “El Lince”, se encargó de conducir el taxi de la víctima, tipo Tsuru, placas 1953XCV.
De acuerdo con el expolicía confeso, el convoy salió de la ciudad con dirección a la comunidad de Pacho Viejo, a unos 15 kilómetros de distancia. Las tres patrullas avanzaron con rumbo al penal, pero 150 metros más adelante se adentraron en una vereda, donde los detenidos de esa zona eran torturados.
“Pude ver que bajaron al taxista de la patrulla 1593 y que lo comenzó a interrogar el comandante Trujillo, mientras Domingo y Alberto lo golpeaban. Le dieron golpes en las costillas y patadas. Aquella ocasión no vi que bajaran tablas”, se lee en la declaración del testigo protegido.
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El cuestionario habría durado entre 15 y 20 minutos. El comandante Trujillo pidió instrucciones a sus superiores vía celular y luego ordenó al resto del comando llevar al detenido hasta la Academia de Policías de El Lencero, en el municipio de Emiliano Zapata, a otros diez kilómetros desde el sitio de tortura.
Alrededor de las 18 horas del 13 de abril, Murrieta Sánchez fue entregado por el comandante Trujillo con el segundo grupo, “Los Fieles”, conformado por policías de formación militar. Posteriormente el mando dictó una nueva orden, regresar a “continuar con el recorrido” que ese día se desplegó a la ciudad de Xalapa.
“Ni cien años de sentencia van a quitarme este dolor”: madre
María del Carmen Sánchez Tlapa, ha buscado a su hijo Hugo durante cinco años. Su voz fervorosa que ha mostrado en protestas de colectivos de familiares de desaparecidos en la capital de Veracruz, hoy se escucha lastimada, luego de haber conocido el relato del expolicía confeso.
Con lamento, ella recuerda la mañana del 13 de abril del 2013, cuando Hugo la recogió en el centro de Coatepec, al terminar de entregar chiles rellenos a domicilio. El joven la llevó hasta la vivienda que ambos compartían y acordaron reunirse para comer al terminar su jornada al volante, a las 16 horas.
Aunque ahora Carmen sabe por qué su hijo nunca regresó a casa, la mujer de 58 años se recompone y advierte: “Mi corazón está lleno de dolor, ni cien años van a quitármelo, pero ahora lo que quiero es saber adónde dejaron a mi Hugo. La justicia la dejo en manos de Dios y las autoridades”, comparte a este medio.
En el final de la entrevista, la madre recuerda a Hugo sobre su patineta, realizando acrobacias en el parque Benito Juárez, en Xalapa, donde sus amigos skaters o patinadores lo apodaron “El Billy”. Un joven que alternaba su hobby con el oficio del volante; empleo que lo marcó como un objetivo para sus captores, expolicías militarizados al servicio del Gobierno de Veracruz.
Foto de portada: Yerania Rolón
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