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¿Sabes cuáles son los símbolos de la Navidad y Nochebuena?

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La Navidad es una de las festividades más importantes del cristianismo, junto con la Pascua de resurrección y Pentecostés

La navidad es una de las festividades más importantes del cristianismo, junto con la Pascua de resurrección y Pentecostés.

Esta festividad conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén y se celebra el 25 de diciembre en la Iglesia católica, en la Iglesia anglicana, en algunas comunidades protestantes y en la mayoría de las Iglesias ortodoxas.

A continuación te compartimos el significado de los símbolos de navidad y Nochebuena.

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El Ángel

Representado envuelto en los mantos de neblina, el paisaje de Judea virtuoso por los destellos del ángel en oro y azul, había descendido el enviado del Señor de aquel cielo nocturno para apaciguar la cólera de José, víctima de los tristes pensamientos de amor.

Horas antes el carpintero había repudiado a la dulce María, porque sin conocer la miel Virgen, el jardín cercado de la amada, creyó por el volumen de aquel hermoso vientre en la amargura de la violación  por algún desconocido para ese reino que le pertenecía.

Más el Ángel con su música maravillosa confortó su corazón desolado y entre los perfumes de las flores y árboles silvestres de aquel sueño, diciéndole: "José, hijo de David, no temas recibir en tu casa, a tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo. Darás a luz un niño a quien pondrás por nombre Jesús, salvará a su pueblo de pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el señor había anunciado por el profeta, que dice: He aquí que una virgen concebirá y parirá un hijo y se le pondrá por nombre "Enmanuel" que quiere decir "Dios con nosotros".

El Ángel de la Anunciación vio sonreír -a José- como manifestación de felicidad de la buena nueva, entonces recitando trozos del Cantar de los Cantares: levántate ya, amada mía, hermosa mía, y ven, que ya se ha pasado el invierno y han cesado las lluvias. Ya se muestran en la tierra los brotes floridos, y ha llegado el tiempo de la poda, y se deja oír en nuestra tierra el arrullo de la tórtola. Paloma mía que anidas en las hendiduras de las rocas, en las grietas de las peñas escarpadas, dame tu rostro, hazme oír tu voz. Que tu voz es dulce, y en encantador tu rostro.

Y dice el Evangelio de San Mateo que al despertar José de su sueño, hizo caso al ángel del señor, recibiendo en casa a su esposa, la cual, sin que él antes la conociese, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.

La Estrella

De acuerdo a los narradores de ese tiempo que la estrella era Venus, y cubría con sus destellos todo el cielo del Oriente y regaba con su oro el desierto, los campos, las ciudades y las aguas nocturnas.

Los nómadas, lo errantes por las arenas, desafiantes del vendaval, recibían con alegría aquella diafanidad proveniente del astro centelleante.

La estrella caminaba y caminaba en el cielo y la gente se preguntaba: ¿HacIa dónde va ese inmenso astro que semeja una inmensa nave surcando los aires de la bóveda celeste? Y alguien, respondió: Esa gigantesca barca de luz que irradia amor entre los hombres y mujeres, que guía a los viajeros ungidos por Dios para dar la buena nueva del milagro, va hacia la cuna de David, en tiempo del invierno del  jardín más cautivante de la Tierra.

Y la estrella que había hecho aquel recorrido sorbiendo la fragancia de los perfumes el Líbano, las flores de Persia, los néctares de Babilonia, se estacionó en un pueblo de Palestina, señalándoles a tres viajeros que solían decirle a los habitantes que les abrían las puertas de las ciudades, que eran reyes, y magos, que allí en ese lugar llamado Belén, había nacido a cielo descubierto el rey de los judíos.

Desde ese entonces la humanidad ama poéticamente a la estrella de Oriente que sirvió de guía para señalar el nacimiento del más puro amor sobre la tierra.

Los Reyes Magos

Eran reyes, hechiceros y astrólogos. San Mateo los pinta en su Evangelio como sabios que venían de Oriente para adorar a Jesús. San Beda "El Venerable" los bautiza como Melchor, Gaspar y Baltazar y los enlaza como viajeros que representan a Europa, Asia y África, portando oro, incienso y mirra.

"Nacido, pues Jesús en Belén de Judea, en los días del rey Herodes, llegaron de Oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella al Oriente y venimos a adorarle.

Al oír esto el rey Herodes se turbó, y con él todo Jerusalén, y reunió a todos los príncipes, sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Mesías. Ellos contestaron: En Belén de Judá, pues así está escrito por el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judea, de ninguna manera eres la menor entre los clanes de Judá, pues de ti saldrá un caudillo que acompañará a mi pueblo Israel". Entonces Herodes llamando en secreto a los magos, les interrogó cuidadosamente sobre la aparición de la estrella, y enviandolos a Belén, les dijo: Ustedes han informaos exactamente sobre ese niño, y cuando lo halléis, comunicármelo, para que vaya también yo a adorarlo".

"Después de haber oído al rey, se fueron, y la estrella que habían visto en Oriente les predecía, hasta que vino a pararse encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella sintieron grandes gozo, y, llegando a la casa, vieron al niño en María, su madre, y de hinojos le adoraron, y, abriendo sus cofres, le ofrecieron como dones, oro, incienso y mirra. Advertidos en sueños de no volver a Herodes, retornaron a su tierra por otro camino".

Nochebuena

La medianoche del 24 de diciembre, según el Evangelio de San Mateo, aseguró que aquel Ángel de la anunciación que en sueños hizo exiliar el rencor y el dolor que ahogaba a José, quien había repudiado a María, se presentó con un coro de ángeles para llenar el cielo de Belén de la más sublime música y de cánticos poéticos.

En aquel lecho de paja de la rústica casa del carpintero, junto a una mula y un buey, nacía el Niño Jesús. La Virgen ruborizada le miraba el bello rostro, radiante por los destellos de la estrella de Oriente. Y desde los huertos cercanos penetraban el olor de las flores de invierno.

Y desde entonces aquella noche fue Nochebuena, noche de amor, de noche de paz, noche de hermandad y regocijo para toda la humanidad.

Noche de Navidad

En la Navidad de otros, el recatamiento llega a los hogares en la noche de Navidad. En las casas pueblerinas se respira la fragancia del paramito, se habla entre tragos de aguardiente de aquella serena y milagrosa hora de Belén. Los crédulos miran el cielo con el afán de divisar la estrella y cuando se calcula que son las doce se pone el niño en el pesebre y surgen las oraciones, se desprende el hálito de ternura, se recitan dulces salmos, nace el mensaje fraterno de amor, el remanso de paz, el desborde la alegría y la felicidad.

En la ciudad, los bailes modernos destrozan el espíritu navideño, la tradición persiste en las hallacas, en el manto de solidaridad que comunica ese "torrente mágico", en la sublimidad que brota de la antigua canción germana "Noche de paz".

Con información de La Silla Rota

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