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Cadenas humanas en la penumbra distribuyen alimentos

  • La Silla Rota
Sin energía eléctrica y en penumbras, los brazos se multiplicaron en la Condesa y Roma para acelerar el reparto de víveres

Decenas de hombres y mujeres salieron a las calles de la Ciudad de México para formar cadenas humanas que movilizaron agua y alimentos a los damnificados por el sismo que azotó a la capital del país el 19 de septiembre de 2017.

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Alumbrados con pequeñas lámparas de mano y linternas de los teléfonos móviles iluminaron partes de los trayectos para orientar un poco a las manos solidarias.

Rubén salió de su oficina en Insurgentes Sur y tras contactar a su familia en Tlalnepantla, caminó por la vialidad y se encontró que en la avenida Alvaro Obregón número 286 un edificio colapsó, y guiado por la solidaridad de su corazón se arremangó la camisa y quitó la corbata para sumarse a las tareas de rescate.

Poco a poco los brazos y las filas formaron una cadena que retiró el concreto y las varillas del inmueble siniestrado.

Los cuerpos de emergencia, la policía y el Ejército se sumaron para poco a poco rescatar a 20 personas con vida.

Los uniformados de verde olivo, de azules y de blancos tomaron el mando y el trabajo fuerte, y las cadenas de voluntarios pasaron de los escombros a los víveres.

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"Lo importante es ayudar un poco, de cualquier forma, aliviar en algo el dolor de la gente", comentó.

Tras siete horas como "eslabón humano", Rubén regresa a la avenida Insurgentes y se pierde en las oscuras calles de la Condesa para buscar transporte a su casa.

CIUDAD DE MÉXICO.- A las 9 de la noche de este martes decidieron que tenían que ir a apoyar de algún modo a los brigadistas y voluntarios que removían escombros en los edificios colapsados, y decidieron hacerlo regalando café.

Las familias Vega Hinojosa, y Rodríguez Magaña, junto con el pequeño Leonardo Rodríguez Magaña, de 7 años acudieron con 10 y 4 litros de café para regalar a brigadistas de la colonia Narvarte.

Mientras que al pequeño Leo no le importa estar desvelándose en la calle, y entusiasmado, asegura que le gusta ayudar.

Pese a ser casi de madrugada, pese al frío y a la penumbra de las zonas siniestradas, esas y otras familias enteras acuden a esas zonas al regalarme café y alimentos a rescatistas y voluntarios.

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