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A Ricardo "se le vino encima la casa y harta tierra"
Xalapa, Ver.- “Quisimos rescatar a toda la familia pero no dio tiempo. Se les vino encima la casa y harta tierra. El bebé lloraba mucho porque le cayó encima la base de la cama. Sacamos a su mamá, a la abuela, pero el muchacho quedó bien prensado con un árbol que le cayó encima. Todavía movió un buen rato sus piernas”.
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Son recuerdos de Sebastián Reyes, uno de 20 hombres que desafiaron con picos y palas al Huracán Katia, que a su paso por Xalapa sepultó viviendas, entre ellas la de Ricardo Hernández Monterde, un albañil de 20 años que sucumbió ante un fenómeno natural, pero también a la miseria que prolifera en la capital de Veracruz.
Han pasado unas 12 horas desde el siniestro en la colonia Luis Donaldo Colosio, un asentamiento irregular donde la gente es dueña de nada. En un espacio de 10 metros cuadrados se aprecia un colchón matrimonial donde dormían Ricardo, su esposa Estela y su hijo de 1 año de edad. En el piso, también había espacio para su suegra.
Don Sebastián, vecino de la familia afectada, recuerda un estruendo a las 4 horas de este sábado 09 de septiembre. “Nos avisaron que unas gentes estaban sepultados por la tierra. Estaba la lluvia bien fuerte. Todos corrían. La familia estaba durmiendo y se entiende que les cayó todo encima”, relata el hombre aun con las manos enlodadas.
Asegura que por los montones de tierra no se filtraban gritos de auxilio. “Casi no se escuchaba mucho porque estaban bien presionados; el que chillaba mucho era el bebé”, abunda don Sebastián.
Él, junto a una veintena de vecinos comenzaron a emplear palas y picos para liberar a las cuatro personas. Unos perforaban el techo de aluminio, otros vigilaban la parte del cerro que amenaza con volcarse contra ellos. “Hicimos lo que pudimos”, coinciden los vecinos que ahora derraman árboles anticipados a la tragedia.
“Primero sacamos al bebé, que estaba debajo de la cama, la tierra le agarró su cabeza con un ropero; de ahí como pudimos sacamos a la mamá, estaba en la cama atrapada también; luego a la abuelita, ella estaba durmiendo en el suelo y tenía un ropero encima. Al chavo ya no nos dio tiempo porque se vino otro deslave, estaba el lodazal, había que quitar láminas, trozar la madera, todo un desastre. Estaba tapado pero todavía se movían los pies”, lamenta Sebastián.
Una vez liberadas las dos mujeres y el infante, los pobladores corrieron a buscar un teléfono para pedir apoyo de Protección Civil y así liberar, si acaso, a Ricardo, quien cada vez pataleaba con menor intensidad. “Llegaron como a las 3 horas. Si no es por nosotros al gobierno se le mueren los cuatro”, opina uno de los rescatistas anónimos.
Con apoyo de maquinaria especializada el cuerpo de Ricardo finalmente fue exhumado de un montón de tierra rojiza. Su hijo, su esposa y su suegra fueron internados de emergencias, aun sin un lugar adónde llegar cuando sean dados de alta.
El espacio de tierra que desde hace tres años era poblado por Ricardo y los suyos hoy está arruinado. Su patrimonio quedó a la deriva de la lluvia: una periquera color verde, un peluche en forma de vaca, zapatos de tela, bolsas de plástico y sarapes.
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Ricardo, como las 20 familias que habitan la colonia Luis Donaldo Colosio, llegaron con promesas de políticos, que prometen, de llegar al poder, un título que los haga propietarios.
“Lo cierto es que aquí no hay papeles, no hay escrituras, no hay nada”, resume Sebastián quien ahora teme ser la siguiente víctima a causa del fenómeno natural Katia, que aún se manifiesta en la entidad con torrentes.
“Ninguna autoridad vino a evacuarnos”
Tras la muerte de Ricardo una de las dos víctimas que dejó el huracán Katia en Veracruz, el alcalde de Xalapa Américo Zúñiga Martínez, y el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares aseguraron que los decesos fueron ocasionados por la negativa de personas que habitaban lugares de riesgo.
"A pesar de los llamados a todas estas personas que viven en laderas y zonas irregulares y con falta de cimentación, no acudieron a los albergues", declaró Zúñiga Martínez a medios locales.
Aseveraciones que desacreditan los lugareños, “Aquí no llegó ninguna autoridad a evacuarnos, ni cuando pasó lo del temblor ni ayer en lo del huracán. Vinieron ya después de los dos muertos”, asevera Sebastián con el respaldo de mujeres que preparan comida en medio de la calle.
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