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La noche que Café Tacvba gritó en Xalapa "el que no brinque es Peña"

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Así se vivió el concierto que Café Tacvba ofreció en Xalapa en el marco del Hay Festival 2012.

Adriana Carreón

Con la compañía del inevitable olor a mota, los pies cansados y húmedos de quienes esperaron por más de 12 horas y el sudor del colectivo conformado por xalapeños, jarochos, cordobeces, y otros tantos, la banda mexicana de rock Café Tacvba, inició con cuarenta minutos de retraso el concierto que marcaría el culmen del festival literario inglés Hay Festival en su segunda edición en la capital veracruzana.

Al unísono, el eco provocado por las calles vacías que abrazan al deportivo Colón, comenzó a encender las luces en domicilios y edificios cercanos al recinto cuando una sola voz que sería secundada, inició en un acto casi protocolario y espiritual el ya esperado papa ru papa eu eo, que se esparciría raudo en casi dos mil gargantas; el vaho emitido, se transformó rápidamente en calor humano.

El dicho versa que nadie es profeta en su tierra, pero el canto de Xalapa anunció la entrada triunfal de la banda sateluca que posicionaba en el escenario al tecladista Emmanuel del Real (Meme), al bajo de Enrique Rangel (Quique), la guitarra de  José Alfredo Rangel (Joselo), la percusión de Luis Ledezma, y la inconfundible melena cantora y activista de Rubén Albarrán (mejor conocido como K'kame en los últimos meses), interpretando aquel relato de un amor gay con frases en francés: El Baile y el Salón.

Las Persianas se abrieron, “Ya llegó el Café Tacvba para que todo el mundo le meta al talón” gritó Albarrán, y como si de prisas habláramos, en seguida y tras de otra vinieron Cómo te extraño (cover de Leo Dan) y Las Flores, interpretada sin el tradicional remate con la jara del ausente Alejandro Flores, y los no entonados falsetes de La Huasanga.

Mientras la luna se escondía tras las nubes que trajeron los vientos de octubre, la voz de Albarrán invocó la energía y sabiduría femenina, casi pidiendo perdón  y perfilándose a cantar "con mucho respeto", una de las canciones más exitosas y polémicas de la agrupación: La Ingrata, tema que más de una feminista cantó con energía.

Sin embargo, luego de sacar las energías corporales de su público, Café Tacvba inició una tanda relajada rememorando los tiempos del Cuatro Caminos, el inicio de una nueva etapa en la vida del considerado como el mejor café de México; Cero y Uno y sus analogías binarias, sería acompañada de los acordes tropicales de Eo El Sonidero mientras la prensa rezaba con envidia hacia la audiencia “te la pasas mejor del otro lado, no que aquí te empujan y encima tienes que trabajar”.

Entonces  sonó el apaciguador de aguas tormentosas: La Locomotora y sus cuestionamientos existenciales retumbaron en el Colón; después, el psicoanálisis continuaría con otra oportunidad para Volver a comenzar, y terminar en el grito excitado y estridente de un ¡No controles!.

Para entonces la confusión por un orden casi extraño del repertorio que inició con las piezas usualmente cantadas en los catárticos finales, se olvidó al recordar a Los Tres con su Déjate Caer, sin máscara del Gallo Gas en el escenario.

Pronto vendrían los agradecimientos a los movimientos sociales como el #YoSoy132 para enseguida desatar el grito conjunto de “Yo soy 132”, “¡Fuera Peña!” ; mientras el vocalista alegre brincaba e invitaba al rito gritando “El que no salte es Peña”. “Hay otra que me aprendí  en las marchas -gritaba Albarrán- que dice: ¡El Pueblo se cansa de tanta pinche tranza”, preámbulo para soltar al fin la Chilanga Banda de Jaime López; “es como el himno nacional, todos la cantan, nadie la entiende, pero bien que prende”, rimó un joven de jeans azules y ojos cafés.

Vieno la ofrenda con una reverencia de los rockeros al pueblo wixárika de Wirikuta por la defensa de la tierra y la cultura ante las empresas mineras, al pueblo cherán por la defensa de su pueblo ante el narcotráfico, y a la tierra de los tres corazones (el totonacapan) por la extraordinaria defensa de “lo suyo” con la creación del tumín, ante el poderío del dinero y del Banco de México. El final del encuentro se perfilaba.

Sonaron los cantos de protesta porque “500 años frustrados creo que ya son gran medida”, dice El Fin de la infancia, y las luces amenazaron con apagarse a menos de cumplir dos condiciones: la primera –que aplaudieron los hermanos Rangel- es darnos un abrazo colectivo; y enseguida la orden fue cumplida. La segunda –decía Albarrán- ahorita mismo la vamos a ver, a ver cómo bailan con La chica banda.

Escenario oscuro. Las guitarras se iban de las manos ejecutoras, las percusiones callaron, el teclado intacto, y entonces la multitud eufórica exigió el retorno de los tacvbos con la consigna “si se van, son Peña”.

La banda finalmente regresó para despedirse con la presentación del primer sencillo de su nueva producción titulada El objeto antes llamado Disco; el viaje cósmico y explosivo hacia El Espacio, el romanticismo en tonos rojos de Eres, la belleza de la soledad al Medio día; los besos fríos y legados por María, serían la justificación perfecta  para cantarle Esta noche, con las reflexiones internas y propias del Bar Tacvba, y al final, cantar con despecho “ni hablar mujer, tú traes puñal”.

“Hasta la próxima muchachos, esto fue el Café Tacvba. ¡Gracias por traernos a Xalapa!”. Del Hay Festival, la banda no hizo mención. Dispersándose la gente cuál hormiguero inquieto, un grupo de jóvenes se detuvo a medio campo mientras su integrante más joven gritaba furioso “¡no mames wey! Voy a tener que llegar a lavar”; nadie se había dado cuenta de la alfombra de lodo y arcilla húmeda que cobijó sus pies mientras taloneaban con la música del mejor café de México.