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The New York Times publica reportaje sobre huachicoleros poblanos

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Robar combustible de un ducto de Pemex no requiere de mucha ciencia, basta una pala y un taladro potente para iniciarse en el negocio.

El diario estadounidense The New York Times publicó un reportaje en el que describe las formas en que se comercia el combustible robado en un mercado de San Salvador Huixcolotla, Puebla.

Lo que comenzó como un negocio de ladrones comunes atrajo a las grandes organizaciones criminales que actualmente imponen sus leyes en el territorio poblano.

Nuevos grupos de delincuentes han aparecido en escena y se pelean o reparten el control del robo de combustible en regiones poblanas.

En todos los casos de robo de combustible que ocurren en Puebla, es una constante la corrupción de las autoridades por omisión o por interés económico.

Lo que comenzó para algunos pobladores como una forma de sobrevivir en el territorio poblano, se ha convertido en un negocio que provoca pérdidas millonarias a Petróleos Mexicanos.

Un campesino gana entre 7 y 11 dólares al día y un halcón que trabaje para los ladrones de combustible puede obtener hasta 54 dólares diarios.

En el reportaje que aparece en The New York Times firmado por el periodista Kirk Semple se considera a Puebla como el epicentro del país del robo de combustible.

La zona de mayor actividad de robo de combustible en Puebla se conoce como el Triángulo Rojo y comprende Tepeaca, Palmar de Bravo, Quecholac, Acatzingo y Acajete.

En algunas localidades grandes grupos de pobladores se han unido a los delincuentes y los consideran casi como unos benefactores. Llegado el momento, delincuentes y pobladores se enfrentan a las autoridades para defender su forma vida.

En ocasiones especiales, los delincuentes llegan en camionetas a los pueblos y les regalan a los habitantes televisores y licuadoras, e incluso pagan cuentas médicas.

En el reportaje de Kirk Semple se asegura que el robo de gasolina empeoró en el año 2006 y una de las razones es que Felipe Calderón le declaró la guerra al narcotráfico y provocó que los cárteles se fragmentaran y formaran grupos delincuenciales de menor tamaño, pero de igual peligrosidad.

Las nuevas células criminales diversificaron su campo de operación y dirigieron su interés hacia el robo de combustible.

Las cifras del reportaje de The New York Times indican que en 2009, las autoridades descubrieron 462 tomas ilegales y estimaban que se estaban perdiendo 477.000 litros diarios.

En 2016 descubrieron 6873 tomas ilegales, lo que representanta en sólo 7 años, un aumento de mil 400 por ciento.

En Puebla, las autoridades descubrieron el año pasado mil 500 tomas ilegales en oleoductos, el doble de los que detectaron en 2015, y casi una cuarta parte del total nacional.

Robar combustible de un ducto de Pemex no requiere de mucha ciencia, basta una pala y un taladro potente para iniciarse en el negocio, pero hay que tener el aval de los delincuentes o ser parte de un grupo.

El combustible se ofrece de puerta en puerta o en los mercados lo compran lo transportistas que van de paso. En algunas ocasiones los mismos empresarios gasolineros que revenden el combustible en los precios habituales.

Un funcionario policíaco del Triángulo Rojo le dijo al periodista de The New York Times que los pobladores son leales con los ladrones de combustible y que se ponen de su lado cuando los soldados pretenden detenerlos.

“Todo el mundo es cómplice”, dijo.

En la zona, poca gente no está involucrada en el robo de combustible, hay trabajadores de Pemex que les dicen a los delincuentes cuando es momento de perforar un ducto y policías que reciben dinero a cambio de mirar hacia otro lado.

Cuando el dinero no alcanza para todos, a los delincuentes siempre les queda el recurso de la violencia y ellos bien saben cómo conseguir lo que quieren.

Aquí puedes ver el reportaje de The New York Times: https://www.nytimes.com/es/2017/04/27/el-auge-del-contrabando-de-combustible-en-mexico-se-convierte-en-una-crisis/

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