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Caro Quintero da entrevista clandestina

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La entrevista se efectuó en la clandestinidad en medio de la sierra, el prófugo, rompe el silencio de su historia en el narco.

La Revista Proceso realizó una entrevista videograbada con Rafael Caro Quintero, donde sostiene que no mató a Enrique Camarena y asegura que estaba ‘en el lugar equivocado’, también pide perdón a la sociedad mexicana, a la DEA y al gobierno de EU y sentencia: ‘No estoy en guerra con nadie; El Chapo y El Mayo son mis amigos’, comentó que se dedicó a la siembra de mariguana porque ‘de alguna manera había que sobrevivir’.

La entrevista realizada por Proceso tv se efectuó en la clandestinidad y será transmitida el lunes 25 de julio a las 12 horas por Proceso.com.mx

En el norte de México, era una tarde tranquila cuando de pronto aparece caminando con paso relajado, un hombre de 63 años, de metro ochenta de estatura, con tez bronceada y las manos encallecidas.

Se trata de Rafael Caro Quintero, a quien apodan ‘El Príncipe’ o 'El Narco de los Narcos'. Por su captura, el gobierno de Estados Unidos ofreció una recompensa de 5 millones de dólares, y en el de México lo acusa de haberse reincorporase al narcotráfico y desatar una guerra contra El Cártel de Sinaloa.

En el pecho lleva dos escapularios: uno de la Virgen de San Juan de los Lagos, regalo de su hijo mayor y el otro de su madre. Viste camisa de manga larga, abotonada casi hasta el cuello y pantalón vaquero. En la muñeca izquierda lleva un reloj de carátula negra. No hay joyas, lujos o armas a la vista; su escolta parece estar compuesto de dos hombres. Sus zapatos de goma son negros y están visiblemente desgastados.

Tras 28 años de prisión, en agosto de 2013 fue puesto en libertad del Reclusorio Preventivo de Guadalajara por órdenes de un tribunal colegiado.

Días después la Procuraduría General de Justicia de la República (PGR) obtuvo dos órdenes de aprehensión en su contra: una para extraditarlo a Estados Unidos y otra para que pague 12 años más de prisión que, según la PGR, le quedan pendientes en México.

Caro Quintero, hijo de Emilio Caro Payán y Hermelinda Quintero, nació en octubre de 1952 en el rancho La Noria, en Badiraguato, Sinaloa.

Considerado por el gobierno mexicano como uno de los narcotraficantes más poderosos en los ochenta. A raíz del brutal homicidio de Enrique Camarena (agente de la Administración Antidrogas Estadunidense, DEA), en 1985

Fue entonces que el gobierno de Estados Unidos y el mundo volvieron la mirada para descubrir que en el Triángulo Dorado, donde confluyen los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua, había emergido una nueva casta de capos: señores de la droga que, 31 años después y según Washington, se convirtieron en los más poderosos del mundo.

El 26 de junio pasado, este semanario Proceso publicó las versiones oficiales que aseguraron que Caro Quintero estuvo detrás del ataque perpetrado por Alfredo Beltrán Guzmán, El Mochomito, a la casa de Consuelo Loera, madre de Joaquín El Chapo Guzmán, en la ranchería de La Tuna, Badiraguato, localidad de la que ambos capos son oriundos. Días después, el Ejército mexicano y el gobierno de Chihuahua confirmaron dicha versión.

 A raíz de ese reportaje, gente cercana a Caro Quintero contactó Proceso y accedió a dar su versión de los hechos.

Los prófugos no conceden entrevistas y menos en video. Menos aun cuando la DEA y las autoridades mexicanas le pisan los talones, para Caro Quintero esta lógica no se aplicó y desde la clandestinidad y en uno de los momentos más agudos de la persecución, aceptó responder todas las preguntas, ser fotografiado y que la conversación fuera videograbada para ser transmitida en Proceso tv. No hubo más condición que la de no revelar el lugar donde fue realizada.

El narcotraficante detalla en su entrevista cómo y por qué se inició en el narcotráfico y habla de los homicidios de Enrique Camarena y del piloto Alfredo Zavala, hechos que provocaron su detención y encarcelamiento.

Narra también su encuentro con El Chapo Guzmán durante un desayuno en 2013, cuando ambos estaban prófugos, y su entrevista con el otro líder del Cártel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada

La entrevista se realizó en un cuarto de paredes encaladas construido en medio de la nada.

Él se acomoda en una silla desvencijada. El mobiliario lo componen, además, un par de camas y una mesa con una imagen de la Virgen de Guadalupe, acompañada de unas veladoras encendidas.

No hay alimentos ni bebidas de por medio. Ni un vaso de agua.

En la clandestinidad, tras 28 años de prisión y casi tres prófugo, rompe el silencio.

Con información de Proceso.