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Veracruz, algunos de sus problemas; la deuda
David Colmenares Páramo
Veracruz acaba de anunciar una reestructuración de su deuda pública, que es una de las más elevadas del país; en la misma no se incluye lo referente a los pasivos con los proveedores o prestadores de servicios, fundamentalmente locales, que será un tema muy importante a monitorear el próximo año, cuando concluye la administración de las 12 entidades federativas en las que habrá elecciones. Tampoco incluye, porque no es deuda pública, los pasivos derivados del FAEB, ya que se derivan del incumplimiento federal de lo señalado en la ley, al no dar los recursos suficientes para la operación de la llamada federalización del gasto educativo, como se señaló en el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica de 1992 y en la Ley de Coordinación Fiscal desde 1998 hasta 2014, el cual es un problema bastante generalizado que urge resolver, ya que la operación la siguen llevando las entidades federativas, a pesar de la desaparición del FAEB. En virtud de no se hizo este año, cuando cambiaron nueve gobernadores, los que están en proceso de rendir protesta.
Veracruz es la tercera entidad en población, tiene 212 municipios –más de la tercera parte de los oaxaqueños–, es la tercera entidad en cuanto a participaciones recibidas, sólo le ganan el Estado de México y el DF. Es útil estimado lector, un breve recuento de la evolución de su deuda a junio de 2015.
Hoy el monto de la deuda veracruzana es de 41 mil 662 millones de pesos, alrededor de 20 mil millones más que en 2010, año en que empezó el actual gobierno. Un dato importante del último año de Fidel Herrera, cuando se duplicó la deuda respecto a los 9 mil 261 de 2009, la cual creció 12 mil millones de pesos más.
Por ello la relación de la misma respecto al PIBE, que en 2009 fue de 1.8, pasó a 3.1 por ciento en 2010 y hoy es de 4.5 por ciento; en relación a las participaciones, en 2009 equivalía el total a 36.9 por ciento, recibe el actual gobierno en 2010, una relación de 82.8 por ciento y hoy es de 117 por ciento; el tiempo de vencimiento promedio es más o menos igual, hoy a 17 años.
En cuanto a ranking a junio de este año, la posición de Veracruz es la siguiente: respecto al monto ocupa el sexto lugar; en cuanto al PIB, el séptimo; en relación a las participaciones, también el sexto; respecto a los ingresostotales –incluyendo ingresos propios– el sexto; en cuanto al nivel de la tasa de interés, el cuarto y respecto al vencimiento, el octavo.
Reestructurar a un año de que termine la administración puede ser útil, si se realiza con transparencia y se vigila el costo de la misma, en virtud de los antecedentes deotras reestructuras. Es claro que la anterior administración a Duarte duplicó la deuda en 2010, sano sería que no se repitiese en 2016.
Una desventaja de las reestructuras es que sólo se gana tiempo, los acreedores nunca pierden, simplemente al durar más el negocio, incrementan sus beneficios, aunque haya una curva temporal hacia abajo, que permite reducir en el corto plazo el pago de intereses.
La deuda de hoy parece la pagarán en tres o cuatro administraciones, siempre y cuando ya no crezca –lo que se ve difícil–, por lo que les tocará a los nietos enfrentarla o instrumentar sus propias reestructuras, que no pagarán sólo arrojarán al infinito su pago.
El panorama de los ingresos de los estados es poco optimista, ante la fuerte dependencia que tienen de las transferencias federales, las participaciones son ingresos propios pero limitados en términos reales y los ingresos locales son de un bajo potencial recaudatorio.
Por cierto, ¿por qué esta obsesión de eliminar el impuesto a la tenencia, que podría ser en las circunstancias actuales su mejor fuente de ingresos tributarios, para después andar gestionando “apoyos” para recuperar lo perdido con su eliminación? Vaya el “padrotismo fiscal”, parece mejor que recaudar.
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