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“Topacio”, la cocodrilo mascota de “La Suriana”

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Su dueña, María Cruz Romero, la cuida desde que llegó en un cargamento de tortugas.

Veracruz, Ver.-"Topacio", una cocodrilo de 30 años, deambula dentro de un restaurante como un inquilino más de la familia veracruzana dedicada a la venta de mariscos en esta ciudad.

Su dueña, María Cruz Romero Patraca, la cuida desde que llegó en un cargamento de tortugas. La estancia se prologa cautelosamente. La alimentan, bañan y protegen como el tercer hijo de la familia.

"Los que tienen es con fin de negocio, por eso que no lo hemos dado, incluso los de Protección Civil dijeron que si se la llevaban a Viveros, que es donde tienen o algún centro donde los crían, la iban a matar, porque está acostumbrada a que le demos agua y comida, y a estar sola. Que la iban a matar los mismos animales por no saber defenderse", exclamó María Cruz.

"Topacio" está tuerta. Al llegar al restaurante "La Suriana", los dueños del lugar observaron cómo su ojo derecho no lo abría, no se movía o reaccionaba al pasarle la mano. Al parecer, las tortugas le picaron tanto que lo afectaron por completo.

Con la sola visión del ojo izquierdo, la cocodrilo camina totalmente tranquila a los pies de su dueña, abre la mandíbula y espera le llueva agua fresca o un trozo de pulpo, pollo u otro marisco fresco del lugar.

Doña María le habla como si fuese un perro, como si "Topacio" escuchara bajo ese grueso y rudo cuerpo de reptil.

Entre rejas de tomates, chile y plástico, vigila como un fiel perro el negocio de su ama, así como lo aconsejó en su momento el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita.

Su instinto animal sigue, se exhibe en cada momento que un par de palomas bajen del guayabo convertido en su techo natural con clima. No ladra como perro, no da la mano como perro, pero si inclina su cabeza para recibir carísimas de Doña María Cruz.

"Cuando estaba en construcción el acuario, vino un biólogo, la vio y dijo que era hembra. De hecho, hace como unos seis años puso huevos, ya con eso confirmamos que era hembra, los huevos se secaron, como no hubo cruce con otros machos, pues se hicieron como le llaman a los huevos de las gallinas, de sombra, y ya no ha vuelto a poner", relató.

La tensión entre el animal y el humano es inexistente, ajena de peligro como la inseguridad en las calles de Veracruz. Su tranquilidad se contagia entre ambos seres que se han separado por algunos minutos, pues, la cocodrilo, se ha escapado en dos ocasiones, poniendo en alerta a sus dueños.

La primera ocasión ocurrió cuando una de las empleadas del restaurante dejó abierto de más el portón, "Topacio" aprovechó y comenzó a caminar por todo Gómez Farías con dirección al Acuario de Veracruz. La segunda, cuando el animal logró abrir la puerta con su mandíbula, situación que ya fue controlada con un nuevo dispositivo de protección.

El susto no pasó de enseñarle el camino de regreso a casa. Los vecinos la conocen y no le temen, al igual sus clientes de años, que fielmente la visitan con hijos convertidos ahora en padres que llevan a sus nietos. Tres generaciones ya la visitan en la calle de Alacio Pérez.

"Siempre ha estado con nosotros, incluso, cuando estábamos en el otro negocio se metía por la cocina, pasaba por donde estaban los comensales que les daba miedo y otros que se reían porque ya la conocían. Se acostumbró a estar en la entrada y pensaban que estaba disecada, pero cuando veían que se movía, algunos salían corriendo y otros se reían de la reacción de los que no la conocían", recordó.

"Topacio" mide dos metros, está catalogada como un animal en peligro de extinción y se encuentra a la mitad de su vida animal, por lo general, los cocodrilos viven entre 50 y 60 años.

A diferencia de Unidades de Manejo Ambiental aprobadas por la Profepa, María Cruz la cuida como si fuese un humano, sin intención de cocinarla o convertirla en calzado para dama.

AVC