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Dormir, comer y bañarse, una pesadilla en penales veracruzanos
Xalapa, Ver.- Dormir, comer y bañarse, actividades para el confort y el bienestar del cuerpo humano, pueden convertirse en una pesadilla para las mujeres, detrás de los muros de un centro penitenciario.
Así lo refleja el informe especial sobre las Mujeres Privadas de la Libertad en los Centros de Reclusión de la República Mexicana presentado en el primer trimestre del 2015, por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que evidencia que dentro de los penales veracruzanos: dormir ocurre en el piso; comer se realiza entre insultos, y bañarse es una actividad que tiene lugar en un espacio sin higiene y con escasez de agua.
Por los resultados obtenidos en las encuestas realizadas, la CNDH estima que las condiciones en que se encuentran, en medio de golpes, humillaciones y prostitución, son escasas las posibilidades de que las internas salgan reformadas o con una mentalidad adecuada para rehacer su vida.
El estudio advierte, que la política penitenciaria fracasa en su principal propósito: hacer cumplir a las internas, una sentencia que genere un proceso de reinserción social, que genere un cambio positivo en sus vidas, que las prepare para el momento de reincorporarse a su vida cotidiana.
Maltrato y pésimas instalaciones
En el estudio realizado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos que evaluó a internas de tres reclusorios del estado, el Centro de Reinserción Social “La Toma” en Amatlán, Duport Ostión en Coatzacoalcos y Zona I (Pacho Viejo) los tres son centros mixtos y con una administración a cargo del gobierno estatal, encontró situaciones, como las siguientes:
Las internas de La Toma en Amatlán y en Pacho Viejo viven humillaciones tanto por el personal encargado del lugar como por compañeras y hombres con los que conviven, en ciertos momentos de su día, sobre todo, al momento de comer.
En el Duport Ostión de Coatzacoalcos, además de las humillaciones, el personal del centro golpea, amenaza, denigra e imparte trato discriminatorio a las mujeres.
Y al maltrato físico, hay que añadir, las deficiencias considerables en las instalaciones que las albergan.
Por ejemplo, en los tres centros penitenciarios, las planchas de cemento sobre las que descansan, no son suficientes para todas. Además, tampoco tienen colchonetas suficientes para dormir.
Muchas mujeres se ven obligadas a recostarse en el piso, en donde predominan las condiciones insalubres de limpieza, con presencia de cucarachas, chinches, ratas o moscas.
La hora del baño no es un mejor momento, las reclusas de Amatlán, mencionan que hay deficientes condiciones de higiene en regaderas, falta de agua corriente.
En Duport Ostión, la mayoría de las regaderas e inodoros no funcionan, lo que propicia una mala higiene entre las mujeres y las hace propensas a enfermedades.
La estancia en las celdas no brindan un momento agradable, hay mala ventilación e iluminación natural y las instalaciones eléctricas son improvisadas lo que expone a riesgo de corto circuito o incendio.
El estudio de la CNDH indica que debido a que la mayoría de las condiciones inhumanas en que se encuentran y los malos tratos que reciben son provocados por la autoridad, no hay manera de reportar el abuso para tratar de buscar mejores condiciones de estancia dentro de los penales.
Deficiencias en la alimentación y trato a los menores de edad que viven con sus madres
El informe especial sobre las Mujeres Privadas de la Libertad en los Centros de Reclusión de la República Mexicana revela, también, que muchas de las mujeres encerradas son madres de niños pequeños, a los cuales, hasta cierta edad se les permite vivir dentro del reclusorio en compañía de su madre.
Sin embargo las autoridades no dan respuesta a las necesidad que genera el que haya un menor dentro de los penales. No hay ni la alimentación ni instalaciones adecuadas para que permanezcan al lado de sus madres.
Las internas de los tres centros reportan deficientes condiciones de higiene en la preparación y mala calidad de los alimentos, así como insuficiencia de estos al momento de la repartición entre los internos.
Por ejemplo, en el centro de Amatlán, se restringen el acceso de fruta, papillas para bebés y leche en lata (fórmula). La única manera que tienen de obtenerla es a través de familiares quienes la ingresan en bolsas de plástico - lo que hace que se echen a perder en pocos días-.
Además, en los centros de Coatzacoalcos y Pacho Viejo no brindan apoyo en servicios de guardería ni educación a los niños, y por tanto, no cuentan con espacios adecuados para su desarrollo.
Por ello, los menores solo pueden estar al lado de sus madres hasta los cuatro años en los penales de Duport Ostión y La Toma. En tanto que en Pacho Viejo están hasta los cinco.
Protección de la salud física y mental
El servicio de atención médica para las mujeres, centro de los centros de reclusión mixtos veracruzanos, es un fracaso. Las mujeres no tienen acceso a información y educación sobre planificación familiar, medidas de atención preventiva, incluido el VIH, enfermedades de transmisión sexual y problemas de salud propios de la mujer.
El derecho a la salud para las mujeres, que garantiza el Estado, y se extienden hacia sus hijos, desde la atención prenatal y al momento de nacer, para garantizar su crecimiento, vacunación, detección de enfermedades hereditarias, congénitas y salud visual, tampoco es adecuado.
Además, las internas que requieren atención especial y no la reciben. En el centro de Coatzacoalcos habitan tres mujeres con padecimientos de discapacidad psicosocial, que les impiden interactuar con las demás de forma culturalmente aceptable, por lo que permanecen aisladas.
Estas tres mujeres son consideradas agresivas por los médicos generales del área de varones ya que son los únicos que laboran en el centro mixto, por lo que permanecen en aislamiento y únicamente reciben valoración psiquiátrica cada dos meses.
Aparte de estos tres casos, la población general de mujeres de Amatlán y Coatzacoalcos no cuenta con personal médico exclusivo, razón por la cual reciben apoyo y consultas de los médicos generales destinados a atender a la población masculina.
En este penal los médicos son escasos para el total de internos mixtos de los reclusorios.
Así mismo en Pacho Viejo tienen una situación similar con la falta de personal para las mujeres, donde además, no hay medicinas suficientes para todos, los médicos no acuden al área de aislamiento a verificar el estado de salud de las internas que se encuentran sancionadas hasta por periodos de 30 días.
Por último en el tema de salud, como parte de la reinserción social es indispensable el tratamiento contra adicciones; sin embargo ningún lugar cuenta con programas de apoyo ni de tratamientos de desintoxicación.
Seguridad, legalidad y privilegios
La igualdad con la que deberían vivir todas las internas se ve afectada con el autogobierno en los penales, donde algunas internas ejercen el control sobre otras, y hay la falta de sanciones o privilegios.
Dentro de Duport Ostión, en Coatzacoalcos, las internas tienen en su posesión los candados de sus celdas, contando con completo control de su salida y entrada a estas así como de su permanencia en ellas por tiempo deseado.
Además de los candados algunas internas cuentan con gallos de peleas con los que realizan apuestas que violan todos los protocolos de disciplina y seguridad.
Otra situación de privilegios se presenta en el reclusorio de Pacho Viejo en el cual dos internas viven en el área de visita íntima con posesión de dispositivos electrónicos que el resto no tiene como pantallas planas y otros aparatos de audio y video.
Como parte de las situaciones ilícitas que se llevan a cabo, en Coatzacoalcos y Pacho Viejo existe la prostitución, con total conocimiento de las autoridades del lugar.
Y en La Toma en Amatlán, los hombres son los encargados de la distribución de alimentos en el área femenil.
En cuanto a las sanciones disciplinarias en Amatlán y Coatzacoalcos las mujeres sancionadas no reciben atención de las áreas técnicas, se presentan imposición de sanciones de aislamiento por lapsos prolongados de hasta 30 días con restricción de visita familiar, íntima y de comunicación telefónica.
Reinserción social
Los centros visitados presentan irregularidades relacionadas con la inexistencia o insuficiencia de actividades laborales remuneradas, educativas y/o deportivas organizadas, debido a la falta de instalaciones adecuadas.
Los centros penitenciarios veracruzanos no cuentan con áreas de ingreso, centro de observación y clasificación, protección, deportivas, sancionados, locutorios, aulas, bibliotecas y área médica.
Además de deficientes instalaciones para actividades laborales y recreativas, también hay falta de teléfonos públicos en Duport Ostión, en Amatlán y Pacho Viejo.
En conclusión, el informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos señala que los tres reclusorios veracruzanos incumplieron en 20 de 25 puntos a evaluar, lo que los pone muy por debajo de las condiciones necesarias para darle un trato digno a las mujeres internas.