Tlacotalpan, Ver.- La fuerte religiosidad de nuestros orígenes prehispánicos y la enérgica conquista cultural y espiritual por parte de los peninsulares, dieron a la región del Sotavento las acostumbradas celebraciones populares conocidas como Huapango o Fandango, de zapateado y versada, donde se baila sobre la tarima y la poesía del verso matiza el anochecer junto al río en medio del jolgorio en las centenarias Fiestas de La Candelaria.

Al baile le acompaña música generada por instrumentos de fabricación local: jaranas, guitarras de son, leonas y violines, que son elaborados por la técnica de escarbado, que da como resultado jaranas de una sola pieza o escarbados, los cuales tienen una alta sonoridad para tocar el Fandango.

Todos estos aspectos recoge la primera exhibición de Instrumentos Tradicionales Helco, que fue inaugurada este sábado por el titular de la Secretaría de Turismo y Cultura (Sectur), Harry Grappa Guzmán, y el director general del Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC), Rodolfo Mendoza Rosendo, que estuvieron acompañados por el expositor Héctor Luis Campos en la Casa de Cultura y las Artes Agustín Lara, de Tlacotalpan.

Apoyada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), la muestra reúne objetos de la Laudería Tradicional Helco, organización sin fines de lucro cuyos instrumentos cuentan con rigurosos parámetros de calidad, como utilizar maderas altamente seleccionadas, preferentemente de origen local, respetando la ancestral forma de construcción.

En la actualidad, se tiene especial atención en el diapasón, el entrastado y la calibración, de modo que sea fácil de tocar y genere los tonos deseados, se cuida mucho también la simetría, paredes bien escuadradas y buen acabado, de tal manera que sea un objeto que sirva para lo que fue creado pero también que sea agradable a la vista.

“Sus acabados a mano son con barnices naturales, se utilizan plantillas basadas en instrumentos antiguos o diseños propios, siempre pensando en un uso propio, son hechos con esmerada paciencia”, explicó Campos Ortiz, laudero; los orígenes de esta última palabra están en los vocablos francés lutherie y árabe al-úd; que designan el oficio de trabajar la madera y ejecutar la cuerda frotada o pulsada, el luter o lutier.

Instrumentos que fueron utilizados como parte de la evangelización que sufrieron los indígenas, los que mediante sus sonidos y armonías propias del nuevo mundo, se instalaron en las iglesias como parte de la música religiosa y laica.

Actualmente, el son jarocho de Los Tuxtlas está integrado por instrumentos denominados en la región como jaranas (en todas sus medidas y formas y organizadas en cinco tipos); guitarras de son, que se tocan con plectro o espiga; violines (parecidos al rabel medieval, en algunas comunidades se construyeron en formas y tamaños más parecidos a lo que hoy día es la viola contralto).

Éstos son fabricados en una sola pieza de madera, a partir de un tablón de cedro rojo, caoba, súchil, laurel y nacaxtle, entre otros, para la caja armónica y la tapa armónica elaborada en cedro.

La primera exposición, que fue amenizada con el grupo Río Crecido, que ejecutó varios sones jarochos, conjunta el trabajo de Héctor Luis Campos, quien, además de ser investigador y promotor cultural incansable, cuenta con una larga trayectoria artística, cultivador desde hace varias décadas de una de las manifestaciones que mayor identidad le dan a Santiago Tuxtla: la laudería tradicional. Estará disponible para que el público pueda visitarla durante las Fiestas de La Candelaria.