El pan de muerto es un alimento tradicional que no puede faltar estos días en la conmemoración del día de muertos.

Las raíces de esta tradición son prehispánicas, como sacrificio a los dioses se introducía el corazón de una princesa en una olla llena de amaranto para después morderlo en señal de agradecimiento.

Sin embargo, los españoles, quienes rechazaban abiertamente los sacrificios, optaron por elaborar un pan de trigo en forma de corazón, cubierto con azúcar de color rojo para simular la sangre.

Existe una gran variedad de panes de muerto y dependiendo de la región se utilizan unos ingredientes u otros.

Su forma circular simboliza el ciclo de la vida y la muerte, el  sabor a azahar es en honor a los muertos mientras que la corona superior representa el cráneo del difunto.

Las cuatro canelillas pueden interpretarse como huesos o como lágrimas derramadas que son colocadas en forma de cruz para indicar los cuatro puntos cardinales dedicado a las cuatro divinidades prehispánicas más importantes: Quetzalcóatl, Xipetotec, Tláloc y Tezcatlipoca.