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Arquidiócesis rechaza matrimonio entre homosexuales; no discrimina, asegura

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"Una sociedad de convivencia nunca podrá equipararse a la dignidad y grandeza que tiene el matrimonio".

Hace algunos meses ante la iniciativa de ley que se presentó en el H. Congreso del Estado de Veracruz sobre las sociedades de convivencia, expresamos nuestra postura al respecto. La Iglesia fiel al mensaje de la Revelación, consecuente con su naturaleza, misión y cosmovisión manifestó su total desaprobación con la propuesta de pretender denominar matrimonio a las sociedades de convivencia entre personas homosexuales.

Ahora nos encontramos nuevamente con otra iniciativa que pretende reformar el artículo 75 del Código Civil del estado de Veracruz, que a la letra dice: “el matrimonio es la unión de un solo hombre y de una sola mujer que conviven para realizar los fines esenciales de la familia como institución social y civil”; se pretende en esta nueva iniciativa cambiar este artículo para que pueda haber “matrimonio” entre personas del mismo sexo. Esto sería una aberración y una ofensa a la humanidad.

La Iglesia Católica manifiesta nuevamente su total y completa desaprobación de esta iniciativa porque como lo expresamos en aquella ocasión, estamos convencidos de que “el matrimonio no es una unión cualquiera entre personas, y no se puede reducir a simples relaciones socio-asistenciales o sexuales; el matrimonio tiene un origen divino, Dios lo ha dotado de una naturaleza propia, finalidades específicas y propiedades esenciales”.

Una propuesta como esta de cambiar el artículo 75, ofende a la razón, lesiona a la familia y confunde el bien con la conveniencia. Hoy más que nunca necesitamos fortalecer a la familia que ha sido siempre la principal escuela de los valores, el espacio donde uno aprende lo fundamental de la vida; La familia es la trasmisora de los valores humanos y la célula fundamental de la sociedad.

Una sociedad de convivencia nunca podrá equipararse a la dignidad y grandeza que tiene el matrimonio, esto adultera el concepto de familia y lejos de enriquecerlo o aportarle algún beneficio solo lo empobrece y deteriora.

Por otra parte, pretender equiparar el matrimonio con una sociedad de convivencia entre homosexuales es completamente contrario a los datos de la revelación divina. La Sagrada Escritura, nos enseña que el matrimonio ha sido instituido por el creador como una forma de vida donde se realiza la comunión de personas que implica el ejercicio de la facultad sexual. En los relatos bíblicos de la creación sólo se habla de “hombre y mujer”. Son estos los que pueden formar un matrimonio. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y se harán una sola carne (Gn 2, 24). A la unión del hombre y la mujer Dios les ha dado la posibilidad de engendrar la vida, de ahí el mandato divino de que “sean fecundos y multiplíquense” Gn 1, 28). En este sentido forma parte del proyecto de Dios la complementariedad de los sexos y la apertura a la procreación. Esto pertenece a la naturaleza misma de la institución del matrimonio.

Es un hecho indiscutible que el ser humano debe su supervivencia a la familia fundada a su vez en el matrimonio. Una unión homosexual jamás podrá participar de esta capacidad natural que tiene una relación entre el hombre y la mujer, la capacidad de engendrar un hijo. No existe una complementariedad sexual ni capacidad procreadora. Negar el matrimonio a una pareja de homosexuales, no es un acto discriminatorio; es una consecuencia de la ley natural porque naturalmente no están habilitados para la procreación, es decir no pueden propagar la especie.

La desaprobación y rechazo de esta iniciativa de pretender modificar el Art. 75, no significa de ninguna manera discriminar a las personas homosexuales. Ellos merecen todo nuestro respeto porque son personas; respetamos las decisiones que tomen sobre sus vidas, les reiteramos nuestro aprecio. Toca al Estado ofrecer algún tipo de legislación que proteja su patrimonio y su convivencia, pero nunca se puede equiparar esa relación al concepto de matrimonio.

Esta iniciativa de ley, de reformar el artículo 75 del Código Civil del Estado de Veracruz, no representa un signo de progreso y modernidad. No es imitando modelos extranjeros como llegará el progreso a nuestro pueblo, sino defendiendo nuestro patrimonio cultural y los valores de la familia como formadora de personas. Como lo expresamos hace ya algunos meses, lo volvemos a repetir en esta ocasión “lo que necesitamos de nuestros legisladores son iniciativas y reformas que logren abatir el desempleo, la pobreza y la inseguridad que se han convertido en los principales flagelos del presente”.

Hacemos votos para que en nuestro bello Estado de Veracruz se proteja la familia, el matrimonio y la vida, de otra manera triunfará el caciquismo legislativo, la imposición y el deterioro de la sociedad.