Veracruz, Ver.- Cerca de las ocho y media de la noche, don Alberto escuchó ladrar a sus perros -uno de color negro y otro pinto- de forma inusual, en las calles de Arturo de Córdoba y Miguel Manzano, de la colonia Reserva Tarimoya 3, una zona llena de predios, casas de lámina, cartón y en menor medida, ladrillo.

Don Alberto dejó lo que estaba haciendo y se dirigió a ver qué sucedía. Al salir se encontró con una llamarada que comenzaba a crecer y crecer, y que los vecinos contemplaban desde sus casas. Se metió y llamó para alertar a los Bomberos.

Veinte minutos después llegaron los Bomberos Conurbados con base en la zona norte. Una pipa se estacionó sobre Arturo de Córdoba y unos seis hombres entraron a hacerle frente con bomba y pala. Elementos de Protección Civil ayudaron en las maniobras.

Por un momento los colonos se alarmaron pensando que podría salirse de control, pues desde lejos, la llamarada alcanzaba no sólo un kilómetro de pastizales, también amenazaba a las casas que colindaban con el pastizal.

Dos señores un poco tozudos se cruzaron las líneas de precaución y alarmados les dijeron a los bomberos que el fuego estaba a punto de llegar a una casa de lámina. En un abrir y cerrar de ojos, y por un momento, casi se lían a golpes. Los marinos tuvieron que llegar a poner orden.

Por su parte los Bomberos sofocaron la parte del incendio que amenazaba a las casas para adentrarse en la selva de pasto. Dos horas después, armados con sus trajes y sus bazucas de agua, sofocaron el incendio completamente.

La Reserva Tarimoya 3, que por un momento se vio llena de luz porque no existe el alumbrado público, regreso a la normalidad.