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“Somos una pareja normal, ninguna es el niño”: Ana y Brenda
Brenda estudia en una escuela privada llamada ETA donde predomina la mentalidad conservadora. Por eso, cuando Ana pasa por ella a la escuela, lo hace de una manera discreta. Evitan agarrarse de la mano hasta unas cuadras después.
Cuando Ana y Brenda, una pareja homosexual que tiene tres años de relación, cuentan su historia lo hacen con la condición que aparezcan otros nombres que les permitan mantener su verdadera identidad bajo resguardo.
Brenda no quiere que personas de la escuela privada ETA sepan de su relación, no porque se avergüence de tener preferencias por las mujeres, sino para evitárselos.
“Ellos hacen comentarios de que lo que pasa entre las parejas gay es antinatural, por ejemplo, hacen comentarios de que les da asco”, dice Brenda.
Durante una conversación que tiene lugar a unos metros del salón de filosofía, de una Universidad, donde ambas estudian una carrera, la pareja coincide en mencionar que existe discriminación para el amor que se profesan dos personas del mismo sexo.
En la calle, les ha tocado desde una señora de la tercera edad en silla de ruedas riéndose de su relación, hasta hombres valientísimos que les lanzan:
¡Lenchas, tortillas, lesbianas!
A ellas en realidad no les importa mucho, aunque toman sus reservas por futuras cuestiones laborales:
“Pues si ya lo saben nuestros papás, que lo sepan todos, pero eso sí, uno sabe dónde. En carreras como la nuestra, en esta universidad, donde llevamos diseño gráfico, la cosa es más libre. En un medio o en una oficina de diseño gráfico no hay tanto pedo, pero en el ámbito aduanal, la carrera que estudia Brenda en la ETA, y en una empresa aduanal, sí hay problema” dice.
Los 5 minutos en que se enfrentan a la familia
La familia de Ana no supo de su homosexualidad hasta los diecisiete años por un ‘enredo’ con un joven de Acayucan, en el que no ahonda.
“Cuando mi papá se enteró, me sentaron en la sala, y mi papá se puso enojón, ni previo ni nada, me dijo ¿eres gay?. En ese momento, tuve esos cinco minutos en donde todo te pasa por la cabeza. Te vez pensando ¿y sí le digo que sí? ahorita se enoja, y al rato, se le pasa el enojo. Pero, si le digo que no, me dije ¿me voy a seguirme escondiendo?
Ana decidió darle a su padre una respuesta afirmativa a su pregunta, y para su sorpresa no se enojó. En cambio su mamá no lo comprende.
“Lo único que dijo mi padre ese día, es que en vez de tener dos chamacos iba a tener tres. En cambio mi mamá lo entiende pero no lo comprende, ella es muy religiosa, aun así, ella y mi padre saben que tengo una relación con ella (Brenda) y son muy respetuosos. Si fueran de otra forma, ya conocen mi carácter, y pues no lo permitiría”.
Mi madre me quiso mandar al psicólogo
En el caso de Brenda sus papás supieron que le gustaban las mujeres ahora en la Universidad. Ella lo mantuvo en secreto porque en casa ya habían casos de personas gay que habían hecho a su mamá comentar despectivamente.
Un día su papá le encontró mensajes de chicas, y al siguiente la castigó por las borracheras y le preguntó si le gustaban las mujeres.
“Sí, son cinco minutos que te pasan por la cabeza, ¿le diré o no?, y le tuve que decir. Al principio mi mamá me quiso enviar al psicólogo, que porque era una enfermedad, pero ya después del arranque se tranquilizó. Mi papá también se enojó, pero ahora hasta luego me dice ‘mira: esa chica me gusta para ti’.
Ana no tuvo problemas en bachillerato de discriminación escolar a diferencia de Brenda.
Todo sucedió en la escuela el CETMAR, por un escándalo. Fue en el tiempo en que cambiaron de directores cuatro veces en un año.
Las chicas de nuevo ingreso que tenían preferencias homosexuales buscaron a las grandes a las que Brenda pertenecía, pero la mamá de una de las pequeñas se dio cuenta y fue armar un escándalo a la dirección.
Brenda y sus amigas recibieron discriminación, pues decían que ser homosexual era un atentado contra la moral de la escuela.
En ese tiempo, una maestra inició un acoso en su contra para que dejaran la institución. La profesora las reprobaba en el examen nada más porque sí.
Por eso, Brenda casi pierde una beca para la Universidad porque una maestra comenzó a hostigarla poniéndole malas calificaciones, pero al final, el problema no pasó a mayores.
Cuando se cruzan sus periodos, prefieren dormir
Una de las situaciones más difíciles para las parejas del mismo sexo, en el caso de las mujeres, son cuando las hormonas se disparan a la vez, es decir, cuando ambas atraviesan al mismo tiempo el periodo menstrual.
“Al principio de la relación sí fue difícil, pero cuando nos acostumbramos nos tomamos la medida, o sea ya sabíamos cómo tratarnos. Ella me procura y yo a ella” dice Ana.
“Somos una pareja normal, ninguna es el niño”
Ana y Brenda se consideran una pareja normal. También, según lo que relatan, ese poema de Oliverio Girondo: Se miran, se presienten, se acarician, se besan.
La sociedad siempre tiende a poner roles de género, aún en las relaciones homosexuales, pero dicen que en la suya consideran que ninguna es el niño y que ninguna es la niña.
“Por lo regular la gente cree que por la complexión uno es el niño, pero a mí me han tocado más corpulentas que son femeninas y a ella más delgadas que son masculinas, nosotros somos una pareja normal sólo que no hay niño”, dice Ana.
Este 14 de febrero, celebrarán en casa, verán películas y comerán frituras, mientras el día pasará fuera inundado por globos, regalos, cartas, algunas declaraciones de amor y uno que otro beso, que adornarán el aire.