Veracruz, Ver.- Esperanza Márquez es una mujer de 70 años que forma parte de una familia cuyos integrantes afirman padecer complicaciones en las vías respiratorias desde que iniciaron las obras de ampliación del puerto de Veracruz, que empeoran cada vez que el viento del norte sopla en la ciudad.

La noche del miércoles ingresó de urgencia al Hospital Regional de Alta Especialidad de Veracruz debido a la dificultad para poder respirar, los médicos atribuyeron su padecimiento a la diabetes y a la exposición prolongada al humo.

Sin embargo, su hija Mirna Beatriz Ruiz desecha la segunda causa mencionada por los especialistas, pues asegura que su madre nunca cocinó con leña, además de que en toda su vida jamás tuvo el hábito de fumar.

Los síntomas de Esperanza Márquez comenzaron a finales del 2016, durante la temporada en la que los vientos del norte alcanzan rachas de entre 60 y 120 kilómetros por hora, coincidentemente durante las obras de ampliación del puerto, afirma su hija.

Los trabajos de expansión portuaria incluyeron la deforestación de un bosque de casuarina que servía como barrera natural para evitar que el coque se dispersara por las colonias y fraccionamientos aledaños al recinto portuario.

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El coque o petcoque es una sustancia derivada del petróleo que sirve para combustible en la industria metalúrgica, su consistencia es similar a la del polvo o arena y es almacenado en montículos al aire libre en terrenos del puerto, aledaños a colonias y fraccionamientos de la zona norte del municipio de Veracruz.

Esperanza Márquez tiene su residencia en la avenida José María Pino Suárez, de la colonia Miguel Alemán, a menos de un kilómetro del lugar donde se almacena el coque, así como otros materiales similares que son confinados en el recinto portuario.

Al igual que Esperanza, sus nietos presentan complicaciones crónicas para respirar, asmas y constipación que obligó a la familia a adquirir equipo para nebulizarlos cada vez que el clima empeora en la ciudad, así como medicamentos que aminoran los síntomas.

Lian Antonia es la nieta más pequeña de Esperanza, tiene dos años y se encuentra sometida a cuidados permanentes para evitar que el asma -que se le desarrolló desde los primeros meses de vida- le genere mayores complicaciones, afirmó Mirna Beatriz.

El médico particular que la atiende recomendó a la familia cambiar de residencial, al menos durante las temporadas de norte, pero se trata de algo imposible para quienes tienen más de 50 años de arraigo en el barrio de la colonia Formando Hogar.

La familia de Esperanza ha participado en las protestas públicas que habitantes de colonias y fraccionamientos de la zona norte de la ciudad realizaron para exigir a la Administración Portuaria Integral de Veracruz que resuelva las afectaciones por las obras de ampliación portuaria.

La última se realizó el pasado lunes 22 de julio frente a las oficinas de la Apiver, en donde no tuvieron respuesta de ninguna autoridad.

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Apiver rechaza afectaciones

La Administración Portuaria Integral de Veracruz se deslindó de los problemas en un comunicado público, luego de que habitantes de la zona norte de la ciudad se manifestaran por los problemas que han causado las obras de ampliación del puerto el lunes pasado.

El Manifiesto de Impacto Ambiental para la obra portuaria no incluyó medidas de mitigación por las afectaciones que causarían la dispersión del coque y otros residuos almacenados en los patios del recinto portuario.

De acuerdo con lo declarado por autoridades de la Apiver el manejo del petcoque y chatarra incluye la irrigación con celulosa con condiciones de viento del norte de 40 kilómetros por hora en adelante, con la finalidad de evitar la dispersión del material.

La medida, han asegurado directivos del puerto, es eficiente y se trata de un tratamiento que se realiza en otros recintos portuarios del mundo.

Del mismo modo, se realizó la construcción de una barda que supera los cinco metros de altura en el margen del patio en donde es almacenado dicho material.

Para Mirna Beatriz se trata de una medida insuficiente, pues en su lugar se ha exigido a la Apiver la reubicación del sitio de confinamiento para el coque, material al que atribuyen las afectaciones a la salud de su familia, así como de vecinos que se quejaron públicamente.

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