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Las historias en Tlahuelilpan; así se busca a los muertos

  • La Silla Rota
La madre de Josué Neria Gudiño relata cómo encontró a su hijo tras la explosión en ducto de Tlahuelilpan

A los familiares de víctimas de la tragedia en Tlahuelilpan, Hidalgo, sólo les queda confiar en Dios.

"¡Están regalando gasolina!", fue el mensaje que se replicó, de reenvío en reenvío; de boca en boca, en Tlahuelilpan, Tlaxcoapan y Tezontepec de Aldama –municipios hidalguenses en los que, según la radiografía delictiva de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), opera una red de gasotraficantes que extraen crudo de los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex).

El punto era la orilla de San Primitivo, sobre la carretera Tlaxcoapan-Tlahuelilpan, donde la vieja "ordeña", porque ese poliducto que traslada hidrocarburo desde Tuxpan ya había sido perforado antes; Seguridad Física de Pemex lo había sellado, pero lo volvieron a "picar".

Carlos acudió a buscar a tres amigos: uno fue localizado entre los heridos, con quemaduras que le laceraron el rostro y le impiden hablar: su estado de salud es grave; los otros dos siguen desaparecidos.   

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"Fue muy raro", dice, sobre la difusión del mensaje, compartido por Facebook y por WhatsApp; a la mensajería instantáneas llegaban fotografías de personas con cubetas extrayendo el combustible como si agua de un arroyo.

Entre la gente algunos cubrían su nariz y boca con sudaderas y pañuelos amarrados; otros sin playeras acarreaban el crudo. En las fotos aparecen niños y mujeres. Los primeros informes, en los que se hace referencia a que el Ejército fue rebasado por los habitantes, reportan al menos a 600 personas.

Carlos –cuyo nombre ha sido modificado para protegerlo– relata que en el municipio no conocía antecedentes de muertos por huachicoleo, excepto el caso de un joven calcinado en una toma clandestina cerca del Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Hidalgo (Cecyteh) campus Tlaxcopan, de quien, afirmó, se dice que ya había terminado, que llenaba el último garrafón, pero que su celular sonó y la radiación provocó el estallido.

Cada "ordeña", narra, la controlaban los chupaductos, y no permitían el ingreso de población, pero esta ocasión el dicho de que había gasolina gratis llegó a cientos después de dos días de desabasto, en el que las gasolineras no tenían diésel, magna ni Premium.

Las búsquedas

Christopher Neri Carrillo, un joven de 17 años, busca a su papá, de quien no sabe noticias desde ayer en la tarde. Presume que andaba en el campo de alfalfa donde explotó el ducto de Pemex.

"No sabemos lo que sucedió con él. Solo sabemos que ayer salió. Hasta el momento no ha llegado. Nos han dicho personas que lo vieron aquí. Él nos dijo que venia a trabar que ahorita venía. De ahí ya no supimos más de él".

Lorenzo Neri Porras, de 48 años, se dedica al campo, vive en la comunidad de Huitel, municipio de Tezontepec a unos 40 minutos de San primitivo, el pueblo donde se registró la explosión.

Comenta que sus familiares lo están buscando en hospitales de Hidalgo y Ciudad de México; no lo encuentran.

"Como sabemos que aquí está escaso el combustible, creemos que mi papá vino. La mayoría de la gente de los pueblos de alrededor aprovecharon el momento inadecuado".

Christopher relata que es muy unido con su papá. "Es moreno, pelo chino, tiene carácter fuerte. Es un poco macizo". 

El joven de 17 años se encuentra en la zona de la explosión, donde a lo largo del día, personal de Pemex realiza maniobras para verificar que ya no haya restos de hidrocarburos. En este punto también están reunidos familiares y amigos de personas desaparecidas.

La gente no se mueve del lugar, ya que, aseguran, todavía hay cuerpos enterrados en la zanja donde fue la explosión.

Los heridos

Luis, de 32 años de edad y padre de dos niñas menores tiene quemaduras en el 80 por ciento de su cuerpo. Todo, según su cuñado, por "andar de fisgón".

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En voz baja y aún absorto, su familiar relató a La Silla Rota que montó guardia desde la madrugada del viernes afuera del hospital Magdalena de las Salinas, en la alcaldía de Gustavo A. Madero.

Aseguró que Luis es transportista, oriundo de Tlahuelilpan, Hidalgo, donde el robo de combustible de un ducto provocó una explosión con consecuencias trágicas: poco más de 70 fallecidos.

El drama para la familia del afectado llegó al punto de requerir donantes de sangre. Mientras el tiempo corre, Luis y otros 10 afectados por el estallido luchan por salvar la vida.

"Mi cuñado es trabajador, pero fisgón", consideró el entrevistado.

Fue él quien condujo un polvoriento  Jetta modelo 1995 para traer a su hermana, esposa de Luis, al nosocomio.

Adeptos de San Judas Tadeo, la familia de Luis lleva generaciones en Tlahuelilpan y por ello se han endurecido ante el estigma de ser huachicoleros.

"Es duro ver a nuestros hijos como están, los vimos todos quemados", dice con dolor Leonor Gudiño, madre de Josué Neria Gudiño, quien es uno de los lesionados.

El joven, de 24 años, es mecánico y labora con su papá en un taller, pero a veces no tienen tanto trabajo y por eso la familia no cuenta con muchos recursos.

La tarde del viernes un amigo le llamó a Josué  para avisarle lo que sucedía en el ducto y él decidió ir. Leonor comenta que los soldados le decían a la gente que entrara a tomar la gasolina, porque la estaban regalando, además de que por Facebook se enteraron más personas.

“No sé por qué fue la diligencia de los soldados, por qué les decían que entraran a sacar la gasolina si sabían el peligro que corrían. Ellos les dijeron que estaban regalando la gasolina y que fueran", afirma.

Al ver que anochecía, una de sus hermanas fue a buscar a Josué, y cuando estaba hablando por teléfono con Leonor le dijo: "¡Mamá, ardió esto!", y según lo que le contó la joven, todas las personas salieron corriendo.

Recuerda que encontró a su hijo de pie porque unas personas le ayudaron a brincar una zanja, pero estaba desnudo porque se rodó en el pasto en un intento por apagar el fuego que le causó quemaduras en la cabeza, la cara y las manos.

Aunque Josué está grave, su mamá tiene fe en que se recuperará. Indica que en la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) Lomas Verdes del IMSS no les han permitido ingresar a verlo porque lo están atendiendo. Añade que algunos de los lesionados están en Terapia Intensiva, mientras que quienes están más graves se encuentran en otra zona.

"Confiamos en Dios y yo creo que a nuestros hijos los estamos poniendo en sus manos, porque no hay nadie más que pueda restaurar sus vidas", dice Leonor mientras se le quiebra la voz y contiene las lágrimas.

Con información de La Silla Rota

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