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Veracruz ejemplo de simulación democrática: Ackerman
El de Veracruz es uno de los casos más representativos de una supuesta alternancia, del rejuego del poder político que se aprovecha de las elecciones para medir fuerzas y comprar votos, sin que esto signifique una verdadera democracia, señaló el escritor e investigador John Ackerman.
Al presentar este día su libro “El mito de la transición democrática”, el doctor en Derecho explicó que la tesis central de este es que la alternancia simulada no inició en 1929 con la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) sino en 1946, al constituirse plenamente el PRI.
Recordó que dicho partido, principal crítico del gobierno de Lázaro Cárdenas marcó el inicio del sistema de autoritarismo neoliberal de simulación institucional.
“Lo que ocurre en 2000 es lo que ya había ocurrido en cada uno de los sexenios desde el 46, hay una alternancia, un grupo político entra, uno sale; hay un reacomodo de fuerzas pero no hay un empoderamiento ciudadano verdadero”, afirmó.
El académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) advirtió que la mera existencia de elecciones no implica democracia, pues lo que se necesita es un cambio “de las reglas del juego y de la relación entre el gobierno y la sociedad y esto es lo que no ha ocurrido”.
Citó que Veracruz es una muestra de ello, sobre todo con el recrudecimiento de la violencia en la época de transición, misma que es patente principalmente en ataques a jóvenes.
“Lo que tenemos con esto de la alternancia es de un priista a otro priista con otro color; con una persona de baja moral y sus grandes críticas por corrupción a otro señor de muy baja moral; los dos sin una relación con la legitimidad popular de la ciudadanía, es clásico.
Veracruz es un botón de muestra que no tenemos democracia, la sola celebración de elecciones y la alternancia entre diferentes colores no implica democracia”, detalló.
El impulsor de medidas como la de revocación de mandato, lamentó que la vía institucional ponga tantos “candados” a mecanismos como estos, al puro estilo del PRI, y no es por reformas legales por las que se solucionará el problema de la corrupción y rendición de cuentas, pues de estas hay muchas y no se aplican.
Lo que México requiere, dijo, es lo que ocurre cada cien años y no precisamente una revolución sino de una transformación que renueve el sistema a partir de un movimiento social fuerte, “revolucionario en el mejor sentido”.