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Opinión: premisas equivocadas en ley de tránsito de Veracruz
Roberto Remes Tello de Meneses
El verano pasado vacacioné en Veracruz, lugar al que estoy unido por gusto y por sangre. Como muchos, soy un enamorado no sólo del puerto, sino de sus tradiciones. La noche anterior a mi regreso salí a caminar con el más pequeño de mis hijos, hasta el Gran Café de La Parroquia, sucursal Plaza Mocambo.
Fue una caminata difícil, de 1.2 kilómetros de ida y otro tanto de vuelta, sorteando obstáculos, escalones, autos en la banqueta, coladeras destapadas, tramos de tierra, bahías vehiculares, una inmensidad de carriles en Adolfo Ruíz Cortines, por los que transitaban a altas velocidades cientos de automóviles, mientras yo arrastraba una pesada carriola doble.
Javier Duarte, gobernador de Veracruz, es un hombre obeso. Su imagen es la de un hombre sedentario. Congruente con ese sedentarismo, se acaba de publicar el reglamento de la Ley de Tránsito y Seguridad Vial del Estado. En vez de combatir los excesos de velocidad, los autos y estorbos en la banqueta o la infraestructura inadecuada para los peatones, Duarte quiere que los peatones del estado caminen por la derecha; que estén identificados; que si se manifiestan, pidan permiso; que no jueguen; que los niños vayan acompañados de un adulto.
Para enredar más el panorama, días después del anuncio del reglamento, se publicó una extensa fe de erratas en la que se mantienen las obligaciones para los peatones, pero acotadas con frases como “en la medida de lo posible”. Valoro que Duarte, el Sedentario, quiera que las calles de Veracruz funcionen como reloj suizo; no quisiera contradecirlo en su propósito, pero sí recordarle tres hechos significativos:
El primero, el más romántico, la segunda frase de Agustín Lara en la canción de Veracruz: “y nací con alma de pirata”. El segundo, que Veracruz es el segundo estado con menor mortalidad en accidentes de tránsito por cada 100 mil habitantes. El tercero de los hechos, que Veracruz enfrenta el crecimiento del sobrepeso y la obesidad en adolescentes y adultos, con una tendencia a la disminución en la actividad física, por lo que la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2012 recomienda “promover la disminución de actividades sedentarias a lo largo del día”.
El reglamento anti peatones que ha publicado el gobierno de Javier Duarte está basado en premisas equivocadas: mayor orden de los peatones no se traducirá en menos accidentes viales en área urbana (8,769 en 2012 según la Comisión Nacional de Prevención de Accidentes), sino todo lo contrario.
Cifras relativamente buenas de Veracruz conducirán a un deterioro de la seguridad vial por el empoderamiento del automovilista y la criminalización del peatón. Además, las cifras de obesidad seguirán creciendo, justo porque la consecuencia de la criminalización del peatón será la extorsión a peatones, el evitar grandes desplazamientos a pie, y el usar el automóvil cuando ello sea posible aún tratándose de viajes de 1.2 kilómetros por un Lechero a la Parroquia.
Por último, no quiero dejar de darle a Duarte un dato optimista: no está solo. En Chihuahua, gobernada por otro Duarte, acaban de publicar un reglamento similar al suyo. Y en la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera dejará las banquetas de Río Mixcoac e Insurgentes más angostas que una Suburban, no construirá el parque lineal que ya presume pues no está en el proyecto ejecutivo del desnivel de amenaza con construir. Tal vez debieran unirse los tres políticos y lanzar una Coalición Sedentaria con miras al 2018.