- Salud
Hospitales privados, “pocos y malos”, dice líder del sector
Ángeles Cruz Martínez
El modelo del sistema de salud de México está agotado. Ya no funciona para los retos que plantean las enfermedades en la actualidad y la solución no está en los nosocomios privados, los cuales, contrario a lo que la gente piensa, “somos pocos y malos”, advirtió Alejandro Alfonso Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Hospitales Privados.
Existen 3 mil 100 establecimientos particulares –así los denomina el Instituto Nacional de Estadística y Geografía–, de los cuales menos de 3 por ciento tiene más de 50 camas. Sólo 100 están certificados por el Consejo de Salubridad General, es decir, cumplen con los requisitos de calidad en la atención que brindan a los pacientes.
Además, seis o siete sanatorios particulares tienen reconocimiento internacional, pero nada más.
Así que encontrar un hospital privado “malo” es fácil, señaló Alfonso Díaz. “Usted tira una piedra y le pega a tres o cuatro”.
En entrevista durante el Foro Internacional de Liderazgo y Salud, organizado por el Tecnológico de Monterrey, el también director del Centro Médico ABC analizó la situación del sistema nacional de salud y afirmó que los “parches” ya no sirven.
Asegurar la protección de la salud de los habitantes requiere un “barco nuevo”, que termine con las actuales deficiencias administrativas y de carencia de recursos en la prestación de servicios a cargo del sector público, y a la vez permita la participación de la iniciativa privada con reglas y normatividad claras para evitar los abusos y la desviación de recursos.
Para el directivo, el criterio guía de los cambios que puedan ocurrir en unos cuatro años es que se requiere un sistema que responda a las necesidades de salud de los próximos 25-30 años.
El modelo actual se diseñó y construyó para resolver una problemática y necesidades de los años 40 del siglo pasado, cuando prevalecían las enfermedades transmisibles. Fue muy útil, “pero ya no funciona”. Pretender usar el mismo modelo “sería temerario y de corta visión”, indicó.
Lo mismo pasa con los hospitales. Están diseñados para curar enfermedades y se siguen construyendo bajo las normas de la década de los 70, pese a que ahora el discurso se enfoca a la prevención, y no existe la infraestructura donde eso se pueda concretar, sostuvo Alfonso Díaz.
Respecto de los servicios médicos privados, advirtió que existe una idea equivocada. “Hablamos de ellos como si fueran muchos y buenos. La verdad somos pocos y malos”. Dijo que la mayoría de los hospitales particulares carecen de protocolos y compromiso, “pero sí son un gran negocio, sobre todo si por alguna infección o complicación los pacientes deben permanecer más días hospitalizados, porque la cuenta crece”.
Por eso, explicó el ejecutivo, es falso pensar que los sanatorios privados van a solucionar los problemas del sistema nacional de salud. Este país está lleno de historias en las que en diferentes sectores, los particulares, lejos de solucionar algo, lo empeoran. Entonces, no nos dejemos engañar, apuntó.
Sin embargo, reconoce que los dueños de los hospitales están a la expectativa sobre los cambios legales y normativos que les permitan incursionar en la prestación de servicios médicos en el país.
Hay gente con los bolsillos listos para invertir, porque somos 110 millones de personas. Sólo hacer diálisis es un negociazo. Y está bien que quien invierta tenga el retorno adecuado, pero esa no es la solución al problema de salud.
Para evitar desvíos de recursos, abusos y mentiras, el gobierno debe mantenerse como rector del sistema para terminar con la relación asimétrica entre médicos y hospitales con los pacientes que tienen que confiar en los tratamientos que les prescriben, y cuando buscan una segunda opinión carecen del respaldo de sus médicos.
Además, se debe tomar en cuenta al personal de salud, médicos que están ahí pero carecen de representación nacional. Y las enfermeras, donde hay un gran problema, porque las egresadas de las escuelas no tienen las capacidades que los empleadores necesitamos.
Eso no se resuelve con dinero. “Sería muy fácil conseguir el recurso, pero corremos el riesgo de utilizarlo mal y al final no tendremos ni salud ni dinero”, concluyó.
Con información de La Jornada http://bit.ly/1EsZQl3