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México social: jóvenes, el reto de la inclusión
México sigue siendo un país con una población predominantemente joven. Las estadísticas del INEGI indican que en 2010, de acuerdo con los resultados del Censo de Población y Vivienda, la edad mediana de la población nacional se ubicó en 26 años; lo que nos ubica como un país con un enorme potencial productivo, dado que la mayoría de la población se encuentra en edad de trabajar.
A pesar de lo anterior, carecemos de una política de inclusión para la población joven, pues seguimos siendo un país en el que no se generan los empleos suficientes, y en el que el acceso a la educación media superior es únicamente para 65 de cada 100 personas en la edad para cursar ese nivel, mientras que el acceso a la educación superior es de únicamente tres lugares para cada 10 jóvenes entre los 18 y los 24 años de edad.
Convertirnos en un país de inclusión implica que en el corto plazo tengamos la capacidad de superar al menos los siguientes retos estructurales:
El mayor factor de exclusión: la desigualdad
De acuerdo con los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a través de su índice para una vida mejor, el ingreso neto, ajustado per cápita en el país asciende a 12 mil 850 dólares por año, que, con el tipo de cambio actual, equivaldría a una suma de alrededor de 192 mil 750 pesos.
Esta cifra es mucho menor al registrado para el promedio del ingreso familiar per cápita de los países que forman parte de la OCDE, el cual se ubica en 23,938 dólares anuales, es decir, una cifra aproximada a 359 mil pesos por persona al año, una cifra que equivale a prácticamente el doble de lo que se gana en nuestro país.
Asimismo, la OCDE documenta que en México 20% de la población con menores ingresos percibe 13 veces menos recursos que el 20% que más gana, y esto sin contar a los súper ricos, respecto de quienes las diferencias son algorítmicas.
La mala calidad del empleo
De acuerdo con la propia OCDE, en México las personas tienen que trabajar una cantidad de horas sumamente superior a lo que se tiene como promedio en la OCDE, lo cual permite dimensionar los diferenciales de ingreso, no sólo en montos salariales, sino en lo que puede denominarse como la “calidad de los empleos”.
De acuerdo con este organismo, el promedio de tiempo trabajado al año por las personas que tienen entre 15 y 64 años de edad es de mil 765 horas anuales; en contraste, en México la cifra es de dos mil 226; es decir, en México se tiene que trabajar casi 30% más de tiempo para percibir alrededor de 50% de los salarios que se obtienen en países como Holanda o Noruega.
Los rezagos en educación
De acuerdo con datos del INEA, en México hay casi 32 millones de personas mayores de 15 años que no han concluido la educación secundaria. Con base en estos datos, la OCDE estima que únicamente 36% de quienes tienen entre 15 y 64 años de edad cuenta con estudios completos de secundaria. Este indicador es altamente contrastante con el promedio de los países que integran a la OCDE, en donde se ubica en un 75% en ese segmento de edades.
Asimismo, el contraste no se encuentra sólo en lo relativo al acceso, sino a la calidad de la enseñanza. Por ejemplo, en el puntaje general de la prueba PISA, el estudiantado en México obtuvo un promedio de 417 puntos en matemáticas y ciencias, las dos ramas consideradas como clave para la innovación y el incremento de la productividad del país.
Frente a este dato, en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico se obtuvo un promedio de 497 puntos, lo cual, en sentido estricto, representaría, de acuerdo con expertos, una ventaja de al menos dos décadas de generación, acumulación y transmisión de saberes.
La trampa de la pobreza
Los jóvenes en México enfrentan enormes y severos retos, los cuales inician desde la infancia; en ese sentido es de destacarse que, de acuerdo con el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval), casi 53% de las niñas, niños y adolescentes es pobres, dato que contrasta con 44% de población adulta identificada en condiciones de pobreza.
En esa lógica, los estudios que existen en el país sobre movilidad social muestran que en el contexto global México es ubicado como un país de baja movilidad; al respecto, la Fundación Espinosa Yglesias sostiene: “si se observa la proporción de hijos que partieron del quintil más bajo y que alcanzaron el más alto, la proporción en los países escandinavos prácticamente triplica la mexicana”.
Un panorama incierto
Estas condiciones se han mantenido de manera estructural. En efecto, el INEGI ofrece datos, a través de la Encuesta Nacional de Inserción Laboral de los Egresados de la Educación Media Superior, relativos a que en 2012 había en el país un total de 2.56 millones de jóvenes entre 18 y 20 años que contaban con estudios de educación media superior. De ellos, sólo 704 mil participaron durante sus estudios o recién egresados en programas de vinculación laboral.
De la totalidad de estos jóvenes, menos de 10% se considera “muy hábil” para hablar, escribir o comprender la lectura del idioma inglés; alrededor de 50% se considera también “muy hábil” en el manejo de herramientas computacionales básicas; pero únicamente alrededor de 25% se dice “muy hábil” en el manejo de hojas de cálculo.
Entre la población considerada, únicamente 50% logró acceder a estudios de nivel superior, mientras que sólo 1.056 millones cuentan con alguna experiencia laboral tras egresar del bachillerato. De ese total, alrededor del 70% declara percibir 3 mil pesos o menos al mes, y únicamente 30% ha logrado ingresos superiores a esa cifra.
Con información de Excélsior: http://ow.ly/LTUid